Con el único cambio de Kike Barja por Borja Ibáñez respecto a Soria –al filo de la media hora se restablecería el mismo once de Los Pajaritos por lesión del de Noain–, la escuadra navarra dio sus primeros pasos un tanto dubitativa. Se aprovechó de ello el Zaragoza para hacerse con el mando en la medular, triangulando bien, rompiendo líneas y llegando con relativa facilidad a los dominios de Rubén Martínez. El balón que mandó arriba Álvaro Vázquez a los 12 minutos fue el colofón a una jugada muy bien construida, mientras los locales solo sacaban cierto provecho de pelotas robadas y rápidas salidas, aunque sin acierto en los metros finales.
Cambió la decoración superado el primer cuarto de hora de ese inicio desconcertante. Los rojillos corrigieron posiciones, se solidarizaron mejor unos con otros y eso se dejó notar sobre el césped. Los de Jagoba Arrasate, ya con mayor posesión del cuero, comenzaron a poner cerco a la meta contraria. Fue Juan Villar, reñido con el gol en los últimos tiempos, quien estrelló un chutado en el poste con Cristian Álvarez ya batido.
Al portero argentino le tocó ser protagonista en los siguientes lances. Dos meritorias estiradas suyas abortaron otro disparo del delantero onubense y uno más de Roberto Torres. El de Arre sería parte activa de otra jugada que, de haber entrado, se hubiera venido abajo El Sadar, al probar con un chut desde propio campo que se colaba pero no sorprendió al cancerbero sudamericano, que volvió a sacar otra manopla providencial para los intereses de su equipo. Previamente, Juan Villar había sido el autor de un toque complicado con el exterior y en carrera tras una gran cabalgada de Clerc por el costado izquierdo.
Expulsión de Eguaras
El envite dio un vuelco considerable apenas iniciada la segunda mitad, con la expulsión por segunda amarilla de Eguaras, lo que permitió que el dominio de los anfitriones se acentuase de manera notable. Incluso hasta el punto de llegar a palparse el 1-0 por mediación de un desacertado Juan Villar que no atinó casi a puerta vacía y un balón suelto tras córner que se encontró David García en el área pequeña, pero remató centrado.
El acoso rojillo fue in crescendo, introduciendo Arrasate a otro rematador nato como Xisco, buscando ganar la banda y centros con la superioridad numérica. Sin embargo, el cuadro zaragocista se defendía con orden, tras retirar un atacante –Soro– y acumular piezas en el centro del campo con la salida del tudelano Javi Ros.
Hasta que llegó el minuto 71 y uno de los muchos centros de Roberto Torres desde la derecha se encontró con el descomunal fallo en el despeje de Dorado, que no desaprovechó Juan Villar, solo en el segundo palo, para resarcirse de su sequía goleadora. Osasuna lo tenía todo de cara para sumar otros tres puntos, pero no podía faltar la dosis de sufrimiento, cuando Oier en una mala cesión dejó un mano a mano de Álvaro Vázquez con Rubén Martínez, que el meta gallego cubrió muy bien para evitar el empate. Padecimiento, pero con final feliz.