Ingo NIEBEL

La gestión de la crisis del Covid-19 da alas a la CDU de Merkel

Este sábado estaba previsto un congreso extraordinario de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) para elegir un nuevo presidente y probablemente futuro candidato a canciller. La pandemia ha retrasado el evento, pero la carrera de los presidenciables sigue en un clima político que favorece a la CDU y, en concreto, a Angela Merkel.

 Comparecencia estos días de la canciller alemana. (Michael KAPPELER/AFP)
Comparecencia estos días de la canciller alemana. (Michael KAPPELER/AFP)

Hacía falta una pandemia para que la canciller Merkel saliera de su Cancillería para gestionar ella misma y de forma pública la crisis. Las voces críticas dicen que tardó demasiado, las amigas opinan que lo hizo en el momento oportuno.

De hecho, la jefa de Gobierno había reducido su presencia política desde que en 2018 dejó la presidencia de la CDU en manos de Annegret Kramp-Karrenbauer (AKK). Pero la ministra de Defensa fracasó a la hora de liderar al partido hacia un futuro mejor. Tras varias debacles electorales, decidió dejar la presidencia, avisando que su sucesor debería ser también candidato a canciller.

Aunque se han presentado varios, solo dos destacan. Uno es el eterno rival interno de Merkel, el exbanquero de inversiones Friedrich Merz. Desde las bases y desde el mundo industrial y económico recibe un considerable apoyo.

Fue una de las primeras «celebridades» alemanas que cayó víctima de la desconocida enfermedad. Ahora, curado del todo, ha hablado con los corresponsales de la Asociación de la Prensa Extranjera (VAP) manteniendo la obligada distancia de dos metros, utilizando un sistema de videoconferencia.

«He tenido suerte», reconoce, y añade que la hace extensiva al conjunto del país. «Tanto por el número de infectados como por la cifra de muertes, los alemanes han tenido suerte» se felicita, incluyendo entre ellos a sus padres, de 90 años.

«No me preocupo por la candidatura», responde; «es demasiado temprano». Prefiere esperar hasta otoño. Mientras tanto, respalda la gestión de la crisis del Gobierno federal y muestra cierta comprensión incluso con su rival, Armin Laschet.

Laschet es ministro presidente de Renania del Norte Westfalia. Con 19 millones de habitantes, es el land más poblado y, tras Baviera y por delante de Baden-Württemberg, uno de los tres con más infectados de Covid19. Laschet pisa el acelerador a la hora de levantar las restricciones. Ordenó que el jueves abrieran las escuelas para el alumnado que se presenta a la selectividad y a otros exámenes similares. «Mejor ser un poco más cauteloso y abrir más lentamente», opina Merz. Así lo ve también Merkel.

La canciller llamó la atención a comienzos de semana cuando la prensa se enteró de que había criticado las «orgías de debates sobre la desescalada» en una reunión telemática con la ejecutiva de la CDU. De hecho, la jefa de Gobierno tomó las riendas de la gestión de la crisis cara al público cuando la epidemia se convirtió en pandemia. Su ministro de Sanidad, Jens Spahn, se vio sobrepasado ya que en un principio decía, como otros, que en Alemania habría como mucho unos casos aislados.

En aquellos momentos decisivos, Merkel recibió el respaldo del ministro presidente de Baviera, Markus Söder, presidente de su aliada regional, la Unión Social Cristiana (CSU). Söder fue uno de los primeros que en marzo decretó el cierre de las escuelas, cuando Laschet aún se oponía. Ahora, ha cancelado la Oktoberfest y anunciado que a partir de mañana será obligatorio usar mascarillas en el transporte público y en las tiendas.

Laschet se ha negado hasta quedarse casi solo. La canciller necesita consensuar las restricciones ya que los 16 estados federales tienen competencia exclusiva en materia de sanidad.

Frente a Merz, Laschet cuenta con la ventaja de que está todos los días en televisión, pero su gestión de la crisis puede convertirse en su mayor problema si no la hace bien. Algo parecido ocurre a Spahn que apoya a su correligionario en su carrera por la presidencia de la CDU. La idiosincrasia de la política alemana evita un mayor debate sobre su gestión, por ahora. Pero cuando se relaje la situación los partidos de oposición podrían pedir una comisión de investigación.

Merz se prepara para después de esta primera ola poniendo el foco en la política económica de reconstrucción europea y alemana. Rechaza los eurobonos porque serían contrarios a los Tratados Europeos, a la Constitución alemana y a varias sentencias de la Corte Constitucional. «Hay que respetar las reglas» dice, alabando las actuales ayudas de la UE.

Esa posición la comparte con Merkel y el electorado, ya que la CDU roza el 40% en las encuestas, mientras que los ecologistas Verdes y los socialdemócratas (SPD) se pelean por el segundo y cotizado en el 17%.

Merz se alegra por los resultados pero avisa de que son coyunturales –como también lo es su posición fuera de la atención mediática. Para diciembre está planeado el congreso ordinario de la CDU, otra oportunidad de ser elegido presidente.