Iñaki Altuna

Autonomía diezmada, desde el Gobierno de Sánchez y también desde el de Urkullu

Iñaki Altuna.
Iñaki Altuna.

El enfado mostrado por el Gobierno de Lakua, el PNV y Confebask por la decisión del Gobierno español de parar la actividad productiva no esencial podría llevar a interpretarse como un exponente de un conflicto de soberanía o de, al menos, recorte del autogobierno de la Comunidad Autónoma Vasca. Nada más lejos de la realidad cuando ambas partes han propiciado la actual situación.

La actitud timorata de Lakua en la gestión de la crisis la marcó la comparecencia del día 13 en la que Urkullu se quedó muy corto al no defender la necesidad urgente del confinamiento. Se limitó a anunciar una serie de medidas que se vieron inmediatamente superadas por el estado de alarma decretado por Sánchez. La impostada bilateralidad se tornó en real subordinación, no solo por la actuación del Gobierno español, sino también por la inacción del de Lakua.

Ni en esas circunstancias el Gobierno de Gasteiz o, mejor dicho, su parte más sustancial –pues, el PSE ni está ni se le espera– ha aprovechado para generar un polo propio de debate y decisión con otras fuerzas y agentes sociales vascos. La única banda ancha de conexión que parece tener es con Confebask. Si hubiese actuado de otra manera, esa subordinación impuesta se habría entendido de forma muy diferente, pero mandan los tics atávicos que le llevan a buscar su particular entente con Madrid, ahora quebrada, y a zurrar a sus paisanos políticos. El insulto está rigiendo su reacción hacia al soberanismo de izquierdas. No es descartable que, en esta refriega, vuelva a utilizar el comodín de ETA. Quién sabe.

De la falta de adaptación a las circunstancias extraordinarias mostrada por el llamado «nacionalismo institucional» y de las indisimuladas intenciones del Estado de aprovecharlas para fortalecer su posición, se corre también el riesgo de que se extienda la idea de que, a la hora de la verdad, en las grandes crisis, hay que centralizar el poder, que resulta más eficaz para abordar emergencias de gran tamaño como la del coronavirus. Y también eso está absolutamente alejado de la realidad.

Por ejemplo, estos días hemos sabido que la centralización respecto a la gestión de los suministros sanitarios ha sido un error mayúsculo. Como señalaba en su información de este sábado Beñat Zaldua, atendiendo a diferentes fuentes, en el Ministerio de Sanidad español no existe la práctica ni el saber hacer a la hora de lograr suministros y buscar material, lo que ha provocado en ocasiones situaciones de caos. Con mejor o peor gestión en cada caso, son las autonomías las que cuentan con la experiencia suficiente en ese terreno.

Pero es cierto que la tentación de sacar partido de las coyunturas excepcionales suele ser demasiado fuerte. Así, el Estado arrima el ascua a su sardina hasta el punto de pretender blanquear al Borbón Felipe VI en medio de la crisis y de lanzar una campaña de promoción de las Fuerzas Armadas, en especial con su despliegue en territorio vasco. Resulta recomendable leer el artículo del investigador en comunicación Jonathan Martínez publicado ayer en NAIZ y GARA, ‘Alarma de Estado’.

Sí, efectivamente, en el fondo de todo late el debate de la soberanía, pero ese no se dilucidará en torno a los intereses de Confebask.