Las negociaciones de María Chivite con Geroa Bai, Podemos e I-E comienzan formalmente este mediodía. Este proceso excluyente, donde el veto a EH Bildu se mantiene, es la capa visible de lo que realmente sucede. Y cada vez importan más las tensiones del PSOE que fluyen entre Nafarroa y Madrid.
El río que sonó el lunes en “El Confidencial”, “Cadena Ser”, “Eldiario.es” (y que adelantaba un veto de Ferraz a un Gobierno «progresista» en Nafarroa) agua lleva. Que a una parte de Ferraz no le gusta un Gobierno basado en la abstención de EH Bildu no es novedad. Sin embargo, ayer desde Madrid llegó un mensaje que daba aire a Chivite de cara a estos contactos. El ministro de Fomento y secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, aclaró que «la compañera María Chivite no está desafiando a la dirección del partido».
La intervención de Ábalos responde al guión más previsible. La mano derecha del secretario de Organización del PSOE es el navarro Santos Cerdán y, si Chivite tiene que buscar un aliado en Madrid, lo encontrará ahí y no en las baronías.
El PSOE es, hoy por hoy, una olla burbujeante por las pulsiones internas de las que borbotearán afirmaciones en un sentido y en otro, sin que merezcan demasiada atención. Porque Nafarroa es solo una pieza más y no la más importante. Sobre todo, ahora que comienzan las audiencias con Felipe VI y la búsqueda de la investidura de Pedro Sánchez.
Los movimientos del PSN son harina de otro costal. El partido está siendo particularmente parco en sus mensajes. Proclamó a Chivite «candidata a la Presidencia» el viernes a través de un comunicado de dos párrafos. Y ayer combatió la tormenta que desató la filtración del veto de Ferraz con un único tuit: «Volvemos a tener la oportunidad de liderar un ejecutivo progresista y de izquierdas y cumpliremos con nuestro compromiso».
Acompañan la frase dos fotos: un retrato de Chivite enfatizando su liderazgo y la otra, con la «candidata a presidenta» abrazando a una anciana. Pero no a cualquier anciana, sino a Áurea Jaso. Ella es un símbolo en Nafarroa, y más en clave interna. Su carné se cuenta entre los más viejos del partido y, por encima de todo, es una de las personas que lideró las exhumaciones tempranas del 78, cuando los hijos de los republicanos se echaron la azada al hombro para sacar a los suyos de las cunetas.
El mensaje es tan discreto como nítido y con carga emotiva. Porque Jaso lo tiene claro: Chivite debe apurar sus opciones. «Por supuestísimo que me hace ilusión que Chivite lo intente. Ya he visto que los barones han salido todos en tromba pidiendo que por favor que no. Pero por mí, adelante. Ojalá tendría yo menos años para poder acompañarla. No tenemos que depender de Madrid, sino decidir en Navarra», comentaba ayer.
Chivite exhibe cartas potentes y emotivas. Le harán falta si llega al final del camino, pues todo apunta a que la elección del próximo presidente pasa por una consulta a la militancia del PSN, sea para decidir qué hacer con Javier Esparza o para contrastar un acuerdo programático.
Ferraz acabará decidiendo
Aun así, el escepticismo que genera el PSN resulta difícil de combatir. Arnaldo Otegi, líder de EH Bildu, insistió ayer en que la decisión final no la tomará Chivite, sino Ferraz, como siempre. La prueba, dijo, es que se mantiene el cordón sanitario impuesto a su formación. Otegi, además, censuró que Geroa Bai, Podemos e I-E avalen esta exclusión a su exsocio, prestándose a negociar con el PSN sin más.
Por tanto, Otegi vaticinó que el PSN volverá a quedar «en muy mal lugar» después de remover la esperanza de los republicanos para traicionarlos en favor de las derechas. Otra vez.