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Washington

China y EEUU reanudan el diálogo comercial, aunque los obstáculos se mantienen

Washington y Pekín han aceptado retomar la vía de la negociación, pero la distensión diplomática no oculta los grandes obstáculos que restan por franquear para poner fin a su guerra comercial.

Mural titulado “Smart Love” del artista callejero italiano TvBoy pintado en un muro de Milán. (Miguel MEDINA | AFP)
Mural titulado “Smart Love” del artista callejero italiano TvBoy pintado en un muro de Milán. (Miguel MEDINA | AFP)

Atar un acuerdo con China «es extremadamente –yo no diría complicado– pero sí muy complejo». Así lo resumió el presidente estadounidense, Donald Trump, al anunciar el pasado sábado la reanudación de las negociaciones desde Japón, donde participó en la cumbre del G20.

Estos son los principales asuntos sobre los que se ha levantado este complejo tablero geopolítico, en el que se disputa mucho más que una batalla aduanera. Lo que está en juego es el liderazgo económico y político a escala planetaria.

Aranceles

Pekín desea que se levanten las tasas aduaneras adicionales. La Administración Trump, por su parte, siempre ha dicho que tiene intención de mantener activa esta palanca, al menos parcialmente, para hacer aplicar un eventual acuerdo comercial.

Para permitir que se reanude el diálogo, Trump anunció que no tiene intención de «añadir» aranceles a las importaciones procedentes de China, ni de suprimirlos, «al menos por el momento».

Por ahora, Washington impone aranceles sumplementarios sobre 250.000 millones de dólares en bienes chinos y Pekín hace lo propio sobre 110.000 millones de dólares en productos estadounidenses, lo que debilita el crecimiento de ambos países.

Huawei

Este es, sin duda, el dosier más espinoso y el que ilustra el meollo de este conflico comercial: el dominio de las altas tecnologías.

EEUU sospecha que los sistemas fabricados por Huawei, uno de los gigantes tecnológicos (smartphones y equipamientos de telecomunicaciones), son utilizados por Pekín con fines de espionaje. A petición de la Administración Trump, las empresas estadounidenses han tenido que suspender la venta de valiosos componentes a compañías chinas.

Para calmar el descontento de estos proveedores estadounidenses, Trump anunció la flexibilización de las restricciones. Estas compañías podrán reanudar las ventas de algunos equipos a Huawei siempre que no representen «ningún problema de seguridad nacional».

El Gobierno de EEUU no ha difundido la lista concreta de los componentes autorizados o prohibidos. El presidente anunció que este asunto se zanjará totalmente cuando se logre un acuerdo comercial general.

Barreras políticas

En Estados Unidos, muchos parlamentarios, como el senador republicano Marco Rubio, se oponen a cualquier tipo de flexibilización de las restricciones impuestas a Huawei e instan a mantener la firmeza en este asunto.

Por su parte, Xi Jinping se enfrenta a los jefes del Partido Comunista y a los dirigentes de empresas estatales que acusan a Washington de querer demoler el modelo económico que impulsó a China al rango segunda potencia económica mundial.

Cambios estructurales

El Gobierno estadounidense exige a las autoridades chinas que pongan fin a las subvenciones de Estado masivas, a la transferencia forzada de tecnología por parte de las empresas extranjeras que invierten en China o a lo que califica de robo de la propiedad intelectual.

El inquilino de la Casa Blanca afirmó en mayo que Pekín había dado marcha atrás sobre los compromisos adquiridos en estas materias, lo que echó más leña al fuego.

El pasado sábado, Trump repitió que desea «un buen acuerdo». Pero Pekín no confirmó que esté dispuesto a hacer nuevas concesiones sobre las prácticas comerciales que han contribuido al milagro económico chino.

Agricultura

A cambio de la tregua arancelaria, Washington afirma que ha obtenido de Pekín el aumento de sus compras de productos agrícolas procedentes de Estados Unidos.

Este sector, muy estimado por Trump, es el que más ha sufrido la guerra comercial. Como ejemplo, las exportaciones de soja estadounidense hacia China, gravadas por tasas aduaneras suplementarias, se hundieron en 2018, representando 3.100 millones de dólares frente a los 12.300 millones de 2017.

Es cierto que el Gobierno estadounidense ha concedido a ganaderos y agricultores dos importantes ayudas financieras (12.000 millones en 2018, a los que se suman los 16.000 millones anunciados en mayo pasado). Pero el descontento aumenta. Y Trump, que ya ha iniciado su campaña para la reelección, desea conservar este electorado.

«China va a comprar una cantidad increíble de alimentos y productos agrícolas; van a empezar muy pronto», prometió el presidente estadounidense. «Vamos a darles una lista de cosas que nosostros quisiéramos que compren», añadió, asegurando que al final los agricultores serán «los grandes beneficiados».

Inversiones

En un gesto de buena voluntad, China anunció el domingo que, a partir del 30 de julio, va a suavizar o levantar las restricciones a las inversiones extranjeras en nuevos sectores, incluyendo el transporte marírimo y ciertos servicios de telecomunicación, así como la explotación petrolera y gasística.