Rusia es uno de los países grandes en población y territorio con menor impacto de la pandemia del coronavirus. El país registraba al mediodía de este martes 7.497 casos, aunque en los últimos días los nuevos infectados se cuentan por centenares, de los que dos tercios se localizan en Moscú. De momento han fallecido 58 personas. Este relativo éxito se consigue mediante una gran cantidad de tests y medidas restrictivas, especialmente en lo que concierne al movimiento de personas, tanto dentro de Rusia como a través de sus fronteras.
Las autoridades del país ya han realizado 795.000 pruebas de coronavirus y, según la viceprimera ministra, Tatyana Golikova, Rusia lleva un tiempo produciendo aproximadamente 100.000 test al día. Ello ha permitido al país colocarse el tercero en el mundo tras EEUU y Alemania en test realizados, aunque faltarían los datos de China, que sigue sin hacerlos públicos. Los test empezaron a realizarse mediados de marzo y en los últimos días se hacen unos 50.000 al día, mientras que el resto va a la exportación.
Las medidas tomadas por el Gobierno empezaron en enero limitando el tráfico de personas entre China y Rusia. El 31 de enero Rusia cerró su frontera con su vecino asiático y dejó de emitir visados para los ciudadanos chinos, dejando solo varios vuelos de conexión entre los dos países. A principios de febrero, asimismo, Rusia empezó a enviar aviones, tanto militares como de líneas aéreas nacionales, a recoger a sus ciudadanos por el mundo. Hasta ahora han repatriado a unos 155.000 ciudadanos.
Las siguientes medidas importantes se tomaron en marzo, a medida de que el virus se expandía dentro de la UE. Se anularon vuelos y se cerraron fronteras para ciudadanos de países con gran número de infecciones, como Italia, Alemania, Francia o el Estado español. En caso de que estos fueran residentes en Rusia debían guardar una cuarentena de dos semanas en sus domicilios al llegar al país. Estas medidas se tomaron algo tarde, según algunos expertos, y políticos opositores ponen las cifras oficiales en duda, aunque tampoco hay otras fiables con las que comparar.
Todas estas medidas han sido vistas con cierto escepticismo por la población rusa, que ha tardado en reaccionar ante la amenaza de la pandemia. Para muchos rusos esta enfermedad es vista como algo pasajero que no afectará especialmente a la sociedad. Además, la sociedad rusa tiene interiorizado cierto grado de fatalismo, especialmente la gente mayor de 40 años. Las vivencias del pasado como guerras, atentados, diferentes crisis económicas o las catástrofes como la de Chernóbil les hacen ver la nueva amenaza para sus vidas como algo superfluo que a ellos no les va a afectar.
Red hospitalaria
Por otro lado, Rusia tiene sobre el papel una red hospitalaria bastante desarrollada, con 8,1 camas de hospital por cada 1.000 habitantes. En comparación, en la UE el líder en este sentido es Alemania con 8 camas, mientras el Estado español va a la zaga con 3 camas por cada 1.000 habitantes. Además, Rusia cuenta con 40.000 aparatos de respiración asistida, y han puesto en marcha la producción y compra de más.
Durante las últimas semanas, el presidente, Vladimir Putin, se ha dirigido a la población dos veces para anunciar nuevas medidas y pedir a la gente que se quede en sus casas. De momento se ha declarado no laborable el mes de abril y se ha pedido a las empresas que puedan que pasen al modo no presencial de trabajo. Asimismo, se ha aplazado sin fecha fija la votación sobre la reforma constitucional que debe permitir a Putin gobernar más allá de 2024. Las autoridades han anunciado una serie de medidas sociales y económicas destinadas a proteger a la población. Sin embargo el sector privado, especialmente el de la mediana y pequeña empresa, ya ha se ha pronunciado en contra de las medidas adoptadas, ya que pone todo el peso financiero de la crisis sobre sus espaldas.
En general, de momento Rusia parece esquivar lo peor de la pandemia. Habrá que ver si en las próximas semanas las medidas adoptadas son suficientes. Aunque el tamaño del país y la facilidad de bloqueo de las comunicaciones entre ciudades pueden ser el aliado clave para que el virus no se expanda.