Si hace tres años los buenos resultados de Podemos se fundamentaron en gran medida en los espectaculares resultados que la formación obtuvo en Catalunya y Euskal Herria, este año ha sido el freno a la derecha el que ha destacado en las dos principales naciones sin Estado. Hasta el extremo de que, si retirásemos a Catalunya y Hego Euskal Herria de la ecuación estatal, el trifachito tendría la mayoría absoluta en el Congreso.
En un Estado español con ambas naciones independendizadas, PP, Ciudadanos y Vox hubiesen logrado 140 diputados de un total de 279, mientras que PSOE y Podemos sumarían 135. Una distancia que no podría subsanarse ni metiendo en ese saco a los dos diputados de Coalición Canaria, el de Compromís y el Partido Regionalista de Cantabria (PRC).
Por contra, si sumamos los resultados de Hego Euskal Herria y Catalunya, el panorama da un vuelco notorio: la suma de las derechas españolas solo llega a los nueve diputados, mientras que PSOE y Podemos se elevan hasta los 30 escaños. Las fuerzas netamente independentistas (EH Bildu, ERC y JxCat) se encaraman hasta los 26, un grupo al que podría sumarse, bajo el abrigo del soberanismo, a los seis diputados del PNV.