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Protestas multitudinarias y funerales ante la represión militar en Myanmar

Miles de birmanos han vuelto s salir hoy a las calles para protestar contra la Junta Militar en otras ciudades como Mandalay y Yangón, donde las fuerzas de seguridad lanzaron gases lacrimógenos, con los uniformados cada vez más aislados de la comunidad internacional.

Manifestantes se protegen de la Policía tras sus escudos en las calles de Yangón. (STR/AFP)
Manifestantes se protegen de la Policía tras sus escudos en las calles de Yangón. (STR/AFP)

Con manifestaciones multitudinarias, los birmanos han protestado de nuevo hoy contra la Junta Militar en varias ciudades del país a pesar de la represión y se han funerales para honrar a los muertos por disparos de policías y soldados.

A las víctimas mortales hay que sumar a Khin Maung Latt, un político de la Liga Nacional para la Democracia (LND), el partido de la líder de facto depuesta, Aung San Suu Kyi, que murió después de ser supuestamente torturado cuando se encontraba bajo custodia de las autoridades en Yangón, según han indicado fuentes de la formación. El político, de 54 años, fue detenido la víspera por policías y soldados.

La dura represión no ha impedido que miles de personas volvieran a salir hoy a las calles.

En Bagan, la histórica capital en la zona central del país, los soldados han disparado con balas de goma y real contra los manifestantes, causando al menos dos heridos leves, ha denunciado a Efe el organizador de la protesta.

Además, las fuerzas de seguridad han lanzado gases lacrimógenos contra miles de manifestantes pacíficos, ataviados con cascos de plástico y escudos de metal en los que muchos han escrito la palabra «Pueblo», en ciudades como Mandalay y Yangón.

Como en días pasados, los manifestantes han tradado de evitar con barricadas en las calles el avance de los policías y militares.

Muchos de ellos llevan en las calles más de un mes, ya que las primeras protestas comenzaron unos cinco días más tarde del golpe militar del pasado 1 de febrero.

Los manifestantes exigen al Ejército que permita la vuelta a la democracia y reconozca los resultados de las elecciones de noviembre, en las que arrasó la LND, que ya ganó con amplia mayoría en 2015.

Funerales

En diversas localidades se han celebrado funerales por los fallecidos a causa de la represión militar, incluidos los 38 muertos registrados solo el pasado miércoles.

En Yangón, los familiares y amigos han mostrado su dolor en las exequias de Htet Aung, de 19 años, y Min Oo, de 21, mientras algunos levantaban el brazo con tres dedos alzados, el gesto de resistencia contra los militares inspirado en la saga de "Los juegos del hambre".

Al menos 54 manifestantes, incluidos cinco menores, han muerto y cientos han resultado heridos por disparos de policías y soldados en las protestas contra el golpe que se repiten a diario a lo largo del país.

Además, más 1.500 personas, incluidos políticos, activistas, periodistas y monjes, han sido detenidos desde el levantamiento militar y más de 1.200 continúan arrestados, incluida Suu Kyi, de 75 años y quien se encuentra incomunicada.

Campaña de desinformación

La Junta Militar continúa con una campaña de desinformación en los medios afines, donde insiste en que hubo fraude electoral en los comicios de noviembre, aunque fueron validados por observadores internacionales, y en la correcta actuación de las fuerzas de seguridad.

Según "Global New Light of Myanmar", las autoridades desenterraron el cadáver de Kyal Sin, una manifestante fallecida el miércoles, y concluyeron tras realizar una autopsia que había muerto de un disparo realizado por un arma que no era de la Policía o el Ejército.

Esto contradice los testimonios de numerosos manifestantes testigos del incidente, que tuvo lugar durante una protesta en Mandalay.

Kyal Sin, de 19 años y apodada Ángel, se ha convertido en uno de los símbolos de la resistencia contra los militares, que gobernaron el país con puño de hierro entre 1962 y 2011 antes de iniciar una transición hacia una «democracia disciplinada».

Interrupción de Internet

La Junta Militar lleva semanas cortando cada noche el acceso a Internet como parte de las medidas de represión contra la población, que ha puesto en marcha un movimiento de desobediencia civil contra los uniformados.

Días después del levantamiento militar, durante el cual se detuvo a parte del Gobierno electo de Suu Kyi, la Junta Militar cortó el acceso a redes sociales como Facebook y Twitter para evitar que los ciudadanos se organizaran y compartieran vídeos, pero muchos se saltan el bloqueo mediante programas VPN.

Un fenómeno que se observa en las redes sociales es que miembros de la etnia mayoritaria bamar y de otras minorías étnicas están expresando una solidaridad común cimentada en la oposición a los uniformados y algunos incluso lamentan ahora el olvido durante años de la minoría musulmana rohinyá.

Los rohinyás, en su mayoría apátridas, han sufrido años de discriminación y represión en Myanmar, incluida una campaña militar en 2017 calificada por la ONU de «limpieza étnica de manual» y que está siendo investigada por presunto genocidio en la Corte Internacional de Justicia de La Haya.

Un genocidio ante el que la Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi primero guardó silencio y luego negó mientras defendía al Ejército que ahora le ha derrocado.