La asociación Atherbea, apoyada por la agencia Habitat Sud Atlantique, ha lanzado un proyecto de instalación de una veintena de viviendas modulares destinadas a acoger a personas que viven en la calle.
La propuesta precisa del apoyo de la Mancomunidad Vasca o de municipios, ya que son necesarios terrenos en los que colocar esas mobil-home, que ofrecerán un albergue de transición a estas personas.
Con un presupuesto estimado en unos 200.000 euros, la asociación Atherbea, referente principal en el ámbito de las políticas contra la exclusión en Ipar Euskal Herria, es la impulsora principal de este nuevo proyecto que combina la oferta de techo con el acompañamiento social a más largo plazo.
El proyecto, que no fija plazo de estancia, se diferenciaría así claramente de los acogimientos de urgencia.
A diferencia de los albergues, que proponen una cama pero no permiten utilizar ese servicio más allá de dos o tres días al mes, el nuevo sistema quiere ofrecer una vivienda modular que, sin ser ni mucho menos una «estación de destino», sirva para hacer la transición desde la calle hacia una situación de vida más estable, en la que la que la persona pueda cubrir sus necesidades básicas.
Con la vista puesta en los más jóvenes
La iniciativa se dirige a un público amplio, y diverso, como es el que soporta la precariedad habitacional, máxime en tiempos de pandemia, pero se propone dar una respuesta especial a jóvenes de 15 a 25 años de edad que no cuenten con un domicilio fijo.
Aunque no es una página en blanco, el proyecto está en gran medida por construir, ya que su propia materalización dependerá de la voluntad de los municipios, encargados de ofrecer los terrenos en los que poder instalar esas viviendas modulares.
La vista está puesta, como es, lógico en la zona más poblada, el BAB (Biarritz-Angelu-Baiona), pero sin descartar que municipios como Uztaritze o Hazparne puedan implicarse en la iniciativa.
Las decisiones deberán llegar más pronto que tarde, ya que la validación del proyecto, al que dado su apoyo otros organismos que promueven alternativas al déficit habitacional como Soliha Pays Basque o la entidad de protección a menores SEAPB, debe realizarse para el mes de abril.
Se trata de un proyecto experimental que, en principio durará tres años. Su característica principal es que no se ponen condiciones, ni tampoco plazo de estancia a los futuros usuarios, que contarán con servicios de apoyo para conseguir los objetivos de formación y empleo que les permitan salir de su situación.
Precariedad habitacional en aumento
La precariedad habitacional aumenta constantemente en un territorio en el que los precios de la vivienda aumentan constantemente. Con los datos de 2019 en la mano, 2096 personas no disponían ese año de un techo en Ipar Euskal Herria. De ellas 200 eran jóvenes con edades comprendidas entre 15 y 25 años.
De cada cuatro solicitudes una fue rechazada por falta de plazas, recuerda Atherbea, que atribuye, en gran medida, el agravamiento de la situación a la fuerte presión inmobiliaria que soporta la zona del BAB. Es la que concentra la oferta de empleo pero en la que las personas con menos recursos cada vez encuentran más dificultades para encontrar dónde alojarse a precios abordables.
Los equipos de trabajadores y voluntarios sociales recensaron el año pasado a 190 personas que vivían en las calles. Se trata de datos limitados al BAB, por lo que son bastante parciales.
La mayoría de esas personas, más del 60% viven en la calle, aunque otras buscan refugio en viviendas deshabitadas o locales en abandono. Como en el caso de la persona sin hogar fallecida recientemente en Hendaia, algunas tienen un vehículo como único refugio.