Iñaki Zaratiegi
Entrevue
Pilar Rubio Remiro
Editora

«El mundo no ha cambiado como para permitir a la mujer moverse libre»

Enamorada de los libros y en particular de los de viajes, escribe, fue librera durante quince años y ahora dirige La Línea del Horizonte Ediciones. Ha pasado por Donostia revisando el casi invisible papel histórico de la mujer en el espacio exterior.

Pilar Rubio, en su reciente visita a Donostia. (Gorka RUBIO / FOKU)
Pilar Rubio, en su reciente visita a Donostia. (Gorka RUBIO / FOKU)

La inquieta zaragozana Pilar Rubio Remiro hizo realidad su sueño de compaginar viajes y literatura desde la filial madrileña de la librería barcelonesa Altaïr. Quince intensos años que la crisis económica doblegó. Dio después el salto a editora con La Línea del Horizonte, que tras una década de existencia acumula más de sesenta entregas de narración viajera.

Ha escrito ‘Nuevas estrategias en la narrativa de viajes contemporánea’, ‘El papel de las mujeres en el descubrimiento del mundo’ o traducido ‘Viaje a Jerusalén’, de Pierre Loti. Es también crítica literaria y articulista, gestora cultural, profesora o conferenciante sobre literatura contemporánea de viajes, narrativas de Asia y África y especialmente el viaje con perspectiva de género.


El pasado miércoles participó en el ciclo ‘Con gafas violetas’ que dirige Laura Freixas en el donostiarra Museo San Telmo. Su aportación venía relacionada con la exposición de ‘El viaje más largo. La primera vuelta al mundo’, sobre la gesta de Elkano-Magallanes. Una revisión feminista sobre historias y lecturas relatadas mayormente desde la óptica masculina, marginalizando las experiencias de las mujeres.

¿Cómo le surgió la pasión por los libros en general y los de viaje en particular?
Del placer por la lectura y de la pasión por viajar. Hubo un momento en que uní esa doble pasión del viaje real y del de los libros escribiendo artículos de viajes, abriendo una librería y después una editorial. Siempre dentro de lo que llamo narrativas de desplazamiento.

En 1997 montó la filial madrileña de la librería barcelonesa Altaïr.
Es una de las mejores de Europa en su género y la nuestra fue más pequeñita porque en Madrid había ya espacios similares. Fueron quince años muy bonitos rodeada de narrativa, ensayos… y me permitieron viajar mucho. Lo viví como un privilegio y fue una gran formación para poder dar el salto a la editorial. Los noventa fueron una eclosión de ese género que no era muy conocido, apenas Manu Leguineche, con lo que llamaba reportajes de largo alcance. Hubo libros de éxito como ‘El sueño de África’, de Javier Reverte, las editoriales se volcaron, casi como una moda, y fue la restitución de un género que se había cultivado poco. Luego vino la crisis económica global, hubo que repensar la existencia de la librería y cerramos. Aunque la nave principal de Barcelona sigue firme.

En 2012 pasó a editora con La Línea del Horizonte.
Editamos literatura, narrativa de viajes, algo de ensayo, ficción o relatos de los grandes exploradores y de viajeros contemporáneos. Siempre con un matiz literario dando importancia a la mirada de esa experiencia de quien la escribe. Curiosidad y movimiento al compartir una apasionada mirada sobre el mundo y sus habitantes. Títulos que inviten a pensar, a reflexionar, a vivir la experiencia del viaje. No tocamos el territorio de las guías que son otra cosa y tienen un enfoque absoluto de mercado, un vademécum de información y recomendaciones.

El mundo es una red Google, ofertas de viajes low cost y plagas turísticas. ¿No queda casi nada por descubrir, pero sí mucho por ver?
El gran fenómeno del turismo entiende el viaje casi como gestión comercial. Es complicado distinguir entre viajar y desplazarse. Yo me he desplazado a esta conferencia, pero no he hecho exactamente un viaje. O coges un avión y vuelas lejos, pero no has viajado. La idea clásica del viaje es un estado mental y emocional respecto a la relación con los lugares, sus gentes y sus culturas. Casi todos nos desplazamos, pero pocas personas viajan.

Con lo tecnológico ha cambiado mucho el mundo librero, ¿cómo conviven la lectura digital y la analógica?
Con las pantallas han cambiado los hábitos de lectura, pasas rápido de imagen y es difícil concentrarte en silencio en una lectura larga. Pero tienes sus ventajas: puedes estar leyendo un libro en papel y si viajas continuarlo en pantalla por comodidad. El cambio es en lo que se llama ‘contenidos’ que engloban un libro, un artículo o un whatsapp, que son mundos muy diferentes. Mucha gente no puede ya apagar el móvil y estar leyendo durante un buen rato, solo lee ‘contenidos’. Pero siempre va a haber un gran núcleo de gente apasionada por la lectura. Y cada vez hay más editoriales y librerías, sobre todo especializadas.

Pero ven menos libros, revistas o periódicos, casi solo smartphones. Y el mundo educativo se ha rendido a lo electrónico, con la pandemia como gran aliada.
Pero mucha gente joven que se forma en pantallas se reencuentra después con la lectura como reacción, porque comprar y leer libros empieza ser casi un gesto revolucionario. Pasa como con las relaciones, tras tanto whatsapp llega un momento en que necesitas relaciones presenciales.

El viaje es el resultado de un desplazamiento en tiempo y espacio y usted explica que el vínculo de las mujeres con la movilidad y la exploración del espacio exterior ha sido de sometimiento al hombre.
Desde tiempos inmemoriales hay una especie de división espacial dictaminada por los mandatos de género. Los espacios exteriores de autonomía, acción y movimiento han sido siempre territorios particulares de lo masculino y el interior, pasivo y relegado el de lo femenino. La antropología da razones complejas y ahora sabemos que lo de los hombres cazando fuera y las mujeres en la cueva con los hijos no fue así. Ha habido un interés en separar los roles de género. La cuestión espacial y de movimiento ha sido siempre que el mundo pertenecía a los hombres, que pueden viajar casi sin trabas por donde quieran mientras que la mujer no.

Analiza notables ejemplos femeninos por desarmar esas lógicas territoriales de confinamiento. Por ejemplo, Catalina de Erauso.
Aunque el mundo de la exploración ha sido masculino siempre ha habido mujeres extraordinarias, de sólida personalidad y vidas muy interesantes que hicieron lo mismo que los hombres, aunque no se les haya reconocido la misma importancia. Cité en San Telmo a Catalina aprovechando que era de aquí y que tenéis esa magnífica exposición sobre la vuelta al mundo de Magallanes y Elkano. Lo que se proyecta en ella es la decisión de cambiar su destino, marcharse lejos de un mundo estrecho, llevar la vida que quería, la de un hombre. Eso es lo que suponía el viaje: poder cambiar tu destino. Es una proto aventurera porque esa figura surge siglos después y en ella se reflejan circunstancias que luego veremos en otras grandes biografías.

¿La mujer va rompiendo ese cerco espacial?
Es afortunadamente obvio que pueden y viajan cada vez más y hay más que viajan solas. Pero no pueden aún hacerlo por muchos lugares, y no solo en sitios como Afganistán. Las mujeres están perfectamente capacitadas para moverse por el mundo, pero el mundo no ha cambiado lo suficiente como para permitir a la mujer moverse libre. En nuestra editorial las propuestas que nos llegan de relatos de viajes son 80% masculinas, 20% femeninas. Hay pocas que escriben relatos de viajes porque no les es fácil viajar solas. Me propuse un equilibrio y el cincuenta por cien de libros editados son escritos por mujeres o sobre mujeres.

Hay muchos mundos en este, ¿la mejor manera de llegar a ellos es a través de los libros?
Desde luego. La literatura te permite viajar sin salir de casa. Los viajes de sillón son maravillosos. Y hacen buenos lectores: viajas con los ojos de quien haya escrito el libro a lugares que no vas a conocer o que si los has visitado los redescubres con otra mirada.

¿Leer y viajar van en paralelo?
Totalmente. Cada vez que abres un libro sigues una nueva dirección, te adentras en un mundo que no conoces.

¿Los buenos libros son ‘los que crean un silencio alrededor’?
No sé a quién se lo escuché y me pareció maravilloso. Cuando te sumerges en la lectura y lo que ocurre, los personajes, la atmósfera… te atrapan de tal manera que se crea como una cortina de silencio alrededor y el tiempo queda detenido es una sensación fantástica.

¿Los libros ‘llevan suelas de viento’?
Lo escribió el poeta Rimbaud. ¡Qué gran metáfora!