Dabid Lazkanoiturburu

El puerto de Beirut, microcosmos de un Estado anegado por la corrupción

En un Líbano en crisis, la trágica explosión del puerto de Beirut hace dos meses dejó al desnudo la corrupción en una infraestructura vital para el país de los cedros. El clientelismo, los sobornos y el fraude reinan en ese microcosmos del Estado libanés y abarcan a la páctica totalidad de las formaciones políticas del país.

Dabid Lazkanoiturburu (Gorka RUBIO/ARGAZKI PRESS)
Dabid Lazkanoiturburu (Gorka RUBIO/ARGAZKI PRESS)

Salarios de escándalo para funcionarios con lealtades políticas conocidas, concursos y subastas públicas opacas… En el puerto de Beirut, principal puerta de entrada de las importaciones de Líbano, los partidos dominantes han instaurado las mismas prácticas en vigor en el conjunto del sector público del Estado.

El potente movimiento chií Hizbullah, aliado de Irán, contaría con un «pase express» que le dispensa de cualquier control, según un juez retirado. Pero las irregularidades implican a todos los grandes partidos, desde la Corriente Patriótica Libre, del presidente cristiano Michel Aoun, pasando por el también chií partido Amal, del conspicuo presidente del Parlamento Nabih Berri, y acabando por la Corriente del Futuro, del ex primer ministro suní Saad Hariri.

«El puerto es de las instituciones más corruptas en el seno de la Administración libanesa», señala Mohamed Chamseddine, del instituto de sondeos Information International. «No hay control gubernamental de las entradas de divisas ni de materiales, sean los que sean».

En los años 90, tras el fin de la guerra civil, la gestión del puerto fue confiada a una comisión de siete miembros. El encargo,  temporal, sigue en vigor.
Como en todas las instituciones del país, la atribución de estos puestos se hizo en función de cuotas entre las principales comunidades religiosas –musulmanes suníes, chiíes y cristianos maronitas–.

Tras la devastadora explosión del 4 de agosto, el director general del puerto, Hassan Koraytem –próximo a la Corriente del Futuro–, y el director general de Aduanas, Badri Daher –alineado con  la Corriente Patriótica Libre–, fueron detenidos.

Dos meses después, la investigación interna sigue sin aclarar las causas exactas de la explosión en un hangar en el que estaban almacenados desde hace más de seis años alrededor de 2.750 toneladas de nitrato de amonio «sin precaución alguna», reconocen las autoridades.

Los detractores de Hizbullah acusaron al movimiento de resistencia chií de utilizar el puerto para almacenar y trasladar armas, y airearon una posible relación del Partido de Dios con el cargamento

El líder de Hizbullah, Hassan Nasrallah, niega control alguno sobre el puerto. Pero observadores consultados por Afp insisten en que la organización y sus hombres de negocios tienen sus redes para gestionar con total discreción sus transacciones y transitar sus mercancías.

«Es público que mercancías pasan por el puerto y por el aeropuerto (internacional de Beirut) a cuenta de la 'Resistencia'». asegura el expresidente del Consejo de Estado, Choukri Sader.

El ex responsable de esa institución jurídica insiste en que Hizbullah tiene una «vía express tanto en el puerto como en el aeropuerto para pasar sus cargamentos sin supervisión».

Pero Hizbullah no es en cualquier caso el único grupo que tiene derechos de paso en el puerto. Un informe confidencial oficial  identifica, por ejemplo, a cinco inspectores de aduanas «que no pueden ser reemplazados». Uno está afiliado al CPL del presidente Aoun, otro a Hizbullah y Amal, dos a Corriente de Futuro y un quinto a las Fuerzas Libanesas cristianas de Samir Geagea.

El puerto de Beirut recibe el 70% de las importaciones del país. Los beneficios anuales de gestión del puerto representan de media 220 millones de dólares,  de los que solamente 60 millones terminan en las arcas del Estado, según Chamseddine.

El costo del fraude aduanero se estima en entre uno y dos mil millones de dólares anuales.

Un fraude que bénéficia a hombres de negocios ligados a fuerzas políticas, «a veces a a través de asociaciones caritativas ficticias», señala el experto, que recuerda que e benefician de exenciones aduaneras.

Contrabando de productos de lujo falsos, de drones sin permiso.. Todo es posible, pero todo tiene un precio.

El montante de la «propina»  varía según la mercancía. Como contrapartida, los funcionarios pueden reducir notablemente las tasas de aduana.

A título de ejemplo, en un país que importa muchos vehículos de ocasión, hay que pagar 200.000 libras libanesas (120 euros en el cambio oficial) al funcionario para poder sacar el coche del puerto.

La «untada» sube si los responsables tienen que cerrar los ojos sobre el contrabando de armas y drogas, a veces escondidos en los coches.

El único escáner del puerto está fuera de servicio desde abril de 2019, según una fuente de aduanas anónima. «Es muy antiguo; costaría más repararlo que comprar uno nuevo (sic)

Los partidos no logran un acuerdu sobre el suministrador y cada uno quiere comprarlo a uno de los suyos.

Desde hace años, el periodista de investigación Riad Kobaissi investiga la corrupción. «Lo único que les interesa (a los responsables del puerto) es ver a Benjamin Franklin», ironiza, en alusión a los billetes de 100 dólares estadounidenses. Y evoca acuerdos bajo mesa y subastas amañadas para envíos que nunca recibieron sus propietarios.