«En el nuevo sistema económico votar desaparecerá y decidirán comités de expertos»
El doctor en Economía y profesor de la Universitat Ramon Llull Santiago Niño-Becerra tiene una visión pesimista para el largo plazo. Avizora el fin del capitalismo como tal para los 2060 en un mundo «similar al de la película ‘Blade Runner 2045’» debido a la robotización y al auge de las megacorporaciones. Recomienda zonas como Euskal Herría y «aumentar la cooperación con otros clusters» como clave para superar la crisis.
Siempre contundente y polémico en sus declaraciones, Santiago Niño-Becerra (Barcelona, 1951) vuelve a irrumpir en el mercado literario con “Capitalismo (1679-2065)”, un libro en el que analiza el derrotero de un sistema económico al que pone fecha de defunción -entre 2060 y 2070-, con el colapso del «modelo de protección social que pasará a la historia» y un esquema de vida de «ocio barato y otras fórmulas que permitan a los ciudadanos evadirse de la realidad».
Catedrático de la IQS School of Management de la Universitat Ramon Llull, Niño-Becerra es hace años uno de los principales divulgadores de asuntos económicos en el Estado español y fue uno de los que predijo el «crash» de 2008. Una crisis que avisó que se prolongaría mucho tiempo y que, en su opinión, aún no ha acabado. Además, cree que la depresión económica derivada de la pandemia funciona como un «acelerador» del proceso.
En entrevista con NAIZ, asegura que, más allá de cuestiones humanitarias, la inmigración «sólo ha traído precarización de los salarios» y presagia que por la revolución tecnológica y el imperio del capitalismo financiero disociado de la economía real las sociedades se aproximan a «un nuevo tipo de aristocracia» en la que los criterios de decisión sean «lo conveniente y no conveniente».
En su libro usted dice que ya puede darse por iniciado, aunque en forma incompleta, el nuevo sistema económico. ¿En qué cosas concretas lo podemos apreciar?
Como todos los sistemas, desde su mismo nacimiento el capitalismo está en evolución; el de 1940 no es el mismo que el de 1980. Defiendo que esta crisis, que empezó en 2007 y no ha acabado, significa una nueva ruptura. Seguiremos con el capitalismo un tiempo. Pero por ejemplo está el tema de la cooperación. Cada vez las empresas cooperan mas entre sí, inclusive competidoras, algo que era impensable hace 20 años. La concentración del capital se está produciendo a una velocidad terrible. Cada vez se necesita mas capital, no olvidemos que la tecnología es capital. Y se está abandonando la propiedad y dándose el paso al pago por acceso al uso. En los años 70 el objetivo era que cada uno tuviera su coche, su segunda residencia, etc. Esto se está perdiendo y se está pasando a un pago por un uso por el tiempo necesario. Esto los millenials lo han entendido muy bien, por eso cada vez menos tienen coche.
En su libro habla de un debilitamiento de los estados por este fenómeno….
Sí, el concepto de Estado se está diluyendo completamente. Una corporación que está presente en 160 países, como Microsoft o P&H, es hoy más poderosa que varios estados. La importancia la está teniendo la gran corporación, a un nivel que no ocurrió nunca. Hace 30 años una petrolera tenia un poder inmenso, es cierto, pero es que ahora grandes corporaciones en múltiples sectores tienen distintas manifestaciones. Por ejemplo, P&G tiene división consumo, farmacia, limpieza, química pura, etc. Estamos viendo elementos que son capitalistas evidentemente, pero no pertenecen al modelo que hemos vivido nosotros que se impuso tras la Segunda Guerra Mundial. Se está pasando a otra cosa. En los 80 para crear PIB hacía falta trabajo, pero hoy la demanda de trabajo ha caído en vertical. Ya no hace falta trabajo para crear ganancia.
Usted dice que los estados son dirigidos por los mercados que bendicen o rechazan políticas. ¿Esto es en todos los casos? ¿No hay esperanza democrática?
Bueno… uno de los principales productores de algodón del mundo es Mali y no pinta nada en el mercado porque el precio se decide en Chicago. Si esto le pasa a uno de los mayores productores… imagine. Un fondo como Blackrock, que administra billones de euros en activos, es capaz de trastocar cualquier mercado. Creo que la democracia liberal, tal y como la conocemos, está perdiendo sentido. De hecho la Generación Z, nacidos de 1996 a 2008, pasan olímpicamente de la política. Les puede motivar algo especifico, como la contaminación, pero la política en sí, los grandes movimientos, cada vez menos. Votar en una urna va a desaparecer, no mañana, aún le queda tiempo. Pero las decisiones serán tomadas por comités de expertos que decidirán basados en lo conveniente o no, como una tecnocracia. Que, de hecho, se adaptaría al sentido original de la palabra aristocracia; expertos que deciden en función de unas conveniencias.
¿Esto que dice no es una especie de nuevo fascismo? Digo por lo de la democracia suplantada por el corporativismo…
Analice una frase famosa de Mussollini, cuando dijo que el fascismo es el pragmatismo absoluto aplicado a la política. Pero en los 30 había una pugna entre unos y otros, había una alternativa en pugna: el comunismo. En esta fase no habrá pugna porque para que haya tiene que haber una alternativa, aunque sea teórica. Se va supeditar todo a la eficiencia. Nos han dicho que los recursos son ilimitados y esto no es cierto. No son ilimitados. Por ejemplo, hay uranio para sólo otros 65 años. No más.
Usted recuerda que la realización alcanzada a través de una revolución ya no es algo compartido por la gente. Parecería ser que los propios trabajadores se han pegado un tiro en el pie siendo más nihilistas...
Es que no hay alternativa. Después de la Segunda Guerra Mundial se empieza a pagar bien a los trabajadores, se les da vacaciones, etc, porque había una cosa al otro lado del Elba, el socialismo real o como se llame, experto en hacer publicidad. Hoy esa alternativa no existe. Al trabajador occidental lo peor que le pudo pasar es que la URSS desapareciera en ese sentido.
Hace años ya se puede generar PIB sin factor trabajo, se han disociado. ¿Se puede revertir eso?
Yo en los 80 fui a ver el túnel de pintura de una gran automovilística. Al verlo, pensé: ‘Esto se ha acabado, hemos entrado en otra galaxia’. Ver aquel túnel kilométrico con cero trabajadores, robots pintando... Hoy en día múltiples operaciones están totalmente robotizadas. Ahora hay modelos de fabricación en los que no entra una sola persona. Revertir esto es imposible, porque primero hoy ya llegamos a punto de sofisticación fabril que un humano no puede acometer. Y segundo, por el motivo de costes. Los artículos de lujo sí seguirán haciéndose a nivel manual, porque un bolso de Bulgari de 20.000 euros no hace falta que lo hagan robots.
Algunos economistas dicen que la tecnología hace perder trabajos pero también los genera, solo que de otro tipo. ¿Esto es así, puede compensar?
La realidad pura y dura es que por cada empleo que crea la tecnología destruye siete en términos medios. Ese empleo que se crea es de media o alta calificación y los que destruye son de baja generación de valor. Los políticos venden la idea que la tecnología destruye pero crea empleos nuevos, pero no es así. Creo que la tecnología va a arrasar y sustituir trabajo generador de valor, el de poco ya está arrasado.
En su libro dice que cae la ventaja de la emigración y de las inversiones en emergentes, y hay relocalización. ¿Es una buena noticia para los países centrales?
Creo que desde el punto de vista de los productores es bueno que haya relocalización porque la vuelven a aproximar a los centros de consumo, pero por el trabajo no porque la relocalización se hace a base de robots. El trabajador va a ganar muy poco. La emigración en realidad contribuyó a la precarización y depresión salarial. Solo ayudan a las pensiones si trabajan mucho con altos salarios y así cotizan mucho.
¿Cómo será el nuevo sistema que vendrá? No le ha puesto nombre…
No le puse nombre porque los nombres se ponen después. En 1780 se veía que venia algo nuevo pero no se le llamaba capitalismo. En lo nuevo el individualismo va a desaparecer, que fue columna vertebral del capitalismo, la propiedad individual. En 2100 creo que el pronombre «mi» se habrá borrado [sonríe]. Lo que uses será de alguien, pero todo será acceso al uso. La vida laboral será la suma de los trocitos, en un mundo hipertecnológico, que se parecerá mucho al mundo de (la película)‘ Blade Runner 2049’. Un mundo mucho mas desigual, por eso la renta básica será imprescindible. Dividido entre los que sirven y los que no, los que contribuyen y los que no.
¿Como ve la situación en el Estado español?
Muy mal. Llega el virus y dice que nos afecta a todos, pero cuidado, no a todos por igual. No afecta igual en Dinamarca que en España. El virus destrozó la economía porque el 30% del PIB se basa en restauración, ocio, transporte y turismo y son actividades que requieren aglomeración. Euskadi, por ejemplo, está en mucha mejor situación que el resto del Estado, aunque dentro de Euskadi también no es lo mismo el polígono tecnológico de Gasteiz que otras zonas, como también el área de 50 kms. que rodea Barcelona está mejor que el resto. Volvemos otra vez a lo de las regiones, los clusters. No los estados, sino las regiones.
¿Los países pequeños o regiones como Euskal Herria pueden tener entonces alguna ventaja competitiva en este escenario?
Evidentemente tendrán ventaja competitiva, la Europa de las regiones o los clusters de alguna manera es volver a la idea de las patrias de De Gaulle, aunque este le daba otro sentido. Esto del ente Europa... no digo que se vaya a romper, pero el ente Europa que somos todos y vamos juntos, creo que no seguirá. Cada vez se van a perfilar más algunas zonas y otras no. Al País Vasco y Navarra les recomendaría que se internacionalicen mucho más, acuerdos con otros clusters. Una red de zonas de áreas, porque estas regiones incluso pueden ser inexistentes, una suma de franjas. Les recomiendo que estrechen colaboración y cooperación.