Francia y Corea del Sur levantarán el viernes el telón del Mundial. Será el inicio de un mes con el que las galas llevan años soñando pero también el primer examen para una selección con un rival añadido, la propia Francia.
El equipo tendrá que mantener a raya la presión generada por su condición de anfitrión y por los tropiezos, que le han hecho volver de los últimos Mundial, Juegos y Eurocopa mucho antes de lo que se esperaba, teniendo en cuenta la generación de futbolistas de la que ha disfrutado. Muchas de ellas siguen, ahora a los mandos de Corinne Diacre, que generó muchas dudas en sus primeros meses en el banquillo pero que parece haberlas despejado en los últimos meses. Alemania es el único rival ante el que han caído desde verano las francesas, que sí han podido con Australia, Japón o incluso Estados Unidos en sus partidos de preparación. Con el Olympique como base del equipo, la duda es saber si echará de menos los goles de Katoto.
La preocupación para Yoon Deok-Yeo está en la portería, después de que sendas lesiones hayan dejado fuera del Mundial a sus dos guardametas más veteranas, Yon Duk Yeo y Kim Jeong Mi. A lo que hay que añadir que la defensa es la línea más débil de una Corea del Sur a la que dará poso en el centro del campo Cho Sohyun y peligro en ataque Ji So-yun.
En Noruega, por el contrario, y pese a que ha saldado su último amistoso con un escandaloso 2-7 a Sudáfrica, la preocupación son los goles, después de marcharse de la pasada Eurocopa sin marcar ninguno. Y eso que allí tuvo a Ada Hegerberg. En Francia, la responsabilidad será para Isabell Herlovsen, aunque la brújula del equipo, triunfador este año en Algarve, será Caroline Graham Hansen, recién fichada por el Barcelona.
Allí compartirá vestuario con Asisat Oshoala, gran estrella de Nigeria. Con mayor capacidad ofensiva que defensiva, es una incógnita pese a haber ganado su novena Copa África y su reciente triunfo en la Copa Wafu, donde Uchenna Kanu marcó diez goles.