La escasez de lluvias ha echado a perder los cultivos y, con ellos, los medios de vida y subsistencia de numerosas comunidades, lo que ha dejado a 7,6 millones de personas en riesgo de hambre extrema, ha subrayado Oxfam en un comunicado. Muchas de esas personas se han visto obligadas a migrar para sobrevivir.
En la última década, la región del Cuerno de África se ha visto azotada por dos sequías: una muy severa en 2011 en la que murieron 260.000 personas; y otra en 2017, en la que la respuesta internacional fue más rápida y eficaz.
«De la hambruna de 2011 aprendimos que debemos responder rápidamente y de forma decidida para salvar vidas. Pero aquel compromiso internacional de garantizar que aquello no volviera a suceder se ha transformado en autocomplacencia», ha afirmado la directora de Oxfam para el Cuerno de África, Lydia Zigomo.
«Una vez más, son las personas más pobres y vulnerables las más perjudicadas –ha añadido Zigomo–. No podemos esperar a que imágenes de personas desnutridas y animales muertos llenen las pantallas de nuestros televisores. Debemos actuar inmediatamente para evitar un desastre», sentenció la directora.