Maite Ubiria

El Estado francés alcanza la barrera de las 100.000 personas fallecidas por la covid-19

El Estado francés alcanza hoy la barrera de los 100.000 fallecimientos debidos a la pandemia, una cifra devastadora para un país que hace frente, con más personas ingresadas el las UCI que en abril de 2020, a una tercera ola de pandemia con su ciudadanía bajo un confinamiento «adaptado».

Emmanuel Macron se hace un selfie en su visita, esta mañana, a las obras de reconstrucción de Notre-Dame. (Benoît TESSIER/AFP)
Emmanuel Macron se hace un selfie en su visita, esta mañana, a las obras de reconstrucción de Notre-Dame. (Benoît TESSIER/AFP)

El Estado francés alcanzará este 15 de abril la barrera de los 100.000 fallecidos en hospitales y residencias, de acuerdo a unas cifras, las de Santé France, que la víspera reportaban 99.805 fallecimientos desde el inicio de la recogida de datos sobre la pandemia, en marzo de 2020.

La propia estadística, que sitúa al Hexágono junto a los estados europeos que han sumado mayor número de víctimas debido a la covid-19, caso de Gran Bretaña (127.000) o Italia (115.000), debe cogerse con precaución, ya que las autoridades sanitarias han empleado diferentes modalidades a la hora de contabilizar a las víctimas.

De hecho, el centro de epidemiología sobre las causas médicas de fallecimiento (CépiDc) recoge al menos 11.000 fallecidos más que los reportados por el Ministerio de Sanidad en base a los datos de los hospitales y a los informes de las residencias, que acusan retrasos de hasta quince días.

Pese a la virulencia de la primera ola, que dejó más de 30.000 fallecidos en el Estado francés, lo peor estaba aún por llegar. Tras abrir el país en los meses de verano, lo que sin ir más lejos en Ipar Euskal Herria se tradujo en una fuerte llegada de visitantes, el otoño trajo de su mano una segunda ola, a finales de octubre, que se cobró otras 65.000 vidas.

Desde entonces la pandemia no ha dado tregua, hasta el punto de hacer difícil el poner fechas a esa tercera ola en la que la irrupción de las variantes ha llevado a sumar diariamente los nombres y las vidas de 300 personas al parte de fallecidos por causa directa de la covid-19.

La fuerte expansión de la variante británica inflama las cifras de contagios –entre 35.000-40.000 nuevos casos diarios– en el Estado francés y la situación extrema en Brasil es otra fuente de preocupación que ha llevado a París a cancelar los puentes aéreos con el gigante americano.

El portavoz del Gobierno francés, Gabriel Attal, trató de jugar, el 14 de abril, con la baraja de las «buenas perspectivas», asegurando que se mantiene el horizonte de mediados de mayo para valorar las condiciones de reapertura, bajo estrictas condiciones, de los exteriores de los locales de hostelería, cerrados a cal y canto desde octubre de 2020, y de las salas de cultura e instalaciones deportivas.

En el ecuador del «confinamiento al aire libre» que se prolongará al menos otras dos semanas, y que ha traído como novedad fundamental el cierre de las escuelas, ese guiño de Attal no dejaba la huella deseada en los medios de comunicación, bastante escarmentados con unos calendarios gubernamentales desmentidos unos después de otros por la dura realidad de la pandemia.

Hoy hay más personas hospitalizadas en estado grave en el Estado francés que en abril de 2020. Concretamente son 5.900 los pacientes ingresados en los servicios de reanimación.

El propio Attal debía reconocer que «lo peor no ha pasado y tenemos ante nosotros días difíciles porque estamos lejos del pico de hospitalizaciones».

Campaña de vacunación

Esa sentencia emitida ayer por el portavoz del Gobierno francés se complementaba hoy con un nuevo llamamiento, por medio de las redes sociales, al personal sanitario «en la reserva» para que se ponga a disposición del sistema de salud, a fin de ayudar a contener ese aumento de casos en los hospitales, y también para contribuir a dar ritmo a una campaña de vacunación a la que París se aferra como la tabla de salvación.

Afortunadamente el nuevo tropezón que ha implicado el retraso en la distribución de la vacuna de Johnson and Johnson, que debía dotar a París de medio millón de dosis suplementarias antes de finales de abril, ha podido ser en parte compensado con el anuncio de que el Hexágono recibirá al menos 7.000.000 de dosis de la vacuna Pfizr/BioNTech en el segundo trimestre del año.

El Estado francés ha rebasado la cifra de 11 millones de monovacunados, pero la previsión de Emmanuel Macron de que a finales de verano «todos los adultos que así lo deseen puedan acceder a una vacuna», a priori 52 millones de personas, parece ahora mismo una utopía.

Reapertura a «mediados de abril»

Pese a todo, y tras protagonizar una «imagen de reconstrucción» con una visita esta mañana a las obras para devolver su brillo a la catedral de Notre-Dame, Emmanuel Macron llevará a cabo, al atardecer, una reunión con varios miembros de su gabinete, para dar forma a ese eventual plan de reapertura parcial «a mediados de mayo».

Después de Gran Bretaña, un país de la UE, la vecina Bélgica, se marca ya como fecha el 8 de mayo.

Sin embargo, solo una mejora real en la situación sanitaria podría trasmitir a la ciudadanía, que llega exhausta al ecuador de este tercer periodo de confinamiento, en que se preconiza el teletrabajo, no se pueden hacer desplazamientos no justificados más allá de los 10 kilómetros del domicilio y se aplica el toque de queda a las 19.00, una perspectiva más allá de los discursos gubernamentales.

Mediados de mayo queda lejos, y antes hay que llegar a la doble meta volante del 26 de abril y el 3 de mayo, cuando debe completarse la vuelta a las aulas de los escolares. De no mediar una prórroga en ese confinamiento «sui géneris» que marca este mes de abril.

Preparar las escuelas

Los sindicatos de enseñanza encadenan desde hace días pronunciamientos para pedir a Macron que cumpla sus promesas en cuanto a la vacunación prioritaria del profesorado, y exigir al muy impopular ministro de Educación, Michel Blanquer, que equipe a los centros escolares tanto de purificadores de aire –captores de CO2– como de test que puedan servir para mejorar la detección de la covid-19 en el caso de personal y alumnos.

«Nadie comprendería que, como ha hecho con anterioridad, el Ministerio de Educación se saque de la chistera un nuevo protocolo a unos días vista de la vuelta a las aulas a sabiendas de las implicaciones que ello tiene para las familias y los centros educativos» ha advertido hoy Guislaine David, secretaria general del sindicato Snuipp-FSU, primera central en la enseñanza primaria francesa.