Iker BIZKARGUENAGA

De Falls Road a O’Connell Street, una nación

Es difícil valorar lo ocurrido el sábado desde un punto de vista estrictamente electoral, y eso que lo que ha pasado en las urnas ha sido un terremoto, con la ruptura de un modo de entender la política en Irlanda que ha durado todo un siglo. Pero precisamente este dato, contundente, es el que permite medir la importancia histórica de estos comicios.

Irrupciones fulgentes como la protagonizada por Sinn Féin las hemos conocido de todos los colores en la última década, y también debacles mayores que las de Fine Gael y Fianna Fáil, cuya pérdida de apoyo, que viene de lejos –se han dejado 25 puntos desde 2007– quedará matizada por el sistema electoral de la República. Lo que ocurre es que los habitantes de la misma no han conocido otra cosa que el turnismo entre los partidos que heredaron el legado de Michael Collins (FG) y Éamon de Valera (FF) para gestionar un estado surgido de dos guerras cruentas, una contra los ingleses y otra entre los propios irlandeses, con ambos líderes como caras visibles de sus respectivos bandos en un conflicto que todavía supura.

Ganaron los seguidores de Collins, validando la partición de la isla, pero muerto su rival en la contienda fue De Valera quien llevó las riendas de los 26 condados del sur, mientras en los seis del norte bajo dominio británico los republicanos irlandeses eran tratados como parias. Así han estado durante décadas, con FF y FG gobernando un país partido, mientras en el norte Sinn Féin se partía la cara por quienes anhelaban la unidad de Irlanda.

La fuerza que fue hegemónica durante la guerra de independencia quedó marcada como representante del republicanismo indómito, la voz de aquellos que desde Derry o Belfast gritaban al mundo que querían ser libres; al menos tanto como sus hermanos del sur. Ahí los han conocido muchos vascos y vascas, que han peregrinado en masa a lugares icónicos como Falls Road, desde donde el mural de Bobby Sands ha acompañado con su sonrisa a generaciones de luchadores.

Tiocfaidh ár lá, nuestro día llegará. El camino está siendo largo, pero este fin de semana se ha avanzado mucho. Sinn Féin ha conectado con una población hastiada de sus gobernantes, sobre todo con una juventud entre la que ha arrasado. Lo ha hecho con un mensaje con un gran componente social, pero ha puesto también sobre la mesa la celebración de un referéndum sobre la reunificación irlandesa. Y así ha ganado el partido de Mary Lou McDonald, el partido de Gerry Adams y Martin McGuinness. Ya no está parapetado en Falls, entre rejas y barricadas, ahora exhibe su triunfo por O’Connell Street.

A Nation once again, han cantado estos días. No tendrán que esperar otro siglo.