Entresijos de una declaración que no dejó duda alguna
Solo ha pasado un año desde que ETA declarara su final, aunque pareciera que el tiempo transcurrido es mucho mayor. Puede deberse al ritmo vertiginoso de los acontecimientos, pero también a que fue un proceso bien construido y ejecutado, cuyos datos y pormenores, algunos inéditos, conviene releer desde el prisma del tiempo.
Tres comunicados para un final inequívoco
La declaración con la que ETA dio a conocer el final de su trayectoria se produjo el 3 de mayo. Sendas grabaciones de Josu Urrutikoetxea y Marisol Iparragirre –en euskara, español y francés– dieron testimonio de la histórica decisión. A tenor de algunas informaciones off the record llegadas a la redacción de GARA aquellos días, se esperaba una tercera voz en la lectura de los textos, la de otro militante de gran referencia histórica, pero al parecer problemas de índole técnico y diplomático impidieron que la grabación llegara a tiempo. El comunicado fue difundido por escrito también en inglés, y leído ante periodistas y personalidades en la sede central de Ginebra de Henri Dunant Centre for Humanitarian Dialogue, una fundación dedicada a la resolución de conflictos y que ha sido una pieza clave en el proceso vasco.
Pero, en realidad, el fin de ETA fue secuenciado en tres declaraciones realizadas en poco más de un mes. En su final, ETA debía homenajear a sus militantes y caídos, y se esperaba también un pronunciamiento sobre el daño causado. Según fuentes conocedoras del proceso, ETA no quería introducir todos esos elementos en una misma declaración, porque produciría multiplicidad de mensajes, y el del final debía ser único: la decisión de decretar su disolución tenía como objetivo «favorecer una nueva fase histórica», para que «el proceso en favor de la libertad y la paz continúe por otro camino».
La primera de las tres declaraciones se produjo el 1 de abril, Aberri Eguna, mediante un comunicado en el que ETA homenajeó a sus militantes, pues «a todos debemos el esfuerzo hecho por abrir la puerta de la libertad». La segunda, aunque se difundió el 20 de abril, estaba datada simbólicamente el día 8, primer aniversario del desarme de la organización. «Queremos mostrar respeto a los muertos, los heridos y las víctimas que han causado las acciones de ETA, en la medida que han resultado damnificados por el conflicto. Lo sentimos de veras», decía aquella declaración sobre el daño causado que precedió al pronunciamiento definitivo del 3 de mayo.
Génesis de los textos
Los contenidos tanto de la declaración de homenaje a la militancia como del final de la organización fueron abordados dentro de ETA sin ninguna aportación ajena. Al contrario, en la declaración final ni se mencionaban términos o conceptos que se estaban convirtiendo de uso común para otros agentes a la hora de referirse a ese final. Algún medio de comunicación había adelantado que sería «desmovilización» la palabra usada en el texto. Más que ofrecer un término en concreto, en su declaración, ETA describió lo que suponía su decisión: desmantelaba sus estructuras, dejaba de ser un agente político –«no será más un agente que manifieste posiciones políticas, promueva iniciativas o interpele a otros actores»– y sus militantes dejaban de serlo para seguir la lucha por sus objetivos en otros ámbitos.
Si hubiese alguna palabra clave, explicaron representantes de la organización en la entrevista concedida en esas fechas al director de GARA, Iñaki Soto, esa sería «desegitea», acción de deshacer (la preeminencia del verbo «egin» –hacer– y, en este caso, su antónimo «deshacer» explica el razonamiento de una organización que, como indicaron en dicha entrevista, pensaba sobre todo en euskara). Y si hubiese que reseñar una frase simbólica desde el punto de vista de ETA, esa sería la que cerraba el comunicado: «ETA surgió de este pueblo y ahora se disuelve en él».
La declaración sobre el daño causado sí tuvo más ingredientes. Algunos debían ser propios, pues para ETA resultaba muy importante soportar sobre su acervo los pasos a dar. Y los eran, como aquellas palabras de «Argala» en las que destacaba el lado más negativo de la lucha armada.
Otros ingredientes tenían que responder a la situación del momento, en la medida en que este tema se estaba convirtiendo en nuevo pretexto para alimentar bloqueos. Según ha podido confirmar GARA de fuentes de toda solvencia, para ello ETA contó incluso con la aportación escrita de los facilitadores internacionales. Un breve texto que podría resolver alguno de los nudos que se planteaban en aquel momento, sobre todo después de que desde el Gobierno Urkullu convirtiese en caballo de batalla que ETA calificara de «injusto» el conjunto de su actuación. Soterradamente se volvía a reproducir una paradoja que ha acompañado todo este proceso: ETA cumplía de sobra las expectativas de los mediadores internacionales, que lograban cosas que no habían conseguido en ningún otro sitio, pero los facilitadores comprobaban con asombro que esos pasos eran respondidos con desaire («no es suficiente») por otros agentes que, supuestamente, deberían estar interesados en esos avances. Los intereses políticos particulares se han convertido a menudo en un hándicap añadido.
«Estos españoles están locos»
Pocos días antes de que se difundiera el texto en la sede del Centro Henri Dunant, un facilitador y una destacada figura internacional pudieron ver el vídeo en que Josu Urrutikoetxea daba lectura, a cara descubierta, a la declaración final. Se trataba de la verificación del paso dado por ETA. La existencia de ese vídeo hizo pensar que el mismo sería exhibido en el acto de Ginebra. Así lo llegaron a difundir muchos medios de comunicación. Resultaba normal suponerlo. Pero no sucedió así. De hecho, a tenor de los datos recabados por GARA en este primer aniversario, el formato de aquel acto fue variando para sortear posibles problemas o injerencias de las fuerzas contrarias al proceso de soluciones, que con tanta virulencia se habían movido ya.
Como muestra, un botón: una delegación de ETA permaneció desde octubre de 2011 hasta febrero de 2012 en Oslo al objeto de abrir una mesa de diálogo, a consecuencia de los acuerdos suscritos por facilitadores internacionales con el Gobierno Zapatero y que, en el caso de la permanencia de dicha delegación en Noruega, no revocó el de Rajoy. Sin embargo, las autoridades noruegas descubrieron una operación de los servicios secretos españoles para, con la detección de los delegados de ETA en aquel país, forzar a la Audiencia Nacional a abrir una demanda de extradición, que haría estallar el marco para el diálogo y pondría en un serio brete al Gobierno nórdico, distinguido siempre por sus buenos oficios en la mediación de conflictos. El propio Ejecutivo de Rajoy se vio obligado a paralizar la maniobra.
Este tipo de actitudes hizo que la frase «estos españoles están locos» fuera recurrente entre quienes han intentado sortear las mil y una dificultades aparecidas durante todo este proceso. Y por ello, también el acto de Ginebra fue cambiando de formato para evitar cualquier operación de boicot.
Desarme y fin de ETA, dos caras de la misma moneda
La dirección de ETA lanzó simultáneamente las dos cuestiones: el proceso de desarme y el debate interno para poner fin a la función y ciclo histórico de la organización. Las razones aparecen claramente en su documentación interna, recogida en el libro “El desarme, la vía vasca”: «Han surgido condiciones más favorables para hacer frente al debate sobre el ciclo histórico de la organización, sin dar una impresión de agonía. Cuando el Comité Ejecutivo comenzó a analizar el nuevo camino para el desarme, trasladó a la Dirección Ampliada dos preguntas: la primera, sobre el desarme, y la segunda, sobre el fin de ciclo de la organización. Unas semanas antes de que se hiciera posible el desarme, ETA anunció que realizaría un debate sobre su futuro. La lógica era sencilla: no queríamos que ambos temas apareciesen como una cadena de exigencias, para que, en la medida de lo posible, no se repitiera lo sucedido en los pasos unilaterales anteriores (que se diera por amortizado inmediatamente el paso y se pusiera otra exigencia en su lugar). Si hasta ahora nos hubiéramos referido solo al desarme, nos encontraríamos en peores condiciones para abordar el debate, puesto que se reforzaría la imagen de que estamos siendo obligados. En síntesis, sea una u otra la cuestión a tratar, nuestro debate es siempre el mismo: qué debe hacer ETA para desarrollar en las mejores condiciones posibles el proceso popular citado».
Así pues, la propuesta de final de ETA, lanzada junto con el proceso el desarme, fue realizada por el Comité Ejecutivo de ETA (Zuzendaritza Batzordea) con el aval de su dirección ampliada (Zuzendaritza Zabala), compuesta por una cincuentena de miembros de la organización, y aprobada por el conjunto de su militancia.
Desarrollo de un debate singular
El debate en el seno de ETA, desarrollado durante buena parte de 2017 y cuyas conclusiones fueron expuestas en una comunicación interna a la militancia en marzo de 2018, se produjo sin contratiempos. Anunciado públicamente por la propia organización, pocas cosas se filtraron o detectaron hasta el final pese a la cantidad de personas involucradas. Según la propia ETA, unas 3.000 personas tuvieron conocimiento del debate y su contenido, aunque solo 1.335 militantes tenían derecho a voto. El 93% aprobó la propuesta de la dirección.
El debate arrancó con tres ponencias: las dos primeras eran de balance (una histórica sobre el conjunto de su trayectoria y una segunda referida al último periodo abierto con el cambio de estrategia y el abandono de la lucha armada), y la tercera contenía la propuesta política que abogaba por el desmantelamiento de ETA. Tras la discusión, ETA redactó dos documentos más: el primero recogía las aportaciones de la militancia y el segundo suponía la actualización de la propuesta política (‘‘Euskadi Ta Askatasunaren eztabaida 2017-2018-Ondorio txostena’’).
Junto con ello, ETA realizó otros textos, algunos para comunicar o explicar su decisión, como cartas enviadas a importantes gobiernos y entidades internacionales (los gobiernos suizo y noruego o el Vaticano, entre otros) o a agentes políticos y sociales vascos (la filtración de esta última por parte de alguno de ellos adelantó al día 2 la noticia de que ETA ya había decidido desaparecer). Redactó también un texto dirigido a las bases de la izquierda abertzale y una carta a su militancia (fue este el texto en el que se utilizó por última vez el sello de ETA). Gran parte de todo ese material está recogido en su publicación “Zutabe”.
La dirección de ETA ofreció asimismo una última, larga y densa entrevista al director de GARA, que tomó formato de libro y cuya versión en castellano acaba de salir. En el citado “Zutabe” aparece la síntesis de un amplio informe sobre el conjunto de la acción armada de ETA durante su historia. Se explicita que es un informe muy amplio, pero aún no se ha conocido en su integridad ni se sabe dónde ha sido depositado.
El «Comité Técnico Provisional» que no llegó a constituirse
La inicial propuesta política de la dirección de ETA constaba de un anexo en el que se proponía la constitución de un «Comité Técnico Provisional de Euskadi Ta Askatasuna» para «gestionar las consecuencias de la acción armada de ETA» tras la desaparición de la organización. La propuesta respondía a dudas de aquel momento inicial, referidas, por ejemplo, a quién se encargaría si aparecieran armas perdidas después del desarme, o quién haría seguimiento de los exmilitantes presos.
Al final del debate, este propósito se desechó totalmente, por dos motivos. Por una parte, muchos militantes mostraron su preocupación por que dicho comité, pese a no ser público, se podría utilizar para implantar la idea de que el final de ETA no había sido del todo real. No andaban descaminados, porque en la prensa española ya ha habido quien ha insistido con esta cuestión. Por otra parte, a la conclusión del debate, ETA consideró que desde diferentes ámbitos, como el de la sociedad civil, se estaban poniendo los mecanismos necesarios para responder a las cuestiones pendientes. Los representantes de ETA así lo expresaron públicamente en la citada última entrevista: «Por tanto, no va a existir tal comité y la disolución será total».