Andoni LUBAKI

Los EEUU de Trump ofrecen «autonomía o nada», y ¿Biden?

A mediados del pasado diciembre, Donald Trump dio un duro golpe al Frente Polisario al reconocer la soberanía marroquí sobre el Sahara Occidental y la política de Joe Biden se prevé continuista en ese aspecto, pese a ir en contra de la legalidad internacional.

Parlamentarios saharauis en una sesión celebrada en 2019. (Andoni LUBAKI)
Parlamentarios saharauis en una sesión celebrada en 2019. (Andoni LUBAKI)

Hassana Chej es un periodista saharaui del Ministerio de Información del Frente Polisario. Ha vuelto a casa, en el campamento de Auserd, para descansar después de casi dos meses en el frente informando sin descanso para el Ministerio. «La reanudación de las hostilidades está siendo una guerra de desgaste. Los marroquíes no saben de nuestras posiciones, siempre nos andamos moviendo. En el momento que menos se lo esperan atacamos con artillería y misiles, luego nos escondemos y no pueden contraatacar. De momento, no ha habido combates cuerpo a cuerpo», afirma Hassana Chej por teléfono.

Pocas son las imágenes que llegan del conflicto que se reinició en noviembre del año pasado. Tras más de 29 años de espera para celebrar un referéndum auspiciado por Naciones Unidas, el Polisario volvió a coger el fusil al sentirse olvidado. Sin embargo, el foco mediático vuelve a estar a miles de kilómetros de la línea del frente. Los cambios en el Consejo de Seguridad de la ONU y la llegada a la Presidencia de Estados Unidos de Joe Biden y su nueva Administración presagian un movido comienzo de año para la diplomacia saharaui.

En la reciente reunión en los campamentos de Tinduf, el Secretariado Nacional Saharaui reconoció que su posición actual es «muy difícil». El parlamentario Molud Boybat declaró a GARA que «la estrategia debe cambiar ya que han virado muchos factores con los que antes no contábamos. En los campamentos también están cambiando las cosas debido a ello y al comienzo de la guerra. Pensamos fusionar varios ministerios para adecuarnos a este nuevo estado de guerra, aunque no te puedo adelantar nada más», señaló el portavoz.

Consulados en territorio ocupado

«Lo que sí estamos intensificando son los contactos con la diplomacia extranjera. Muchos países que no tienen ningún interés, ni diplomático ni económico, en el Sahara están abriendo consulados en territorio ocupado. Es una nueva política marroquí aprovechando que Donald Trump les ayudó asegurando que tenían soberanía en el territorio ocupado. Incluso la OTAN publicó un mapa con el Sahara Occidental anexionado a Marruecos, pero gracias a nuestros esfuerzos diplomáticos lo rectificaron en pocas horas», afirma Boybat.

Países como Bahrein, Jordania, Emiratos Árabes y Arabia Saudí ya han abierto consulados en territorio ocupado en tiempo récord. Otros están en trámite de hacerlo. «Es un claro movimiento de presión y de mostrar fuerza por parte de Rabat», señala el periodista Hassana Chej.

«Nuestro Ministerio de Territorios Ocupados publica anualmente un informe avalado por la Minurso [Misión de Naciones Unidas en el Sahara Occidental] sobre los países con intereses económicos o geoestratégicos en la zona. Ninguno de los que ha abierto consulado hasta ahora ha aparecido nunca en ese informe, lo que demuestra que detrás está Mohamed VI y no un interés real de dichos países para con sus ciudadanos en la zona, que son escasos (por no decir ninguno) como para abrir una delegación», añade.

NAIZ ha podido saber de fuentes saharauis en territorio ocupado (que prefieren mantenerse en el anonimato) que la embajada de Israel en Rabat ha decidido abrir en Dakhla un centro para la «representación y conservación de la cultura judía en la zona» y está llevando personal para cubrirlo. Cuesta mucho entender el interés histórico-cultural que puede haber en esta ciudad para Israel y para la cultura judía.

Luali (nombre ficticio por razones de seguridad) trabaja en una empresa de suministros y construcción en Laayoune y es miembro de una combativa familia saharaui que ha tenido y tiene varios familiares en cárceles marroquíes con largas condenas.

Asegura que «toda la renovación del edificio donde ahora está la Embajada de Bahrein lo hemos hecho nosotros. Hemos traído material principalmente de España y no han escatimado en gastos. Pero solo han hecho una oficina, una sala de espera y un cuarto para el secretario. El resto son un gimnasio, sala de estar, dormitorios y una sala con una pantalla de cine que una empresa vasca ha mandado desde Gipuzkoa junto a un equipo de sonido para fiestas. Lo sé porque lo vi».

Luali cita el nombre de la empresa sita en Gipuzkoa. GARA ha podido hablar con el dueño de esta empresa de montaje y afirma que es verdad y que la exportación se ha hecho «según la legalidad vigente».

Luali afirma también que «en un lateral han hecho una mezquita privada solo para ellos, pero en el otro lado del edificio y contiguo a un salón de baños (sic) hay una sala vacía con características que yo no había visto. Uno de mis compañeros me dijo que en la remodelación de esa pequeña sala participaron dos judíos venidos de Casablanca, de la zona de Badr (barrio del centro de la alta burguesía), con sus ‘gorritos judíos’ (sic). Eran marroquíes, pero eran judíos. Creemos que es una pequeña sinagoga por las características que tiene y por cómo nos han hecho trabajar. Había mucha caja dentro que no podíamos tocar y nos dijeron que vendría gente cualificada a abrirlos. No puedo asegurar que sea una sinagoga, pero que los judíos tienen mucho interés en ella ya te digo desde ahora que sí», añade Luali.

A principios de año se especuló, incluso, con que Washington abriría una oficina consular en las cercanías de Foum el Oued (la zona playera de la capital Laayoune) o en la propia ciudad costera de Dakhla.

Este hecho sorprende menos que la apertura de un consulado bajo la apariencia de centro cultural que Tel Aviv planea instalar. EEUU y sus empresas llevan años intentando explotar las riquezas de la zona. John Bolton, antiguo consejero de Trump, defendió la celebración del referéndum para «lograr la paz y estabilidad y crear un mercado fuerte en el norte de África».

Los saharauis vieron por primera vez que la gran potencia mundial se fijaba en ellos, incluso parlamentarios y políticos saharauis en Rabouni vieron entonces con buenos ojos la apertura de un centro diplomático de EEUU. Bolton fue despedido por Trump y esta vía fue desestimada.

Washington insiste, a través de su enviado a Argelia, en que no tiene interés en abrir ninguna nueva oficina en el Magreb. Lo manifestó cuando al visitar la zona el pasado 8 de enero invitado por Mohamed VI, David Schenker se convirtió en el primer diplomático estadounidense en pisar suelo del Sahara Occidental.

Mientras la Administración Trump enmarcaba el viaje en el contexto de la apertura «virtual» de la nueva misión diplomática de EEUU, el ministro de Territorios Ocupados del Frente Polisario, Bachir Mustafa Sayed, aseguró a GARA que «fue una visita turística sin más intención que apoyar la decisión de Trump de legitimar la ocupación marroquí y la soberanía ilegal de Rabat». Schenker visitó unos días antes Argel y departió con el titular de Exteriores, Sabri Boukadoum, un viejo conocido del  anterior Ejecutivo de Abdelaziz Bouteflika (si bien no ocupaba entonces cargos tan importantes, muchos lo consideraban un poder en la sombra). Según ha podido saber GARA por fuentes contrastadas tanto de la Embajada saharaui en Argel como de periodistas argelinos, el enviado estadounidense insistió en que una paz «estable y duradera para la economía solo es posible con una autonomía bajo soberanía marroquí», a lo que Boukadoum le habría recordado que eso es contrario a las leyes internacionales y, «a la larga, a los intereses estadounidenses en la zona». Schenker no hizo más declaraciones a la prensa, aunque subrayó en que la única opción sería «autonomía o nada».

Todos miran a Biden

Pero uno de los grandes interrogantes se resolverá pronto. Una vez que ha tomado posesión, Joe Biden tendrá que decidir, en esta cuestión, si su política será continuista con el legado de Trump o dará marcha atrás y se atendrá a las leyes internacionales sobre descolonización.

Muchos vaticinan que el nuevo presidente estadounidense aprovechará el mal hecho por su antecesor para afianzar el apoyo a la soberanía marroquí, ya que no se prevé que vaya a ir en contra de los intereses de Israel bajo ninguna circunstancia.

El otro camino, dar marcha atrás y seguir el mandato de la ONU, podría ser ahora más factible, ya que varios países que reconocen a la RASD y su derecho al referéndum han entrado en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Solo Trump, Ronald Reagan y George W. Bush han llevado la contraria a dicho Consejo, pero el entonces secretario general de la ONU era más favorable a cumplir las leyes y a no ceder a presiones de gobiernos y lobbys mientras que el actual secretario general, António Guterres, lleva años (antes incluso de situarse al frente de esta organización mundial) escorándose más hacia posiciones alauitas en detrimento de las saharauis.

Solo hay que ver el último informe presentado sobre el conflicto, en el que ya ni siquiera se emplean las palabras referéndum e independencia. Por eso, no sería aventurado afirmar que las trincheras que pueden hacer zozobrar o enderezar la historia de los saharauis están, en realidad, a miles de kilómetros del campo de batalla en el que el Frente Polisario sigue atacando al muro militar de Marruecos.