El primer ministro griego, Kyiriakos Mitsotakis, ha anunciado este domingo la suspensión durante un mes de la tramitación de peticiones de asilo como medida de «disuasión» ante la decisión de Turquía de abrir la frontera con la UE y permitir el paso de migrantes y refugiados.
Atenas suspende así el derecho internacional sobre migración y lo hace aludiendo a «una amenaza activa, grave, excepcional y asimétrica para la seguridad nacional del país». Se refiere así a la masiva llegada de personas a la frontar turca, que considera dirigida y coordinada por Ankara.
«Nuestro Consejo de Seguridad Nacional ha tomado la decisión de incrementar al máximo el nivel de disuasión en nuestras fronteras. A partir de ahora y durante un mes no aceptaremos solicitudes de asilo nuevas», ha explicado Mitsotakis.
En concreto, el mandatario griego invoca el Artículo 78.3 del Tratado Sobre el Funcionamiento de la Unión Europea, que señala que «en caso de que uno o más Estados miembro afronten una situación de emergencia por la llegada repentina de ciudadanos de terceros países, el Consejo, a propuesta de la Comisión, puede adoptar medidas provisionales en beneficio de los Estados miembro afectados. Debe actuar tras consultar con el Parlamento Europeo»
«Las fronteras de Grecia son las fronteras exteriores de Europa. Vamos a protegerlas. Voy a visitar Evros, la frontera terrestre con Turquía, junto a Charles Michel», presidente del Consejo Europeo, ha señalado Mitsotakis.
«Una vez más. No intenten entrar ilegalmente en Grecia. Serán enviados de vuelta», ha añadido.
Acusa a Turquía
Además de suspender el asilo el Gobierno griego ha anunciado un refuerzo de la seguridad en sus fronteras terrestres y marítimas «para impedir toda entrada ilegal en el país» y la devolución inmediata de cualquier persona que entre en territorio griego sin guardar registro alguno.
El portavoz del Gobierno, Stelios Petsas, ha denunciado que «en los últimos días Grecia ha sufrido la presión repentina, masiva, organizada y coordinada por el movimiento de poblaciones en sus fronteras orientales terrestres y marítimas».
«Este movimiento está dirigido y fomentado por Turquía. Estas acciones suponen una violación de sus obligaciones conforme a la Declaración Conjunta UE-Turquía» de 2016 por la que Ankara se comprometía a impedir el paso de migrantes a cambio de ayudas económicas, ha agregado.
El portavoz a a cusado a Ankara de «convertirse en traficante, en lugar de controlar a las mafias de tráfico de migrantes y refugiados».
Hungría alude al coronavirus
Otro miembro de la Unión Europea, Hungría ha suspendido el derecho de asilo y ha dejado de aceptar solicitudes en las zonas de tránsito que acogen refugiados junto a las fronteras sureñas del país.
En este caso ha alegado «el peligro de que entre los migrantes que llegan a las fronteras húngaras haya gente con el coronavirus», en palabras de György Bakondi, consejero de Seguridad Interna de la jefatura de Gobierno.
El consejero ha subrayado que la mayoría de los refugiados que llegan a Hungría son afganos, paquistaníes e iraníes, y ha recordado que en este último país se ha formado un foco del coronavirus.
Con todo también ha relacionado la medida con el creciente número de personas que se han congregado ante la frontera turco-griega con la intención de entrar en la UE.
Se ha referido a las fuentes turcas que han cifrado en 40.000 el número de refugiados que habrían salido de Turquía hacia Grecia en las últimas horas, una cifra que contrasta con las de Grecia, país que intenta impedir cualquier entrada ilegal en su territorio y que las reduce a unas 10.000.
A la vez, la Policía griega ha impedido con gases lacrimógenos que estas personas crucen la frontera mientras en las islas del Egeo se ha producido ataques racistas contra migrantes y ONG.
Turquía –que acoge en su territorio a 3,6 millones de pesronas– ha dejado de hacer de freno a los miles de refugiados que intentan llegar a la UE, para presionar a los países europeos para que apoyen su guerra en Siria.