El comunicado fundacional de la Superliga masculina de fútbol, elaborado por los doce clubes fundadores, dice en su octavo párrafo: «Tan pronto como sea posible, tras el inicio de la competición masculina, se pondrá en marcha la correspondiente liga femenina, lo que contribuirá al avance y desarrollo del fútbol femenino».
Era de imaginar que en este multimillonario negocio en el que el dinero lo va a gestionar JP Morgan Chase, la cuestión de género iba a tener muy poco peso. De hecho, no tiene ninguno más allá de la declaración de intenciones de ese noveno párrafo, que más parece una forma de quedar bien a estas alturas de Siglo XXI que la base de un proyecto real.
En cualquier caso, tampoco es cuestión de despreciarlo porque, teniendo en cuenta la precariedad en la que aun se mueve el fútbol femenino, solo con las migajas que les queden de la competición masculina pueden organizar una competición espectacular.
Para la UEFA es una «amenaza»
La exfutbolista alemana Nadine Kessler, máxima responsable del fútbol femenino en la UEFA, considera que la Superliga es «una amenaza directa para todos los planes» que este organismo ha elaborado junto a los clubes y las ligas para la nueva Liga de Campeones femenina.
En un comunicado, Nadine Kessler ha denunciado que la noticia de la creación de esta competición «llega sin ninguna consulta y en el momento en que la Liga de Campeones femenina está a punto de ver un cambio transformador a partir del próximo verano».
En su opinión es «una amenaza directa a todos los planes que hemos elaborado cuidadosamente, junto con la ECA (asociación europea de clubes) y las ligas. Se trata de un torneo que brindará visibilidad, más competencia, recompensa financiera y solidaridad; todo con el objetivo de generar una nueva era para todo el fútbol femenino».
Kessler destaca que la Liga de Campeones, a diferencia de la Superliga, sí «será abierta» y por tanto «permitirá a clubes y jugadoras de toda Europa continuar con el sueño de ganar el trofeo de clubes más prestigioso del mundo».
En esta primera etapa de profesionalización del fútbol femenino, además, Kessler cree que «es necesario un mejor equilibrio entre los clubes para que no solo unas pocas jugadoras puedan prosperar».
Para la exjugadora alemana, «los clubes deben poder tener la ambición de formar parte de la cima del fútbol a nivel europeo, es decir, de la Liga de Campeones. Con una competición cerrada, esto no es posible. Y, por supuesto, tal desarrollo sería igualmente devastador para todas las ligas nacionales, que están haciendo enormes esfuerzos para profesionalizar el fútbol femenino».
Kessler aboga firmemente por «un sistema de competición abierto, basado en el mérito deportivo y que permita que todos lleguen a la cima. Ganará el mejor y el peor descenderá, pero volverá a intentarlo la próxima temporada».
Además, se lamenta de que «la codicia parece eclipsar las necesidades más amplias de la sociedad y del fútbol en general» e insiste en el valor de la solidaridad en el reparto de los ingresos porque «el ecosistema del fútbol actual financia todo, desde la base hasta la élite. Las fuentes de financiación son vitales porque de ellas depende nuestro juego».
La idea de los doce
Los doce clubes fundadores de la Superliga masculina y del proyecto de femenina, que no han concretado todavía, son seis de la Premier League (Liverpool, Manchester United, Manchester City, Chelsea, Arsenal y Tottenham Hotspur), tres de la Liga española (Real Madrid, Barcelona y Atlético de Madrid) y tres de la Lega italiana (Milan, Juventus e Inter de Milán).
En su Superliga masculina participarán «20 clubes, los 15 Clubes Fundadores –que solo son doce porque todavía no se han sumado Bayern de Múnich, Borussia de Dortmund y París Saint Germain– y otros cinco equipos adicionales –que tendrán que ser ocho si los otros tres no se suben al carro– que se clasificarán anualmente sobre la base del rendimiento de la temporada anterior».
En su acta fundacional no concretan para nada que criterios seguirán para elegir o para echar cada año a los equipos invitados.
Por supuesto, de la competición femenina no dicen absolutamente nada, aunque se supone que los doce fundadores serán fijos.
En este caso, estarían fuera dos de las ligas más potentes del mundo, la alemana y la francesa, que son junto a la inglesa las únicas realmente profesionales del fútbol femenino.
En cuanto a los equipos, quedarían fuera de esta competición el actual primer clasificado del ranking de la UEFA el Olympique de Lyon; el tercero, el Wolfsburgo alemán; el cuarto, el París Saint Germain; el sexto, el Bayern Múnich; el octavo, el Slavia de Praga; el noveno, el BIIK Kazygurt, de Kazajistán; y el décimo, el Rosengard, de Suecia.
Estarían fuera también otros ocho situados entre el décimo y el vigésimo en el ranking oficial. En total, no participarían quince de los primeros veinte mejores.