Un día tan esperado y todo ha salido mal. Regresaba el Eibar a Ipurua tras haber disputado a domicilio las tres primeras jornadas de Liga, y lo hacía con la esperanza de enderezar el rumbo, avalado por su buena actuación en el Wanda y por el plus que siempre le aporta su estadio.
Pero noventa minutos después, sigue igual. O peor. Porque con cuatro jornadas disputadas ya, sigue con un solo punto en el casillero, peores sensaciones que en la pasada jornada y al menos tres futbolistas que han acabado el partido con problemas. Ni la nueva grada ni el himno de Su ta Gar, tan bien recibido por la afición, alcanzan para restar pesadumbre a la familia azulgrana.
El Eibar ha saltado al césped con novedades. La principal, la de Cote, que se había perdido los tres primeros partidos por lesión. Su entrada ha trasladado a Arbilla al centro de la defensa y a Sergio Álvarez al banquillo. También se ha sentado Pedro León para posibilitar la presencia de dos delanteros en el equipo, esta vez Charles y Enrich. También ha sido novedoso, para mal, el rendimiento del equipo en el primer tiempo. Todo el daño que le había hecho a un rival como el Atlético de Madrid en su estadio ha sido incapaz de hacérselo al Espanyol en Ipurua. El Eibar mandaba pero no lastimaba lo más mínimo a un rival más romo aún. Para más inri, el único «uy» del primer tiempo ha sido de susto y no de emoción: un malentendido entre Arbilla y Dmitrovic que Ferreyra no ha aprovechado por los pelos.
El partido ha cambiado tras el descanso. Primero para bien porque a los eibarreses se les veía más entonados ahora. Llegaban algo más al área pero, sobre todo, con mejores formas. Y principalmente porque ha llegado el gol. Estaba a cumplirse la hora cuando Orellana ha enviado una falta lateral al primer palo para que Ramis cabecease el 1-0. Le ha sentado fenomenal al equipo, que ha seguido insistiendo, aunque todavía fuera con más ganas que claridad.
Todo se ha torcido a un cuarto de hora del final. Ramis, que ya había avisado con otro gesto similar en la primera parte, se ha ido al suelo llevándose la mano a la rodilla derecha. Sergio Álvarez ha entrado en su lugar y, con el equipo descolocado todavía y Ramis aún recorriendo la banda en dirección al banquillo, el asturiano se ha tragado el balón que Ferreyra ha convertido en el empate. La acción, que ha acabado con el delantero lesionado, era el primer disparo del Espanyol entre los tres palos.
El golpe no ha parado ahí. Dos minutos después, Sergio Álvarez volvía a fallar, esta vez posibilitando que Pedrosa se marchara y centrara desde la izquierda. Granero, que acababa de saltar sustituyendo a Ferreira, ha empujado el 1-2 junto a la línea de gol.
Quedaba un cuarto de hora. Pero también muchos nervios, mala leche, desconcierto y poca capacidad de reacción. Así que el partido se ha consumido con el Eibar llorando y el Espanyol más cerca de marcar el tercero que de encajar el empate.