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Se desploma la popularidad de Jair Bolsonaro a los cien días de Gobierno en Brasil

El ultraderechista Jair Bolsonaro cumple hoy 100 días al frente de un Gobierno que todavía intenta construir una base parlamentaria, con un proyecto aún sin definir y una popularidad a la baja.

Jair Bolsonaro, el capitán en la reserva que en enero asumió la Presidencia de Brasil con su discurso securócrata y sus promesas de acabar con la corrupción y la «vieja política», comenzó su mandato con una serie de equivocaciones que han hecho que su popularidad se desplome y han cuestionado su capacidad para aplicar su programa de reformas.

El mandatario ultraderechista cumple hoy la simbólica marca de los 100 días al frente del Gobierno, pero no ha gozado del estado de gracia del que normalmente disfruta un jefe de Estado recién elegido.

Los sondeos revelan una creciente pérdida de apoyo a Bolsonaro, quien hace cinco meses ganó con el 55% de los votos los comicios. Según Atlas Político, su tasa de aprobación pasó del 67% en enero al 51% en marzo y su gestión solo la aprueba un 30,5% de los encuestados, frente al 31,2% –por encima del 22,5% de hace dos meses– que la cree «mala» o «pésima».

La encuesta de Datafolha, que situa a Bolsonaro, tras tres meses de gestión, como el presidente peor valorado de la historia de Brasil desde la restauración democrática, en 1985, eleva al 32% el porcentaje de encuestados que consideran buena su gestión. Quienes creen que la economía brasileña mejorará con Bolsonaro han pasado de un 65% a un 50% entre diciembre y marzo, mientras que los que auguran que empeorará se han duplicado hasta el 18%.

«Lo menos que podemos decir es que el desempeño del presidente hasta la fecha ha sido decepcionante. Hubo una percepción errónea de que Bolsonaro venía con una base de apoyo muy fuerte y creo que ahora empezamos a ver que tal vez no lo sea tanto», afirmó Thomaz Favaro, de la consultora de riesgos políticos Control Risks a la agencia AFP.

El duro discurso contra la política tradicional, de la que él formaba parte, le pasa ahora factura en un Congreso muy atomizado, en el que la falta de una coalición sólida dificulta el trámite de las más importantes propuestas del Gobierno.

Entre ellas, la polémica reforma que endurecerá el acceso a las jubilaciones y de la que depende la confianza del mercado financiero en Bolsonaro, cuyo Ejecutivo tiene ese proyecto y las privatizaciones –en marzo se subastaron 12 aeropuertos por 620 millones de dólares, el doble de la cifra estimada inicialmente– como únicos planes para recuperar una economía que entre 2015 y 2016 cayó un 7% y desde entonces solo crece a un 1% anual.

Además, hay tensiones en el seno de su Gobierno, entre el pragmatismo de los militares –ocho– y el ímpetu de los ministros más ansiosos por implementar una política ultraconservadora.