Navarra Suma y el PSN se han tomado el esfuerzo de rebajar sus programas electorales a un lenguaje más sencillo. La ley ha cambiado y las personas con discapacidad también pueden votar. El resultado final ha quedado muy digno en general. Especialistas de Anfas, con esfuerzo y método, han conseguido rebajar a un lenguaje muy básico, muy comprensible, los contenidos esenciales de los programas. Aun así, es un primer paso, y quedan algunas cuerdas por afinar.
De algún modo, al adaptarse el lenguaje propio de la política a otro más sencillo, un significado retorcido al extremo, una media verdad, puede convertirse abiertamente en una mentira. Y esto resulta problemático. La convención hace aceptable que una persona en plena capacidad de facultades entienda a un político lo que no ha dicho. Hay personas que votan a ciertos partidos engañadas por determinados discursos y esto se entiende y asume como legítimo. Ahora bien, que un partido político mienta a una persona con dificultad para entender conceptos complejos despierta dilemas éticos mucho más complicados.
La página 27 del programa adaptado del PSN enciende ciertas alarmas. En ella se habla del cuatripartito con ideas como las que siguen. «El Gobierno cuatripartito es el Gobierno que ha estado gobernando en Navarra desde el año 2015 y hasta las elecciones de 2019. La palabra cuatripartito quiere decir formado por 4 partidos políticos. Los 4 partidos son: PODEMOS, Geroa Bai, EH Bildu e Izquierda Ezkerra». Y un poco más abajo sostiene: «Ahora el partido político que manda es EH Bildu».
Que EH Bildu gobierna en la sombra en Nafarroa es un sonsonete del PSN. Se ha escuchado en debates y discursos, constituye una hipérbole, una exageración empleada como argumento retórico de la vida parlamentaria. Entre mayores de edad, se sobreentiende que se trata de una afirmación rebatible y discutible. Sin embargo, en formato de lectura fácil constituye una mentira palmaria. Gobierna Geroa Bai, no EH Bildu, lo cual hace a esta afirmación rotundamente falsa. Y la persona a la que se dirige el mensaje puede no ser capaz de discernir esto. Está inerme ante la mentira.
Resulta indiscutible que la sociedad presume que si alguien adapta el discurso explicar conceptos complejos a una persona con discapacidad lo hace siempre de buena fe, con un compromiso suplementario de honestidad. Con mimo, cariño y cuidado. Nunca con ánimo de engaño. A fin de cuentas, en otras facetas de la vida sí que se les protege de esta manera y lo lógico es que, si se les va a acompañar y aconsejar sobre el voto, esta pauta de actuación se mantenga. Por extensión y debido a que tiene esta finalidad, un programa político en formato de lectura fácil tiene una apariencia mucho más creíble que en su formato ordinario.
Visto está que no es así. Las personas con discapacidad han entrado ya al juego político sin esa protección. Aterrizan a lo bueno y a lo malo. A menos que, con el tiempo, esta forma de contar la realidad política al nuevo colectivo de votantes se vaya afinando y perfeccionando. El paso dado de masticar los mensajes para implicar al colectivo con diversidad funcional resulta decididamente positivo, pero sin duda hay que pulir.