Sentencia rima en Barcelona con reincidencia e independencia
Han sido cientos de miles tras una sola palabra que lo decía todo: ‘Llibertat’. Para los presos y para Catalunya. La movilización contra la sentencia del Supremo ha abarrotado la calle Marina con mensajes que riman muy bien con sentencia: reincidencia, desobediencia, independencia.
‘Ho tornarem a fer, ho tornarem a fer’, han gritado las miles de personas que esperaban junto al escenario a la llegada de la pancarta desde la parte superior de la calle Marina. La movilización convocada por ANC y Òmnium en respuesta a la decisión del Supremo ha sido una gigantesca muestra de solidaridad con los represaliados, pero también una reivindicación de su labor y un modo de coger el testigo. Lo volverán a hacer.
El lema de ‘Llibertat’ pretendía facilitar toda la transversalidad posible, y de que lo ha conseguido dan fe los datos de la Guardia Urbana: 350.000 manifestantes, continuando así una protesta que se prolonga ya durante trece días en muy diversos formatos. Entre ellos estaba Quim Torra, president de la Generalitat que se ha acercado a la pancarta para abrazar a los familiares. También algunos que solo en ocasiones aparecen en estas movilizaciones, como Camil Ros, líder de la UGT. Ha habido 130 colectivos implicados en la organización.
Y si algo no ha faltado es pueblo. Miles de personas esperaban ya hora y media antes en el punto de llegada, con carteles de ‘Llibertat’ e ‘Independencia’, fotos de los líderes presos (no tanto de los posteriormente encarcelados), caretas de Carles Puigdemont, un sinfín de esteladas y apelaciones en inglés a la comunidad internacional, sobre todo la de forzar a España a dialogar: «Sit down and talk».
Más esporádicamente, también se veían carteles pidiendo la dimisión del conseller de Interior Miquel Buch por la actitud de los Mossos. Generalizados han sido los pitos al helicóptero policial, que han desatado voces de ‘Fuera las fuerzas de ocupación’. Muy insistente también el grito de ‘Prensa española, manipuladora’.
No ha sido una manifestación al uso, sino más bien una concentración humana enorme por una avenida de dimensiones gigantes tanto en anchura como en longitud, desde la Sagrada Familia a la Torre Mapfre, casi rozando ya el Mediterráneo. Más de tres kilómetros, por tanto. La pancarta apenas ha recorrido unos cientos de metros, los últimos. Los cálculos de la Guardia Urbana corresponden a la ocupación espacial.
Tanto Marcel Mauri (Òmnium) como Elisenda Paluzie (ANC) se han mostrado muy satisfechos del resultado de la movilización. Pero el mayor protagonismo en el acto final ha sido para Blanca Bragulat, esposa de Jordi Turull –consejero de Presidencia el 1 de octubre–, que ha intervenido en nombre de todos los familiares, también con un mensaje que tiene como horizonte la reincidencia: «Ninguna sentencia puede cambiar las aspiraciones de un pueblo».