En una nota que acompaña a la agenda legislativa del Gobierno de Boris Johnson, el Ejecutivo británico ha rechazado la propuesta de Nicola Sturgeon, entre otras razones porque ensombrecería el «resultado decisivo» de 2014, cuando una mayoría de los escoceses se pronunciaron en contra de la independencia.
Entonces, «se prometió al pueblo de Escocia que sería una votación única en una generación», ha defendido el Gobierno, que ha reiterado su promesa de invertir para favorecer el crecimiento económico y la creación de empleo también en territorio escocés. «Ser parte de Reino Unido supone casi 2.000 libras al año por persona en Escocia», ha esgrimido.
Asimismo, ha recordado que Escocia exporta el 60% de sus productos hacia Gran Bretaña, hasta el punto de que el volumen comercial interno «es casi cuatro veces más» al que existe con la Unión Europea.