Amaia Ereñaga
Erredaktorea, kulturan espezializatua
Entrevue
Toni Mejías
Músico, periodista y escritor

«Habría que empezar a quitarse de comentar el peso de los demás»

Toni Mejías (1984, Valencia) acaba de publicar ‘Hambre. Mi historia frente al espejo’, un desgarrador ejercicio de sinceridad sobre su pelea contra la anorexia. Acaba también de echarse a la carretera con su otra mitad, Los Chikos del Maíz.

Toni Mejías ha publicado ‘Hambre’.
Toni Mejías ha publicado ‘Hambre’.

En la portada de ‘Hambre. Mi historia frente al espejo’ (Aguilar), Toni Mejías luce como si su delgadez dejase transparentar los huesos por debajo de la piel. Casi cadavérico, mira a cámara sonriente y con el color del resurgir a sus espaldas. Toni el Sucio el rapero, Toni Mejías el periodista y músico poco cómodo para la derecha, el Toni de las rimas directas a la yugular de Los Chikos del Maíz se ha abierto en canal con un testimonio en primera persona en el que cuenta su pelea durante más de tres años con una enfermedad tan silenciosa y destructiva como la anorexia. Poco visualizada en el caso de los hombres, porque generalmente este transtorno alimentario se ha considerado que afecta casi únicamente a las mujeres –y estar delgado es algo que se inculca como aspiración a todos, dan igual los géneros–, el paso por el círculo de contaje de calorías, pensamientos obsesivos, debilidad y negatividad que relata Toni Mejías es duro, pero narrado sin dramatismos.

Mientras sana cicatrices, ha comenzado la gira de conciertos de ‘David Simon’, un EP de esos a escuchar con atención muchas veces y que sirve a modo de epílogo de su anterior trabajo, ‘Comanchería’. Se ríe cuando le decimos que los músicos de rap se han convertido en los creadores de opinión o speakers de hoy en día, pero es cierto: ‘David Simon’ es una especie de estudio antropológico, con mucha mala leche. «Hay gente –reconoce– que siente a lo mejor que nos hemos ablandado, pero para mí las letras son iguales que las de los primeros discos, combatiendo lo mismo. Sí que pienso que con la experiencia y la edad vas cambiando la forma de hacer porque también artísticamente te llena más».

¿Cómo ha vivido el proceso de empezar con las giras? Con ‘Comanchería’, reconoce en su libro que lo pasaba realmente mal, con ataques de pánico. ¿Está volviendo a ser algo placentero?

Va un poco a días, porque estos pocos conciertos que hemos hecho van un poco espaciados. Pero estoy haciendo ahora un poco de terapia con las herramientas que tengo, de asumir que voy a tener picos de ansiedad y de pánico escénico e intentar sobrellevarlo. Por ejemplo, el último concierto en Guadalajara me conciencié mucho y lo saqué adelante. Mientras busco la manera de perder esa ansiedad que ahora me genera, porque viene derivado del otro problema, al menos estoy intentado ver que me sé la letra perfectamente, que la gente está esperando a que salgas al escenario... o sea, que no hay tantos problemas como yo me quiero imaginar. Todavía sigue siendo un poco difícil, pero estoy trabajando en ello, y consigo disfrutar de los conciertos.

«Cuando empecé con la psicóloga y la endocrina comencé a escribir un diario. Decidí darle forma de libro porque a lo mejor podía ayudar a alguien a reconocer el problema, que es el paso más difícil»

Han sido casi procesos paralelos, terminar el libro ‘Hambre’ y editar el EP, todo después de la pandemia. ¿No sé si ha supuesto una especie de catarsis o de «resetearse»?

Empecé a escribirlo con ‘Comanchería’ porque fue en ese año, en 2019, en el que hicimos un parón para grabar el disco. También es cuando empecé a trabajar con la psicóloga y la endocrina para empezar a combatir la anorexia. Los textos los escribí como una especie de diario para ver mis avances y retrocesos durante aquellos meses. A finales del 2019, la psicóloga me dijo que podía caminar por mí solo, que ya tenía suficientes herramientas y ahí es cuando empecé a mirar todo lo que tenía escrito. Y decidí que a lo mejor tenía sentido darle la forma de libro y que a lo mejor podía ayudar a alguien a reconocer el problema, que es el paso más difícil. Ha pasado más de un año desde que terminé el primer borrador. También por eso tenía que hacerle un añadido sobre la pandemia, porque está claro que a una enfermedad que afecta al tema del control, de la obsesión y demás, algo como una pandemia le revuelve todo.

2020 ha sido un año muy heavy. La soledad es muy dura.

Y no tener ninguna certidumbre. O sea que no sabes lo que va a venir, cuál va ser el futuro y claro, cuando a ti te gusta tener todo bajo control te pone un poco al límite. Pero bueno, a lo mejor sirve también como terapia extrema.

‘Hambre’ no es un libro de autoayuda, sí un ejercicio muy valiente de reconocer públicamente que sufre anorexia. No sé si ha recibido algún mensaje de vuelta.

He recibido muchísimos mensajes estas semanas. La verdad es que los días que tengo un poco de dudas de si he hecho bien contando todo esto me vienen bien. A lo mejor es de gente que lo ha superado y me dice que se puede salir, que se puede dejar de contar calorías, de gente que a raíz de mi libro se ha dado cuenta de que tiene este problema, de madres que me han escrito diciendo que a través de mi libro han hablado de este problema con sus hijos... La verdad es que en ese aspecto es muy guay, pero como yo todavía estoy en proceso no puede ser un libro de autoayuda porque ni siquiera soy capaz de ayudarme a mí mismo en muchas facetas. Al final se trataba de comunicar con la gente, porque que al igual que yo puedo ayudar a muchos, mucha gente que puede ayudarme a mí.

Habrá recibido algún mensaje negativo también. Las redes sociales ya se sabe cómo son.

En general, poquito. A lo mejor ante alguna entrevista que se ha hecho viral sí ha habido el rollo de «trabajando 8 horas se te quita la tontería» o lo de «trabaja de sol a sol y ya verás como dejas de ser tal»... pero, por lo general, bien. Yo de esto me curo en salud: intento leer lo justito. Estoy mejorando en ese aspecto, porque siempre me ha afectado mucho. Hay gente que te dice que hablas de lo que no sabes, que no das datos... y me sabe mal, porque yo no quiero quedar como un experto ni hago una tesis, solo quiero contar mi historia desde el lado personal. Y claro que no es una visión general, pero es una visión más y todas ayudan. Yo no sé de datos, no sé si el 90% de la anorexia es femenina, realmente no lo sé. Solo te puedo contar lo que yo he sufrido. Y como mucha gente me ha escrito con síntomas que son muy comunes y a mucha gente le pasa esto y tiene síntomas similares... a lo mejor entonces esto de algo servirá.

Apunta incluso que conforme Los Chikos del Maíz fueron ganando popularidad, los conciertos le fueron generando una mayor ansiedad. Porque la música está muy relacionada con la imagen. ¿Pudo ser uno de los factores?

Analizándolo todo en perspectiva entiendo que viene todo desde la adolescencia, con muchas inseguridades producidas por ser el gordito de clase y demás. Pero, claro, una vez que te haces una figura pública durante mucho tiempo he recibido comentarios despectivos sobre mi aspecto. Creo que en el momento en el que decidí cambiar de hábitos, cuidarme, bajar de peso y demás, y cuando llegan los comentarios positivos también te nublan, porque sientes los halagos, quieres perder más peso para estar más guapo para esa gente desconocida que te dice cosas bonitas cuando toda la vida te han dicho lo contrario... En algún momento pierdes el control y piensas que bajar de peso es lo positivo y que cuanto más bajes mejor vas a estar y te van a ver mucho mejor. Entras en una rueda en la que es difícil salir, porque tu cabeza está en otro mundo y rechaza los alimentos.

El culto al cuerpo y la presión estética vienen de lejos. Lo que pasa es que se ha agudizado muchísimo con las redes sociales, porque lo que antes eran comentarios en círculos cerrados ahora es las 24 horas y siete días a la semana

Empezó con el deporte hasta obsesionarse. Hay esa moda de «ponerse cachas».

Yo creo que lo hombres, antes al menos, supongo que también habría casos pero era más el tema de la vigorexia. Mientras a las mujeres se les pedía estar extremadamente delgadas para cumplir los cánones de belleza, los hombres tenían que ser lo que yo llamo cruasanes, que no pueden ni bajar los brazos. Tal vez por eso en los hombres no se ha visto tanto el tema de anorexia porque se pedía esa estética y todo lo que había de trastorno alimentario iba destinado a ganar músculo a toda costa. Creo que siempre ha habido presión estética pero, como es lógico, ha habido mucha más para la mujeres.

Las mujeres vivimos en dieta continua.

Sí, porque, aparte, tenemos una costumbre que habría que empezar a quitarse de comentar el peso de las demás personas: tú no sabes nada del cuerpo de esa persona, no sabes si ahora ha engordado porque está pasando una etapa mala, o si está intentando perder peso y a lo mejor tu comentario de “has engordado un poquito” le hace frenar en su recuperación.

«Los ojos de los demás son nuestras cárceles; sus pensamientos, nuestras jaulas». Es de Virginia Woolf.

Tuve la idea de introducir capítulos del libro con frases de músicos, poetas o escritoras que me gustaran. Es una frase que se me quedó marcada a fuego y que me pareció super interesante y super actual en el tema de las redes sociales. También demuestra que es algo que no viene de ahora: lo que pasa es que se ha agudizado muchísimo con las redes sociales porque lo que antes eran comentarios en círculos cerrados ahora es las 24 horas y siete días a la semana. Pero el culto al cuerpo y la presión estética vienen de lejos.

Esta frase es suya: «Hoy en día sentimos la necesidad de dar nuestra opinión, aunque nadie nos la pida ni a nadie pueda interesar». Eso es Twitter.

Ahora, por ejemplo, con la tarifa eléctrica, parece que si no pones un tuit ya sea gracioso, despectivo, positivo, lo que sea, como que estás fuera. El otro día estuve como dos días sin entrar en redes y llegué a la polémica de la escritora Ana Iris Simón y fue como que estaba desubicado. Y como que no tenemos que opinar de todo. Y no hace falta que estemos todo el día en Twitter: ¡Respira, abre las ventanas y baja un poco a la calle que es saludable! Entiendo que en trabajos como el nuestro es complicado, porque no solo eres músico o periodista, tienes que ser publicista de tu producto. Entonces no puedes desaparecer de las redes sociales, pero creo que hay que empezar a respirar un poco, porque si no acabaremos un poco mal.

En su caso, reconoce que las redes le han servido para darse a conocer. Es el cielo y el infierno. ¿No sé si al final vamos a tener que hacer barricadas también en las propias redes?

Va todo tan rápido y es algo reciente que hará falta un tiempo para analizarlas, y más en redes que son tan cambiantes. Recuerdo que cuando entré en Twitter era un espacio agradable y de humor. Ahora es un espacio de odio, directamente. Va todo tan rápido que cuando vayamos a analizar una red social esta ha cambiado completamente. Sí que hay que estar, porque parece que la extrema derecha está metida ahí más que nunca y quiere echarnos a todos y a todas, pero pienso también que tienes que saber cómo afecta a tu persona y a tu salud mental. Entonces, a lo mejor hay que marcarse unos horarios. Es lo que yo hago.