Con motivo del décimo aniversario del inicio de la guerra en Siria, Unicef ha querido mostrar a los medios, a través de una visita virtual, el impacto de diez años de conflicto en la niñez, en su educación, en las infraestructuras del país. Un recorrido por una escuela en un Alepo en ruinas, otrora Patrimonio Mundial de la UNESCO, y por los campos de refugiados Za´atari y Azraq, ambos en Jordania, simbolizan una crisis humanitaria que, lejos de mejorar, empeora y se agrava por los efectos de la pandemia y de la crisis económica. Se estima que el 60% de los sirios podría padecer hambre este año. En el último año, el precio de la cesta de la compra aumentó más del 230%.
Según datos de la ONU, 13 millones de personas dentro de Siria necesitan ayuda humanitaria. El 90% de los menores dependen de esa asistencia. Más de medio millón de niños y niñas menores de cinco años sufren retraso en el crecimiento como resultado de la desnutrición crónica; casi 2,45 millones de menores en Siria y otros 750.000 en los países vecinos no están escolarizados; el 40% son niñas. El trabajo infantil aumenta en detrimento de su derecho a la educación.
«Uno de los desafíos que se nos plantea es cómo conseguir que estos menores sigan estudiando, al mismo tiempo que trabajan. Uno de los jóvenes entrevistados en esta visita virtual que hemos hecho a Siria nos cuenta que trabaja diez horas al día y otras cuatro las dedica a ir a la escuela. Tenemos que encontrar fórmulas para que estos menores puedan seguir con sus estudios. Muchos de ellos, además, los tuvieron que interrumpir debido a la guerra, o fueron inscritos en un grado que no les correspondía, y es ahora cuando están retomándolos en el punto donde los habían dejado. Algunos adolescentes ahora se están alfabetizando porque no tuvieron oportunidad de hacerlo cuando eran niños. Una de cada tres escuelas en Siria han quedado inoperativas», explicó en la webinar Ted Chaiban, director regional de UNICEF para Oriente Medio y África del Norte.
«A pesar de los increíbles desafíos que afrontan, los niños y jóvenes de Siria nos muestran la definición de perseverancia y determinación. Las partes en conflicto deben de abstenerse de atacar a los niño y la infraestructura civil, incluidas escuelas, hospitales, clínicas y puntos de agua», subrayó. En palabras del responsable de Unicef, «la paz y la diplomacia son la única salida de este abismo».
El campo de Al-Hol, foco de preocupación
El campo de detención de Al-Hol es otro de los grandes focos de preocupación para el organismo dependiente de la ONU, que ayer volvió a exigir la salida de los 22.000 niños de al menos 60 nacionalidades y la de miles de menores sirios vinculados a grupos armados que «languidecen en éste y otros campamentos y centros de detención».
Chaiban, quien en su reciente visita a Siria pudo acceder al interior de Al-Hol, denunció que estos menores «se enfrentan a condiciones de vida muy duras, no tienen acceso a los servicios básicos. La detención de niños por el simple hecho de que sus padres y madres sean sospechosos de tener lazos con grupos armados o porque sus familiares son miembros de grupos armados debe ser el último recurso y por un breve espacio de tiempo. Las autoridades locales deben de hacer todo lo que esté en sus manos para garantizar la reincorporación en condiciones dignas y de seguridad de estos menores en sus comunidades dentro de Siria y la repatriación a sus países de origen de los hijos de ciudadanos extranjeros», remarcó Chaiban.