El briefing de Pfizer a la FDA tiene 53 páginas. Entre ellas, las tablas de los efectos secundarios que tiene la vacuna, que van desde el dolor en la zona del pinchazo a fiebre, dolor de cabeza, etc. Y sí, la vacuna tiene efectos secundarios en buena parte de los pacientes. Buena parte de ellos, desde un 37% (mayores de 55) y un 45% (menores de esa edad) se tomaron un antipirético, un paracetamol o similar, después de la segunda dosis. Se les pasó y ya está. Esos son los temidos efectos secundarios de la vacuna.
El informe hila más fino que todo eso. Hubo casos graves entre los vacunados... y también entre los placebos. Hay que tener en cuenta que se buscaron casos de gente con patologías y, en particular, las cardíacas. Concretamente, murieron dos personas que recibieron la vacuna de infarto y arterioesclersosis y cuatro de las que recibieron el placebo por causas muy parecidas. Obviamente, no por ello se puede concluir que el placebo es el doble de letal que la vacuna
El informe es prolijo en cuanto a enfermedades que padecieron los grupos de placebo y de vacunados. Por ejemplo, así sabemos que los apendicitis fueron más entre los vacunados, pero no se puede establecer una relación causa-efecto entre los apendicitis y la vacuna, al igual que no se puede hacer lo propio con el placebo y la mortalidad dentro del muestreo.
Yendo ya a apuntes más serios, el efecto secundario más prevalente de la vacuna es dolor en la zona del pinchazo y cierto sentimiento de fatiga. Y el más preocupante podría ser hinchazón en un ganglio que no se sabe a ciencia cierta si pudo tener que ver con la vacuna o no. El caso es que se dio en el brazo contrario del sujete al que se le inyectó la dosis.
(Tabla de la incidencia acumulada con los sujetos que recibieron el placebo en rojo y los que fueron inoculados con la vacuna en azul)
Como se ve, los efectos secundarios no parecen ser nada preocupantes y el trabajo que se ha pasado a la FDA parece bien trabajado. El peor apunte que tiene el documento es que, pese a que la eficacia final está en el 95%, sí que se ha registrado un caso de covid grave entre los vacunados. Se trató de una persona a la que, debido a la infección, se le hizo una medición de la saturación de la oxígeno en sangre, dando una tasa del 93%, pero que finalmente no tuvo que ser hospitalizado.
Al contrario que con los efectos que tanto miedo infundado están generando, el hecho de que exista un covid grave entre los vacunados sí supone una mala noticia, en tanto que lo que busca la vacuna no es tanto evitar la infección, como evitar los ingresos hospitalarios y los casos graves. A fin de cuentas, si esto ha de ser un catarro más, los contagios probablemente nunca acaben, pero la enfermedad dejará de ser preocupante cuando quienes las padezcan no se mueran ni necesiten ser intubados (o lo hagan en el mismo grado que con otro de los virus catarrales).
También cabe apuntar que los principales problemas de la vacuna de Pfizer no aparecen en este documento. El gran problema de este producto es que es demasiado caro (entre 30 y 40 euros) y que la capacidad de producción en masa es muy limitada, por lo que tardará en abastecer a todos los países que la han adquirido. Probablemente tarde demasiado y la oportunidad se le acabe esfumando con la irrupción de otras compañías con productos más baratos y de producción mucho más rápida (como el de AstraZeneca, cuyas dosis valen 2.8 euros) que acabrán siendo los que se inyecten en mayor número de personas.