Hoy chocarán en las urnas tres relatos. Y se sabe de antemano cuál será el hegemónico. Las cuatro fuerzas del cambio hacen una lectura muy similar sobre qué es lo que ha pasado en Nafarroa en las últimas décadas y van a ganar estas elecciones. Lo único que está en duda es si obtendrán o no mayoría absoluta. Y esto es clave. Sin esa mayoría, nadie sabe quién gobernará.
Las líneas básicas de este relato compartido son la existencia de un acuerdo tácito durante décadas entre UPN, PSN y determinados poderes socioeconómicos (ciertos empresarios, CEN, Cámara de Comercio, sindicatos...) para parasitar la Administración y sustraer de ahí recursos públicos de cara a mantener cada uno sus intereses privados. O, siendo más claros, para engordar carteras y mantener chiringuitos.
Esta forma corrupta de funcionar reventó con la crisis, pues la ubre pública ya no daba para todos. Y además, la ciudadanía estaba terriblemente enfadada, machacada por el paro, la miseria y los recortes. Todo ello transparentó la avaricia con la que se habían manejado estas élites (cuyo exponente icónico fueron las dietas de la CAN). Las dos formaciones políticas del Régimen se enzarzaron en reproches mutuos y quedaron subsumidas en guerras internas que evidenciaron la absoluta mediocridad de sus dirigentes.
Esta debilidad fue aprovechada por cuatro formaciones muy distintas (Geroa Bai, EH Bildu, Podemos e I-E) que consiguieron una gesta imposible. La suma de parlamentarios alcanzó los 26 escaños, el mínimo para gobernar absolutamente al margen de UPN y PSN. El vuelco fue total, rotundo y extensible a los principales ayuntamientos de Nafarroa. Si bien es cierto que en algunos pueblos de Erribera el cambio llegó del acuerdo entre el PSN, independientes y otros partidos de izquierdas, como es el caso de Tutera, donde gobierna un alcalde de I-E.
Alcanzar la cifra de los 26 necesitó de la eliminación del veto lanzado hacia el sector político que representa la izquierda abertzale. Un sector que demostró un músculo particular, quedando como tercera fuerza en el Parlamento y la primera a nivel municipal. Su premio más visible fue la Alcaldía de Iruñea. La anulación de la exclusión fue lo trascendente de 2015. Porque EH Bildu es el gran antagonista de los partidos del Régimen.
Nada de lo sucedido tras cuatro años de gobierno ha invalidado este relato. En las entrevistas preelectorales realizadas por este periódico, los líderes de las cuatro formaciones se han reafirmado en su voluntad de seguir con el pacto y han reiterado una satisfacción alta con el cumplimiento de los acuerdos. Evidentemente, hay matices sobre qué priorizar de aquí en adelante. A fin de cuentas, son cuatro partidos en campaña. EH Bildu, por ejemplo, insiste en imprimir un ritmo mayor a la transformación de Nafarroa.
No solo ninguno discute el relato que les llevó al poder, sino que estos cuatro años de cambio –en los que, entre otras cosas, se ha salvado a la Hacienda de una situación de prequiebra (IVA de VW, deuda disparada, préstamos a corto recurrentes con bancos...)– han supuesto un hito más en este relato compartido de la historia reciente.
Necesariamente, el gobierno resultante de las elecciones de hoy se comparará al que ha gobernado Nafarroa hasta hoy. Tanto el que venga, como los siguientes tendrán que medirse con él. El Cambio ha construido una referencia histórica perdurable y sólida de cara a futuro. El reconocimiento por parte de Geroa Bai, Podemos e I-E de que EH Bildu tiene un papel decisivo como motor principal de la construcción de una Nafarroa de progreso y decididamente de izquierdas ha traído cuatro años de Gobierno de una eficacia y un éxito indubitados.
Este relato del cambio ha quebrado el discurso hegemónico anterior, el de UPN. Hasta ahora, se vendía que solo la derecha era capaz de gobernar con eficiencia. Sin el tradicional-conservadurismo español que propugnaba la Unión del Pueblo Navarro, se desataba el caos, la sinrazón y poco menos que el Apocalipsis. Porque, UPN, según decían, constituía la esencia de Nafarroa. Esto ha caído en el descrédito absoluto por los logros del actual gobierno. Y también al pacto con un partido, Ciudadanos, pues la razón de ser de Ciudadanos es acabar con el estatus de Nafarroa, la CAV y Catalunya. Ciudadanos solo espera el mejor momento para dar la puñalada.
Existe una tercera teoría, que aún está en pañales. El think tank Cociudadana (financiado por Enrique Goñi y Francisco Iribarren desde Agbar) publicó en junio pasado esta tercera tesis. Allí hablan de «la Navarra de los tres tercios». Suman en ese estudio los votos del PSN, Podemos e I-E y la cuenta que les sale es que ese espectro político supone un tercio de los votantes y puede colocarse en el centro, votando unas veces con la derecha y otras, con los nacionalistas. Ahora bien, el estudio (con prólogo de Aladino Colín, cobradietas y exconsejero por el PSN) remata apuntando que solo es legítimo pactar con la derecha.
María Chivite confía en que esa “Navarra de los tres tercios” la hará presidenta. Quizá sociológicamente esta teoría tenga fundamento y la suma de votos que han hecho los estudiosos sea correcta. Pero, desde luego, carece de un relato creíble que la sostenga. Todos los intentos que Chivite ha lanzado para vender esta moto en campaña han sido fútiles.
Si las cuatro fuerzas del cambio no reeditan los 26 escaños, los arañarán. Cualquier voto cuenta. El PSN juega a otra cosa. Lo andado ahí queda. Que no cunda la amnesia.