LAB ha mostrado su disconformidad con ciertos mensajes de las instituciones vascas ante la crisis del coronavirus. «Parece que la prioridad pasa por intentar demostrar que nuestro sistema sanitario está preparado para cualquier eventualidad y mostrar una transparecencia informativa que poco tiene que ver con la mostrada en la emergencia medioambiental de Zaldibar», apunta.
Refiriéndose a Osakidetza, lamenta que «la foto no es tan perfecta: los protocolos habilitados son modificados semanalmente y con un déficit de difusión evidente entre las y los diferentes profesionales. La atención primaria, tras años de desmantelamiento paulatino, se ve en una situación de debilidad que como todos los años en época de gripe queda bien clara».
Así las cosas, LAB pide información «clara, concisa y no alarmista». Y reclama también garantizar la seguridad de los trabajadores y trabajadoras «para garantizar el funcionamiento del sistema sanitario», lo que traduce en atención especial a embarazadas y otro personal sensible, unificación de criterio para la formación del personal, acabar con la falta de información, notificar los protocolos a toda la plantilla, formación presencial («más allá de colgar vídeos en la red»), cumplimiento al 100% de esos protocolos y «asunción de responsabilidades ante los errores que se han podido cometer en la gestión del foco en OSI Araba; no se puede entender que conociésemos el primer positivo por los medios de comunicación el viernes a las 19.00 cuando el protocolo no se activó hasta el viernes a las 22.00).
Le añade la exigencia de «reforzar la plantilla en todos los servicios necesarios». Y concluye así: «El coronavirus no es, a priori, un problema de salud pública por su virulencia, sino porque, una vez más, puede dejar en evidencia la falta de estructura sanitaria para hacer frente a situaciones extraordinarias, unos servicios que se encuentran bajo mínimo todos los días, marcados por una falta endémica de personal, los recortes, la falta de formación, una plantilla marcada por una tasa de eventualidad inaceptable y una gestión oscurantista, ineficaz y escorada hacia la privatización de servicios».