Daniel Galvalizi

El cambio demográfico en EEUU es imparable y alerta a la derecha

El nuevo censo de EEUU muestra una sociedad más diversa y urbana que nunca, en la que los blancos no hispanos caen al 57%, la proporción más baja. Los latinos afianzan su sorpaso a los afroamericanos. El Partido Republicano busca amortiguar su impacto en el voto con cambios en las leyes electorales.

Una familia se refresca en Washington ante las altas temperaturas. (Olivier DOULIERY/AFP)
Una familia se refresca en Washington ante las altas temperaturas. (Olivier DOULIERY/AFP)

El informe final de la Census Bureau de EEUU ha dejado varios récords históricos y la consolidación de una tendencia de las últimas décadas que provocará un impacto político electoral y de magnitud. Nunca ese país fue más diverso, menos blanco y menos rural que ahora. Las bases progresistas crecen cuantitativamente y lo vienen haciendo notar en las elecciones, algo que irá a más mientras los republicanos buscan evitarlo con artilugios legales.

Los datos conocidos estos días indican que la población blanca no hispana se redujo de 196 a 191 millones respecto a 2010, y pasaron de ser el 63,7% al 57,8% de los 331 millones de habitantes. El motivo es la bajada en la tasa de natalidad entre los blancos frente a los hispanos y asiáticos y por un peculiar fenómeno: el aumento de la identidad multirracial. En una década, quienes se autoperciben como birraciales o multirraciales pasaron de 9 a 33 millones.

Otro hito es que California, el estado más poblado con 40 millones, ya no tiene una mayoría blanca no hispana y los latinos pasan a ser la primera minoría (40% frente a 34%), sumándose a la lista de New Mexico, Hawaii y Washington D.C., en la que los blancos no son ni siquiera la primera minoría.

Autopercepción de raza

Según el informe del Census Bureau, casi todo el crecimiento poblacional ha ocurrido en las áreas metropolitanas y la población rural se vio reducida, en tanto también cae la tasa de natalidad: el porcentaje de niños ha declinado y los mayores de 18 años son más de las tres cuartas partes del total, también impulsado por el envejecimiento de la generación baby-boomer.

Desde el Acta de Derechos Civiles (1964), el censo debe preguntar a cada habitante su autopercepción de raza porque ello también determinará las cotas de empleo público y admisiones en universidades, impuestas para evitar que los blancos no hispanos (sobre todo en el sureste) acapararan todas las plazas. Ello hace que no sea una exactitud científica sino una tendencia aproximada en cuanto al mapa étnico estadounidense porque cada encuestado es libre de responder según su percepción.

Tras cada publicación del censo, la ley exige que haya un reordenamiento de los distritos electorales para que los escaños de la Cámara de Representantes tengan un aproximado similar de votantes (ahora serán 760.000 ciudadanos de media). Un rediseño que también se hace a nivel local y que lo definen las legislaturas estaduales.

«El censo sirve para muchas decisiones de planificación e infraestructura, y en EEUU hay un propósito institucional central que es distribuir proporcionalmente los escaños. Desde 1940 han pasado 84 asientos de la Cámara Baja de estados del noreste y medio-oeste a estados del sur y la costa oeste. Con el censo de 2020 hay 7 escaños que serán cambiados de distrito, pero será la menor cantidad de cambios en 80 años. Se ralentiza el crecimiento poblacional y esta década fue una de las que menos ha crecido», explica a GARA el doctor en Relaciones Internacionales, Gonzalo Paz Iriberri.

Paz es argentino (con antepasados en Nafarroa, señala orgulloso) radicado en Washington y es profesor hace 19 años de la Georgetown University y afirma que lo que muestra el nuevo censo es a un EEUU «más diverso, más viejo, con menos población rural, con 312 de las 384 mayores ciudades ganando habitantes».

«Estados violeta»

Con respecto al impacto político derivado del voto, asegura que el cambio demográfico «hace que cada vez haya más ‘estados violetas’, que estados que eran seguros ‘rojos’, o sea republicanos, pasen a ser menos seguros. Un ejemplo perfecto es Virginia, que era muy conservador y ahora puede dar triunfo a los demócratas (ocurrió con Biden, Hillary Clinton y Obama). También Arizona y Georgia ahora son violetas. Las ciudades son clave para entender el fenómeno: lo de Arizona se entiende analizando lo que pasa en Phoenix».

Los republicanos, que en vez de modernizar su repertorio ideológico se dejaron llevar por un trumpismo de retórica racista durante cuatro años (y buena parte de su base electoral sigue anclada en ello), ven con alarma esta situación. Aparece una encerrona: adaptarse al nuevo mapa sociopolítico o no volver a la Casa Blanca por varias generaciones.

Pero hay una tercera opción, que es forzar las leyes para evitar el cambio social. «Con el censo viene un proceso que es un grave problema, que es la forma de los distritos electorales y su redibujo, que se hace según quién controla la legislatura de cada estado. El que tenga la mayoría lo determina: se pueden cambiar (las circunscripciones) para partirlas y que la población no blanca se disperse o centrarla en un solo lugar para que solo determine la elección allí, etc.», añade Paz.

«Gerrymandering»

El académico advierte de que muchos grupos de derechos civiles están actuando hace años tratando de «morigerar el cambio de distritos y obtener fallos judiciales que frenen los rediseños o que lo hagan organismos independientes», ya que las reformas en los límites a veces son grotescamente discrecionales para favorecer a un partido e influir en la composición del Congreso. De hecho, hay un verbo para referirse a esta mala práctica, gerrymandering, que nació de la caricatura The Gerrymander, elaborada en 1812 por Gilbert Stuart que ya se burlaba en aquel entonces de las caprichosas formas de algunos distritos electorales.

Otro intento de la derecha para neutralizar el cambio en la demografía política es modificar la normativa sobre qué hace falta para poder votar. «Tiene que ver con cómo te identificas, si te piden carnet de conducir, DNI, etc. Los republicanos están endureciendo esas reglas porque si vota menos gente o solo los mayores conservadores de toda la vida, obtendrán mejores resultados. También intentan cambios en el sistema de voto por correo», recalca Paz.

Además, señala que la nueva demografía tiene más matices de lo que parece: «Es cierto que los hispanos votan más a los demócratas pero hay variaciones. Por ejemplo, hay un fuerte sector católico y evangelista que vota republicano, hay que cruzar las variables para entender el impacto real. También recordar que la población está envejeciendo, aunque no tanto como la europea, pero si las ciudades tienen más mayores, ahí habrá más votos republicanos».