Amaia  U. Lasagabaster
Kazetaria, kirol informazioan espezializatua / Periodista, especializada en información deportiva

Una temporada anómala con satisfacciones limitadas

La temporada de Primera acabó el domingo como empezó: con el Barcelona, campeón, goleando y rodeada de incertidumbres. Ha sido un curso anómalo y con alegrías limitadas para el fútbol vasco. El curso que viene el Alavés se unirá a Real, Athletic y Eibar y la Liga será, debería, profesional.

Derbi en Zubieta entre la Real y el Eibar. (Amaia ANDRÉS / FOKU)
Derbi en Zubieta entre la Real y el Eibar. (Amaia ANDRÉS / FOKU)

La Liga de Primera acabó el domingo con un buen resumen de la temporada. Goleó el Barcelona, campeón intratable, y los equipos vascos se fueron de vacaciones con sabor agridulce: las tristezas matizaron el último triunfo de la Real y el alivio hizo lo mismo con las derrotas de Athletic y Eibar. La propia fecha de finalización ejemplificó también lo anómalo de una campaña que, en ese sentido, también acaba como empezó: tarde y rodeada de incertidumbres.

Entonces lo fue por la tardanza en la elaboración de un protocolo de seguridad al que tuvieron que adaptarse los equipos, que habían comenzado a trabajar en julio pensando que la Liga arrancaría en septiembre y que finalmente no pudieron disputar la primera jornada hasta el 4 de octubre.

La española fue la última gran Liga europea en comenzar. También la que partía con más participantes, 18, después de que la campaña anterior se suspendiera con ascensos pero sin descensos. Y en el calendario ha habido que encajar semifinales y final de Copa del pasado curso, tres partidos de Supercopa y la Copa 2021. Todo ello, unido a los parones internacionales, ha desembocado en una temporada interminable que, contando el trabajo veraniego, se ha prolongado casi doce meses.

El desarrollo, además, se ha visto muy afectado por el aplazamiento de partidos ante la aparición de positivos en los equipos. Hasta el punto de que llegó a parecer imposible que pudiera disputarse el mínimo establecido para dar por válida la temporada. En total han sido 38 los partidos (un 12% del total) que han tenido que cambiar de fecha. La mayoría por positivos en coronavirus –de los que no se libró ninguno de los tres equipos vascos– aunque también se han debido al temporal «Filomena», al permiso concedido al Rayo para retrasar su inicio de Liga o al calendario del Barcelona, que ha disputado 49 partidos de cinco competiciones.

Con éxito rotundo porque se ha adjudicado cuatro de ellas: las Copas de 2020 y 2021, la Liga y, por primera vez en su historia, la Champions League.

Luces y sombras

Su dominio ha sido apabullante –33 victorias, 167 goles a favor a una media de cinco por partido, apenas 15 en contra...– en una Liga que también concluyen felices Real Madrid y Levante, sus acompañantes en el podio liguero. En su primera temporada como tal, el Real Madrid acaba segundo y participará en la Champions, competición a la que regresa doce años después el Levante, tercero.

Un final con el que se ha ilusionado durante muchos meses la Real. Con Natalia Arroyo al frente, el nuevo paso adelante de las jugadoras que ya estaban, las incorporaciones e irrupciones como las de Amaiur, el equipo ha estado en la pelea europea hasta la recta final, cuando se ha desinflado, coincidiendo con un brote de positivos en la plantilla en el tramo más duro de su calendario. Aún así, el equipo ha acabado quinto, igualando su mejor posición histórica, pero el regusto no es bueno en este final de Liga que se salda con la marcha de diez futbolistas – nueve de ellas con oferta de renovación rechazada– incluyendo la mayoría de sus principales estandartes y con la sospecha de que algo no ha funcionado bien en el vestuario.

El ambiente es mucho más relajado en el Athletic pero porque lo peor de la tormenta ya pasó. El alivio por haber salvado la categoría, que se vio muy en peligro, o la ilusión por las jóvenes o por la presencia de Iraia Iturregi en el banquillo, primera mujer que lo ocupa, no ocultan que el equipo rojiblanco acaba en la 11ª plaza. Ha sido la peor temporada de su historia –no en vano destituyó a su técnico Ángel Villacampa, algo también inédito–, consecuencia evidente de un cambio de ciclo y del avance de muchos equipos con los que el rojiblanco no compite en igualdad de condiciones.

La serenidad también reina en el Eibar, pese a que acabó la Liga encajando nueve goles y justo encima del descenso. Pero es el único de los tres equipos vascos que ha cumplido su objetivo, la permanencia. Un éxito fundamentado en una primera vuelta espectacular, a la que no pudo dar continuidad en la segunda, cuando enlazó diez partidos sin ganar –sumó tres puntos de treinta–. Por suerte reaccionó a tiempo y, a dos jornadas del final, pudo celebrar la permanencia matemática.

Volverá a pelear por ella la próxima temporada, que llega con dos buenas noticias: el ascenso del Alavés –una cuarta parte de los equipos de Primera serán vascos– y la profesionalización de la Liga... al menos sobre el papel.
 

La Federación Española planifica el próximo curso sin los clubes

El pasado 15 de junio, el Consejo Superior de Deportes oficializaba una noticia largamente esperada, al aprobar la profesionalización de la Primera femenina, que se denominará «Liga Ellas» el próximo curso, uniéndose a Primera y Segunda División de fútbol masculino y la ACB. Este cambio deja la titularidad de la competición, incluyendo los derechos de televisión, y buena parte de su organización en manos de los 16 clubes que compondrán la categoría, que sólo deberán acordar una serie limitada de cuestiones con la Federación Española.

Con apenas tiempo para que arranque la próxima temporada, desde los clubes ya se había asumido que en esta primera campaña de profesionalización, la intervención de la RFEF será mayor de lo que le corresponderá más adelante pero la entidad presidida por Luis Rubiales, que siempre se ha mostrado contraria a la profesionalización de la categoría, ha ido mucho más allá. Actúa, de hecho, como si la decisión del CSD no hubiera existido, lo que vuelve a rodear de incertidumbre el inicio del próximo curso, que debería producirse el próximo 4 de septiembre.

Así lo decidió la propia Federación Española en la reunión de su Comisión Delegada celebrada la semana pasada. Y pese a que los clubes, que todavía esperan la llamada del CSD, que no se ha puesto en contacto con ellos desde marzo, se mostraron reacios ante las intenciones de la RFEF, ésta los hizo ayer públicos, dándoles carácter de oficialidad. Y no se limita al calendario, sino también a la composición y organización de la categoría, incluyendo el punto que menos ha gustado a los clubes: la nueva reducción de equipos en Primera –a la que se denomina «Primera RFEF» y no «Liga Ellas», tal y como se especificó desde el CSD–, que en la temporada 22/23 serían sólo 14, por lo que el próximo curso volvería a haber cuatro descensos. También prevé, de cara a la 22/23, que la «Segunda RFEF» conste de un solo grupo de 16 equipos frente a los dos grupos de 16 que conforman la actual «Reto Iberdrola» y la creación de una nueva categoría, la «Tercera RFEF», que estaría compuesta, esta sí, por dos grupos de 16 equipos. Además, la Primera Nacional se reestructuraría, pasando de siete a seis grupos.

La Española también establece que la temporada en Primera comenzará el 4 de septiembre –al igual que en Segunda, en la que repetirán Osasuna y Athletic B– y concluirá el 15 de mayo. La Copa arrancará en octubre, aunque todavía no se ha especificado el formato exacto de un torneo cuya titularidad sí pertenece exclusivamente a la RFEF, con la final prevista para el 29 de mayo y la Supercopa se disputará del 19 al 23 de enero. Además, habrá cinco parones internacionales, en una temporada que concluirá con la disputa de la Eurocopa de Inglaterra.