Solo un punto diferencia el Alavés del pasado curso y el de este año. Un punto que puede ser insignificativo pero que a la vez puede esconder muchas explicaciones. Porque el Glorioso del año pasado nunca pisó posiciones de descenso y el de este curso parecía que ya se estaba despidiendo de la máxima categoría hasta que llegó Javi Calleja, y en cuatro jornadas (con dos empates y dos victorias) volvió a ilusionar en la temporada del Centenario que se ha celebrado con cierta distancia y agonía.
Todavía cuesta encontrar sentido a la destitución de Pablo Machín, que llegó tras la derrota frente al Cádiz en la jornada 18 y cuando el equipo ocupaba la decimosexta plaza. La llegada de Abelardo, en vez de suponer un revulsivo –pues el equipo no pisó el descenso con Machín a excepción de las cinco primeras jornadas–, supuso una caída en picado hasta que se vio hundido en el descenso. Durante seis jornadas consecutivas estuvo sumergido en el pozo hasta que el propio Abelardo vio que sus directrices no calaron en el equipo, además de que salieron a la luz algunos desencuentros en el vestuario.
Tanto cambio en el banquillo, que a última hora salen bien, imposibilita un proyecto a largo plazo. En el último lustro en Primera han pasado nueve técnicos por Mendizorrotza. La marcha de Manu García tras cumplir el Centenario también deja un poso algo agrío.
Calleja, mejor promedio que Machín y Abelardo
«Después de visto, todo el mundo listo». Una vez terminado el curso es fácil hablar de las estadísticas y de los errores. Nadie sabía qué depararía el regreso de Abelardo, ni tampoco la llegada de Calleja. Tampoco sabemos qué habría pasado si hubiera continuado Machín. Sea como fuera, Calleja tiene mejor promedio de puntos que los dos anteriores. En nueve jornadas ha sumado 15 puntos (1,6 por partido); Machín fue destituido con un punto por partido (entrenó al Alavés en 18 jornadas) mientras que Abelardo no llegó a sumar ni la mitad (0,45) en sus once partidos al frente del Glorioso.