Quiero arrancar hablando de Barcina en el Parlamento, pero el estribillo me vence. ¿Estamos solos en la galaxia o acompañados? Qué buenos recuerdos. Los de cuando cayó UPN, digo. Menudo jaque. Esparza sacrificó a la reina y se puso él, pero ya era mate.
La vuelta de Yolanda me ha hecho recordar todo el trabajo que llevó darle la vuelta a la tortilla. La impotencia perpetua de tener un gobierno antisocial, gris, antiaborto, antimujer. Estoy convencido de que la respuesta a todo se gestó en la oscuridad del bar. Entre desenfrenos de Polla Records y de mucha Tijuana se gestó el verdadero Acuerdo Programático, donde se indicaba quién debía aliarse y contra quién. El primer punto decía lo siguiente: “Joder qué bien se está, en esta capital, chiquita y apañada pero pa que quieres más. Pero hay alguien que sobra, ya sabes por quien va”. Y Barcina sobró.
Muy poquita de mi ideología no está trenzada entre letras de cassettes de un grupo y otro. Soy así de viejo. Pienso del Ejército lo mismo que pensaban los Huajolotes y pienso que el Opus y la Iglesia son unos vivillos que lo que están haciendo es su propio cielo particular en la tierra. Todo ese credo de barra de bar nos convirtió a toda una generación en unos anarcos del copón. Bien lo sé. Benditos seáis. Decían que no valíamos para nada y les mandamos a casa. Pero costó y hay gente que todavía llora.
Yo iba a hablar de Barcina en el Parlamento y lo estoy haciendo. Cuento por qué Barcina vino como profesora de Bromatología y no como presidenta. De paso, ya he contestado a dos de las preguntas fundamentales de Siniestro: quiénes somos y de dónde venimos. Somos los que echamos a la derecha del poder y venimos de un profundo bar oscuro. Pero eso ya lo sabíais. Lo interesante, ahora que ha vuelto la expresidenta a despertarnos la memoria de cómo se reían de nosotros con sus dietas en la caja y demás, es cómo vamos a responder a las siguientes preguntas que nos dejaron aquellos músicos de traje, corbata y guitarra con distorsión.
Porque hoy parece que hay quien no acierta con la respuesta a si estamos solos en la galaxia o acompañados ni tiene muy claro adónde va, adónde vamos. Y visto está que la pedagogía, desde luego, se nos da mal. El buenismo, a veces, no es la solución a todo. ¿Cuándo lo olvidamos? No se puede hacer entender a quien no quiere escuchar. Un imbécil es un imbécil. No tenemos la cura y no pasa nada. Recuperemos el orgullo, la confianza y seamos una vez más como un ciclón. Vuelta a empezar.
Tomo apuntes desaforado en una mesa al fondo de la sala de comisiones del Parlamento. Barcina, desde luego, no ha perdido un ápice de orgullo. En mi cabeza martillean los acordes de Siniestro Total y se me escapa una sonrisa. ¿Y si existe un más allá? ¿Y si hay reencarnación?