La «aspiradora» de Ayuso puede jugarle una trampa final, con una izquierda desunida
La aritmética parlamentaria de la Asamblea de Madrid favorece una película de suspense gracias al suelo electoral del 5%. Si Cs no lograra entrar peligraría la mayoría de las derechas y beneficiaría a las izquierdas de PSM, UP y Más Madrid, que están a la baja y enconadas.
Faltan menos de cinco semanas para las elecciones anticipadas de la Comunidad de Madrid, decididas por la presidenta Isabel Díaz Ayuso para evitar una posible moción de censura en su contra por la traición de Ciudadanos. En la política líquida y tan audiovisual de hoy día, un mes es casi una eternidad pero el sendero empieza a mostrar tendencias que sólo podrían darse vuelta con una gran movilización de las bases progresistas.
Para quienes viven fuera de la metrópoli castellana cuesta entender el mapa político regional, y más aún su sistema de formación de gobierno. La peculiaridad es que la Asamblea (con 132 escaños y una mayoría absoluta de 67) sólo deja entrar a partidos que superan el 5 por ciento de la circunscripción, que es única. Y toda formación que entre, se lleva siete escaños ya de base.
Fue así como Unidas Podemos estuvo al borde de quedarse fuera en 2019, habiendo tenido menos del 6%. Pero al poder superar ese límite llevó a un reparto de escaños más poderoso para las izquierdas sumadas (con PSOE y Más Madrid), que estuvieron a tan solo un diputado de la mayoría (que fue para PP, Cs y Vox).
Hoy el peligro de quedar fuera no tiene color morado sino naranja. Las encuestas muestran que la debacle del partido de Inés Arrimadas sería tal que podría pasar a extraparlamentario. Ah radica el quid de la cuestión: si no superara el 5%, Ayuso podría carecer de escaños suficientes para sumar mayoría, incluso contando con Vox.
La tracción de Ayuso y la desunión de la izquierda
Los últimos sondeos de opinión vienen siendo bastante parejos en la tendencia: el PP arrasa y quita el primer puesto al PSOE y aspira casi todos los votos de Cs, casi doblando la cantidad de escaños. Según la consultora Celeste Tel en un estudio publicado este martes, Ayuso pasaría de 37 a 54 escaños, seguida por los socialistas (37). El errejonismo perdería seis y se quedaría en 14, y Unidas Podemos (que lleva a Pablo Iglesias como cabeza de lista) pasaría de 7 a 11. La ultraderecha de Vox apenas ganaría uno y estaría en 13 y Cs perdería 19 para quedar en 7. Así las cosas, Ayuso podría gobernar con el apoyo de Vox y Cs.
Casi todas las encuestas van por la misma tendencia, aunque este jueves se ha conocido una disruptiva que le da una excelente noticia a Génova: según Sociométrica, el crecimiento de Ayuso y de Vox sería tal que les permitiría gobernar sin el apoyo de Cs al sumar 55 más 15 respectivamente, incluso entrando los naranjas a la Asamblea. Es la primera vez que se conocen datos por el estilo y que le dan oxígeno a la mayor esperanza en el PP: no depender de Ciudadanos y sólo entenderse con Vox, que suele no pedir entrar en los gobiernos, sino controlar desde fuera.
Pablo Casado, con contactos fluidos en la derecha clásica que gobierna Bruselas, no quiere una coalición con la extrema derecha. El ayusismo, con muchos decisores aznaristas jibarizados, no ve con malos ojos un gobierno ultra
Con estos datos, la trampa final de ser una aspiradora de votos ya no valdría. Y la pregunta pasaría a ser otra: si gobernar o no con la ultraderecha. No se sabrá hasta el 5 de mayo qué desea Vox -siempre se guarda sorpresas en sus demandas para investir-, y en esto no hay la misma sintonía entre Génova y la Real Casa de Correos de la Puerta del Sol. Pablo Casado, con contactos fluidos en la derecha clásica que gobierna Bruselas, no quiere una coalición con la extrema derecha. El ayusismo, emborrachado de optimismo por las encuestas y con muchos decisores aznaristas jibarizados, no ve con malos ojos un gobierno ultra.
Todo dependerá de los números y también del giro final de Ciudadanos. En la campaña se decantará el posicionamiento aunque ya se ha adelantado que la preferencia es hacia la derecha y no de pactar con el progresismo. Si bien al norte de los Pirineos se vería con buenos ojos un pacto hacia el centro y cediendo todos posiciones para dejar afuera a la ultraderecha, el electorado madrileño está furiosamente polarizado y parte de los conservadores moderados temen más a Iglesias que a Abascal.
La última encuesta (Sociométrica) ubica en un pésimo sitio a las izquierdas madrileñas, sumando solo 60 escaños y con UP por debajo de lo esperado con el factor Iglesias
La encuesta última de Sociométrica ubica en un pésimo sitio a las izquierdas madrileñas, perdiendo la fuerza de 2019, sumando tan solo 60 escaños. Retrocediendo el PSOE y Más Madrid (22% y 13%) y subiendo UP (7,5%), pero seguramente menos de lo esperado por el factor Iglesias.
Allí radica la otra gran contienda. El PSOE tiene un suelo alto en Madrid gracias al cinturón rojo del sur y la clase media progresista de la periferia y la sierra. En la capital trepan los votos al partido de Errejón y de Iglesias. El primero ha decidido sin primarias (curiosamente el mismo método que criticaba cuando estaba en UP) que la candidata sea la anestesista Mónica García.
Es sabido que uno de los motivos de la renuncia de Iglesias a la vicepresidencia fue auxiliar a UP en estas elecciones. No podían permitirse la desaparición en la tercera comunidad del Estado. También hay un duelo de estilos y de programa. Más Madrid busca un perfil moderno, heterodoxo y movimentista, con principios menos claros y posiciones más unionistas en términos territoriales. Es la vieja batalla morada de Vistalegre II: ser un partido más al estilo PCE como sucede con UP o ser algo más laxo y cambiante.
Fuentes de la cúpula de UP comentan a NAIZ que la idea para constituir su lista es mostrar «algo lo más cercano a la gente posible» y que a su izquierda no hay nada. Así debe interpretarse la conformación de la papeleta, cuyo número dos será ocupado por la excandidata a presidenta regional, Isa Serra.
El resto de los nombres va en dirección a la mencionada estrategia. Han sido formalmente presentados en un acto este jueves: el secretario general de Podemos Madrid, Jesús Santos (exbasurero y sindicalista del gremio): el histórico dirigente de CCOO, Agustín Moreno; la activista antidesahucios Alejandra Jacinto: el portavoz del sindicato de Manteros de Madrid, el senegalés Serigne Mbayé; y la activista feminista y LGBTi, Beatriz Gimeno.
Una vez más, la suerte de la performance de las izquierdas dependerá de la capacidad de movilización en una región en la que la estrategia de la derecha, de miedo y oposición a Moncloa, ha calado hondo y sus bases están de lejos mucho más alzadas.
IGLESIAS, CONTRA LA «MINORÍA ARROGANTE» QUE SE CREE DUEÑA DE MADRID
El ya exvicepresidente del Gobierno Pablo Iglesias ha presentado este Jueves Santo formalmente su candidatura a presidente de la CAM y la lista de Unidas Podemos que encabezará, en un acto acompañado por la cúpula estatal de su formación y en el que ha tenido un papel preponderante la sucesora elegida, Yolanda Díaz.
Visiblemente afónico al hablar, Iglesias ha cerrado el acto telemático (sin público y solo con dirigentes y candidatos en salón cerrado) pidiendo que «la gente de las ciudades del sur y de los barrios humildes no permita que una minoría arrogante vuelva a decidir quién gobierna la Comunidad».
«El PP y Vox hablan con desprecio, insultan, ser permiten no condenar a los neonazis, amenazan con deportaciones, están convencidos que Madrid es su cortijo, que Madrid es ellos, y no es verdad. La clave de su éxito es la desmovilización de la izquierda», ha advertido. Y en ese sentido recalca que «es muy importante que las izquierdas» no se «suelten pullitas», para luego prometer que «ni una palabra van a encontrar contra las otras candidaturas que son necesarias» para que la izquierda pueda formar gobierno.
El candidato ha señalado que hay «mucha gente que no grita, que no insulta, que no necesita utilizar ninguna bandera para tirársela a nadie, que no ve a la Constitución española como un ladrillo con el que golpear sino un conjunto de derechos sociales que se tiene que cumplir».
Al finalizar ha asegurado que en la campaña «tiene que haber ilusión y ganas» porque «el gran error» es «no entender que lo que más desmoviliza a la gente decente es ver peleas entre políticos».
Antes de Iglesias y de los otros cuatro que encabezan la papeleta ha inaugurado el acto la ministra de Trabajo y ya vicepresidenta tercera, Yolanda Díaz, la elegida para ser sucedida como futura candidata a presidenta del Gobierno por el líder morado.
La diputada gallega ha llamado a movilizarse a «ese Madrid que da igual que seas de Quito o de Angola» y ha pedido plantar cara «frente a la política del odio, de la reacción, con una política del cariño y del cambio. Hay que ir barrio a barrio para decir que necesitamos cambiar».
Díaz ha recordado que hay 600.000 madrileños que hacen usufructo de los ERTEs dispuestos por el Gobierno central para evitar que se dispare el paro durante la pandemia y critica el eslogan utilizado por el PP de «comunismo o libertad». «Por favor, dejen de frivolizar con la libertad, no es un señuelo de campaña. Ha costado mucho a nuestro pueblo, no juguemos con las palabras», ha enfatizado, tras aseverar que la pandemia ha demostrado el «relato falso» de la derecha de que «solo ellos saben gobernar».