La increíble hazaña del «héroe imperfecto» Giannis Antetokounmpo
De dedicarse a vender en las calles de Atenas a ganar el anillo de la NBA en menos de una década, aceptando el reto de ser campeón en la ciudad que lo acogió, Milwaukee, una franquicia que lograba su segundo anillo, 50 años después de Oscar Robertson y Lew Alcindor.
«Lo fácil hubiera sido irme a un ‘superequipo’ y hacer mi parte para conquistar el anillo. Pero cuando me quedé en Milwaukee, quería agradecer a la ciudad por lo que había hecho por mí, cuando pocos años antes me dedicaba a vender en las calles de Atenas. Y aunque siempre he tomado el camino difícil, he demostrado con este equipo que lo que parecía imposible –golpe sobre la mesa– se puede conseguir».
Después de que en los dos anteriores años Antetokounmpo quedara señalado tras sus derrotas en los playoffs, por su inseguridad en los tiros libres y su incapacidad de añadir un tiro exterior fiable a sus 2,11 metros y un físico tallado desde el futuro, solo quedaba que The Greek Freak renovara el pasado diciembre por los Bucks, nada menos que por 228,2 millones de dólares por cinco años, huyendo de la posibilidad de irse a la agencia libre para marcharse a algún equipo diseñado para ganar el anillo, como pudieron ser los Brooklyn Nets, sin ir más lejos.
«Esta es mi casa, esta es mi ciudad... Soy bendecido por la oportunidad de seguir con los Milwaukee Bucks los próximos cinco años. Hagamos que cuenten. El show debe continuar, vamos por ello», publicó el griego en su cuenta de Twitter.
Claro, hipotecar 228,2 millones en un solo jugador, aparte de marear, limita mucho el acompañamiento que pudiera tener la estrella de semejante contratazo. Khris Middleton, presente en Milwaukee desde 2013 desde la llegada del propio Giannis, Brook Lopez, Jrue Holiday, Portis... y poco más han tenido los Bucks, aunque, con Mike Budenholzer en el banquillo, ha sido suficiente.
En el sexto y definitivo partido por el anillo, solo estos cinco anotaron 105 puntos para Milwaukee, de los cuales 50 los metió el propio Giannis, otro de los elegidos capaz de meter 50 puntos o más en unas finales, como Elgin Baylor, Bob Pettit, Jerry West, Michael Jordan, Rick Barry y LeBron James. Nada menos, para conseguir el 105-98 final, impidiendo que Phoenix Suns tuviese al público de cara en el desempate y que la franquicia de Wisconsin consiguiera el segundo anillo de su historia, 50 años después de lograr el primero, a la sombra de Oscar Robertson y Lew Alcindor –conocido a partir del verano de 1971 como Kareem Abdul-Jabbar–. Ahí es nada.
Todo ello sumando un 17 de 19 desde la línea de tiros libres. «¡Ya me vieron! Decían que sufro con los tiros libres, pero en el momento de la verdad, los metí», declaraba el «base-pívot» heleno, orgulloso como pocas veces de la hazaña conseguida.
«Bucks in six»
Su MVP en las finales, además, eleva a Giannis Antetokounmpo a un extraño altar, ya que solo el heleno, Michael Jordan y Hakeem Olajuwon pueden presumir de reunir el MVP de la temporada, el MVP de unas finales y el galardón al Defensor del Año.
A diferencia de otros años, Milwaukee no tuvo el mejor balance al final de la Liga Regular, debiendo superar el factor cancha en las Semifinales de Conferencia y la finalísima. Primero «barrieron» a los Miami Heat, subcampeones del año pasado, para luego meterse en una prueba de fe ante los Brooklyn Nets, equipo con toda la pléyade imaginable de estrellas: Kyrie Irving, Kevin Durant, James Harden o Blake Griffin –y hasta LaMarcus Aldridge, hasta que tuvo que retirarse por problemas serios de salud–.
Los Bucks tuvieron que recurrir al desempate y a la fortuna de que las lesiones traicionaron a los Nets en el peor momento. Pero el duelo entre figuras dejó a Durant con 48 puntos, más que los 40 de Antetokounmpo, pero fueron los Bucks los que quedaron en pie en el 111-115 final tras una prórroga.
Los Atlanta Hawks de Trae Young y Gallinari cayeron en seis partidos a cara de perro, pero nadie dijo que esto iba a ser sencillo, toda vez que los Phoenix Suns, de regreso a las Finales desde 1993, se adelantaban 2-0.
Quedaba la profecía autocumplida. Cuando Brandon Jennings pronosticó en 2013 que los Bucks ganarían a los Miami Heat de LeBron en seis partidos –cayeron por 4-0– el Bucks in six cayó como una bravata sin pies ni cabeza. Pero como la historia se repite, ese 2-o ante los Suns detonó de nuevo el Bucks in six en la franquicia de Wisconsin.
Después de hacer valer la condición de local en Milwaukee para empatar, la voltereta llegaba el quinto partido, un 119-123 que ponía a punto el estallido de júbilo para los Bucks de Antetokounmpo, el «héroe imperfecto». «Cuando te centras en el pasado es por tu ego y cuando te enfocas en el futuro es el orgullo el que te conduce. Yo intento focalizarme en lo que está pasando en este momento. Eso es la humildad. No dejarte llevar por la expectación. Salir a jugar y disfrutar compitiendo al máximo nivel. Creo que la gente con la que he compartido mi vida me ha ayudado a ser así». Y eso, hoy, significa ser campeón de la NBA.