«Los campos de detención del ISIS son la distopía más espeluznante»
La periodista Pilar Cebrián ha cubierto conflictos en países de Oriente Medio desde 2011. Ha vivido en Jerusalén, El Cairo y Estambul. Acaba de publicar «El infiel que habita en mí», una incursión en los europeos que emigraron al califato del ISIS.
Yolanda Martínez se crió en el barrio de Salamanca de Madrid. Vive con sus cuatro hijos en el campamento de detención de Al-Roj. Previamente, estuvo en el de Al-Hol y resistió a la batalla final del califato en Baguz. Tarik Jadaoun pasó de la cárcel de Lieja a «estrella mediática» del ISIS. Está condenado a muerte en Irak. Bilal al-Marchohi, también de Bélgica, fue detenido en Siria y entregado por EEUU a Irak. Los franceses Marc y Suzanne esperan recuperar a sus cuatro nietos; su hijo Leonard López se fugó a los territorios del ISIS. Romina Martin dejó Alemania para «obtener la indulgencia de Alá». Fadel B., condenado a muerte en Irak, afirma que fue reclutado por los servicios secretos británicos, a los que acusa de haberle dado la espalda.
Todos ellos forman parte del relato coral que compone el libro de reciente publicación «El infiel que habita en mí», de la periodista Pilar Cebrián, quien ha podido entrevistar a estas y estos yihadistas europeos en los campos de detención administrados por los kurdos en Rojava y en cárceles iraquíes.
En entrevista a NAIZ antes de la presentación del libro en Donostia, Cebrián afirma que «muchos países europeos quisieron purgar las comunidades radicales de sus países, dejándoles marchar a Siria o Irak y que murieran en combate» y que la UE se enfrenta al desafío de qué hacer con las mujeres y niños que languidecen en los campos de detención, donde según Unicef, hay 22.000 niños extranjeros de al menos 60 nacionalidades.
¿Qué le lleva a escribir un libro entrevista con militantes del ISIS y sus familiares?
Vivía en Estambul, que ha sido pasarela de todos los combatientes yihadistas extranjeros de Occidente. Todos los periodistas que estábamos ahí fuimos testigo del flujo de combatientes. Un día en que estaba comiendo con un oficial del consulado francés de Turquía me dijo que estaban elaborando nuevos pasaportes para las yihadistas francesas que se estaban escapando del califato. Me di cuenta de que los yihadistas estaban regresando y de la dimensión del problema al que se estaba enfrentando la UE.
¿Qué pensaba al ver a ese flujo intermitente de personas?
Que eso estaba ocurriendo a los ojos del mundo. Si nosotros, los periodistas, lo estábamos viendo, los mandatarios y las fuerzas de seguridad también. Muchos países europeos quisieron purgar las comunidades radicales de sus países, dejándoles marchar a Siria o Irak y que murieran en combate.
¿Le ha resultado fácil acceder a los campos de detención?
Lo más difícil fue acceder a Irak, donde hay 715 prisioneros extranjeros que están siendo investigados por pertenencia al ISIS, sin contar a los niños. Es un escenario más complicado, no ha habido ni periodista ni investigador extranjero que haya accedido a este tipo de prisioneros en Bagdad, donde estuve viviendo tres meses. Fue fruto de estar mucho tiempo ahí, de conocer a mucha gente y de entrar por una de las grietas del sistema iraquí. Encontré un montón de casos ilegales como son los europeos entregados por el Ejército estadounidense desde Siria a Irak. Esto me hizo recordar a Guantánamo y a la guerra contra el terror después del 11S. La mayoría de los hombres yihadistas europeos que entrevisté en Bagdad fueron entregados, jamás habían entrado en territorio iraquí y están siendo juzgados por el sistema iraquí.
En el libro entrevista a Fadel, quien se presenta como un espía reclutado por los servicios de la Inteligencia británica para infiltrarse en el ISIS en Siria.
Él me cuenta que entró en el ISIS enviado por e MI6 y que en algunos periodos perdió el contacto con ellos, es decir, que la relación no fue muy fluida. Cuando lo vuelvo a ver, él está intranquilo porque no sabe muy bien por qué los funcionarios de la Embajada británica en Bagdad todavía no le han ido a ver. Fui a la Embajada británica en Bagdad y me dijeron que no había ningún británico en las cárceles iraquíes, sin embargo, el juez de instrucción iraquí me aseguró que la Embajada británica había confirmado que Fadel tenía nacionalidad británica y que cuando él paso la petición de Fadel para recibir asistencia consular británica, en lugar de ir los británicos fueron los estadounidenses. El juez me dice que este hecho le lleva a pensar que este es un asunto que los británicos quieren esconder. No hay nada más fangoso que las políticas contra el terror.
En el epílogo sostiene que «paradójicamente, la mayoría de los reclutas del ISIS nacidos en Europa emigraron al califato en busca de justicia», porque creen que «Europa está en guerra contra el islam y que no hay un lugar para sus valores».
El yihadismo es una especie de cajón de sastre, la vía de salida de muchas personas que sienten que están siendo discriminadas, que no encuentran un objetivo en la vida, que han sufrido las consecuencias de una familia desestructurada, penurias económicas… la radicalización yihadista se presenta como un factor estabilizante, que les dota de sentido, les da una causa por la que luchar, sienten compasión por un musulmán que está siendo agredido a miles de kilómetros de distancia. Efectivamente, creen que Europa está en guerra contra el islam y que no hay un lugar para sus valores y tradiciones en la esfera pública. Y ligada a la motivación identitaria, surge la causa teológica como otro gran incitador del viaje al califato.
El yihadismo es una especie de cajón de sastre, la vía de salida de muchas personas que sienten que están siendo discriminadas…
¿Qué le han dicho sobre los atentados en Europa?
Te dan una explicación teórica. Ellos conciben el mundo dividido en dos bandos enfrentados. Ellos basan todo su razonamiento en el sufrimiento de los musulmanes, que viene dado porque hay dictadores en Oriente Medio que están reprimiéndoles y estos dictadores están sustentados por nuestros Gobiernos de Occidente. Además, nuestros Gobiernos están bombardeando distintas zonas que para ellos son zonas de musulmanes. Identifican la guerra contra el terror como un complot contra los musulmanes. El simple hecho de que haya un Gobierno que esté agrediendo a los musulmanes en el exterior justifica que ellos puedan agredir con atentados a los votantes de esos gobiernos.
¿Qué impresión se ha llevado de las mujeres detenidas?
Todas dicen exactamente lo mismo: ‘Yo no tenía ni idea de dónde estaba’, ‘me fui de vacaciones con mi marido a Turquía y es él quien de repente me presentó frente a la alambrada’. Cuando llevas una hora hablando con ellas y les pides que te expliquen si empatizan con la causa, si consideran que hay algo de beneficioso en lo que les prometió el ISIS… no dicen nada, manteniéndose en su mantra de que no saben nada.
Unicef ha instado a los países a repatriar a las mujeres detenidas y a sus hijos, y que los menores no foráneos sean reintegrados en sus comunidades locales. Pero Europa parece no querer saber nada de estas mujeres y de sus hijos.
Un fiscal de París dijo hace tiempo que estos niños son una bomba de relojería, dando a entender que son futuros terroristas. Eso no es así. No he visto signos de radicalización en estos niño, que o bien han nacido en el califato o bien fueron empujados por sus padres hacia este proyecto disparatado del que ellos no han formado parte. El problema es que si repatrían a los niños, tienen que hacer lo mismo con sus madres y a ellas sí se les reconoce una implicación en una organización terrorista. No saben tampoco en qué edad establecer el límite. Hay quienes hablan de repatriar también a los adolescentes y otros se oponen a ello alegando que en el ISIS un niño de 15 años se ha movido con adultos y ha aprendido el manejo de explosivos y armas. Una reciente resolución del Parlamento europeo recomienda a los países que repatríen a los niños europeos porque el verdadero problema para la seguridad europea es que un menor esté creciendo en un entorno de marginalización absoluta; no hay suficientes alimentos, no saben leer ni escribir, están rodeados de proclamas antioccidentales, a lo que se añade sentirse víctimas.
¿Cómo describiría estos campamentos de detención?
Son la distopía más espeluznante de la realidad. Son el califato en otra localización. Son una especie de campo de concentración para que esta gente no contagie al resto del mundo, pero no hay capacidad para controlarlos. No son una solución a largo plazo, ni mucho menos. Al-Roj era una antigua estación de extracción de crudo y todo huele a petróleo. Todo el recinto está rodeado por una alambrada sobre la que hay sacos de lona y bolsas de basura que se mueven por el viento. Las calles son de barro y las tiendas están deshilachadas. En invierno hay menos de 0 grados y más de 45 en verano. Ves a niños con heridas, quemaduras, infecciones, bebés desnutridos. Es indescriptible.
Los campos de detención son el califato en otra localización, son una especie de campo de concentración para que esta gente no contagie al resto del mundo
¿Por qué los Gobiernos europeos no quieren mover ficha?
Es una cuestión puramente política. No quieren perder popularidad o impulsar al rival político, en este caso la extrema derecha o cualquier otro opositor que utilizaría eso para deslegitimar al Gobierno. Muchos países de los Balcanes y del norte de África están repatriando a los yihadistas y lo están sabiendo gestionar. Claro que hay miedo a que pueda haber un atentado y nadie quiere asumir esa responsabilidad, pero creo que un yihadista en una de esas cárceles o campamentos está igual de disperso y fuera de control que incluso estando en libertad en nuestros países. El tema del terrorismo siempre tiene una difícil solución, pero cerrar los ojos o mirar hacia otro lado como quien tira los deshechos al mar no significa que no estén ahí.
Ha citado Guantánamo y las entregas ilegales. En nombre de la «guerra contra el terror» también se han cometido vulneraciones.
Este libro habla mucho de eso. Parece que cuando existe un enemigo, cualquier medida es válida y, sobre todo, vas a contar con el apoyo de la opinión pública. La población va a apoyar cualquier medida contra el terrorismo. Me parece que es una medida poco efectiva, además de ilegal; estoy hablando de las entregas extraordinarias, de las penas de muerte en base a pruebas fabricadas. Es una ilegalidad que estos europeos y europeas no estén recibiendo asistencia consular, están carentes de cualquier tipo de derechos, empezando por los niños. Intentar cerrar de esta manera tan chapucera el capítulo del califato no solo es injusto e ilegal, sino que es una estrategia nefasta porque es ahí donde se está fraguando el próximo califato.