Parecía un día en el que solo cabía perder... y Euskal Herria lo ganó todo. El neofranquismo que venía en tropel y a careta quitada –desde la irrupción de Vox al angustiado intento de suma navarra, pasando por los exabruptos de Maroto– ha sido derrotado como nunca antes. Su desplome en el escenario post-ETA era una evidencia desde 2011, que se tapaba con propaganda española y bravuconadas vascas. Desde ayer, saben cuántos son: 290.000 entre un censo de 2,3 millones. Ni menos, ni más. Ni un diputado en la CAV, cero marotero, y un tropiezo serio para recuperar el poder en Nafarroa.
Este 28A había quedado encajado en el calendario exactamente entre el aniversario del bombardeo de Gernika y el del fin de ETA. Son dos acontecimientos que dan sentido al resultado y perspectiva a la evolución de este pueblo, con sus subidas y bajadas de tensión, acelerones y parones como cualquier otro. Pero no es solo cuestión de historia, también hay un factor generacional en todo esto: no se explica de otro modo que EH Bildu supere hoy en Araba al PP, que le sacaba un tercio incluso en el mejor resultado de Amaiur en 2011 (45.891 frente a 32.267) o que la derechona navarra pase hoy a duras penas de los 100.000 votos cuando en tiempos de Aznar sumó 150.000.
Hay otra victoria; las urnas vascas no solo han resistido al fascismo, también han frenado la asimilación. Estas elecciones de 2019 reproducían las de 2015-16; el único horizonte posible era español, entonces en clave ofensiva, intentar sondear una histórica vía democratizadora (ola de Podemos), y ahora a la defensiva, en modo «no pasarán» (ola del PSOE). En una campaña sin perfil vasco alguno, este volumen de voto abertzale es casi un milagro.
Resultó que la tan cacareada reconquista no ha sido facha, sino vasca. La diferencia es que Euskal Herria no quiere conquistar España, solamente que la dejen en paz (en el peor de los casos) o liberarse a sí misma (en el mejor). Este resultado no cambia sustancialmente el marco español –a la espera de con quién decide gobernar Sánchez, la Zarzuela, el IBEX35 o quien sea que mande allí–, pero sí limpia y fortalece el marco vasco. Y el siguiente paso está a la vuelta de la esquina, en mayo.