Daniel   Galvalizi
Periodista
Entrevue
Unai Sordo
Secretario general de CCOO

«Un acuerdo con la CEOE es preferible, pero no condición ‘sine qua non’»

El líder de CCOO, Unai Sordo, atiende a GARA en Madrid en una semana muy especial por el debate sobre la derogación de la reforma laboral. Fija posición sobre la misma y reclama a PSOE y Podemos que se centren en «mejorar las condiciones materiales de la mayoría social» por eso decantará su apoyo.

Unai Sordo, tras su reciente reelección al frente de CCOO. (Alejandro MARTÍNEZ VÉLEZ/EUROPA PRESS)
Unai Sordo, tras su reciente reelección al frente de CCOO. (Alejandro MARTÍNEZ VÉLEZ/EUROPA PRESS)

Son días especiales para Unai Sordo, el sindicalista que todavía no cumplió el medio siglo de edad y ya ha sido reelegido al frente de Comisiones Obreras, la central sindical más importante del Estado, y con un apoyo casi del 95%. Venía de conducir a CCOO en la CAV, tras muchos años de militancia gremial de base, que comenzó en el Bilbo de los años 90.

Estas semanas Sordo, como todos los agentes implicados en los cambios a la reforma laboral del PP y del PSOE hechos durante la gran recesión, está viviendo horas de negociaciones frenéticas y mucho eco en los medios. Su rival en la dialéctica verbal sobre qué rumbo debe tomar la reforma es otro vasco, Antonio Garamendi, originario de Getxo y líder de la CEOE.

Días pasados, la reelección de Sordo puso en escena una imagen impensada: su abrazo con la ministra Yolanda Díaz y los gritos de «presidenta, presidenta» por parte de los afiliados a CCOO que votaron la reelección de su secretario general (foto Gustavo Valiente | Europa Press).

Son momentos álgidos en donde hay mucho dinero y condiciones de vida en juego y quedan pocas semanas para definir hacia qué lado se inclina el tablero. En entrevista con GARA, Sordo recuerda que la reforma «precarizó el empleo, facilitó el despido y dio mucho mas poder a los empresarios para decidir las condiciones de las negociaciones» y niega «radicalmente» que Bruselas ponga reparos a la derogación, sino que exige «bajar el paro juvenil y la temporalidad».

Esta semana ha sido la primera reunión de negociadores del Diálogo Social después del acuerdo de la coalición de Gobierno. ¿Se acerca la definición sobre la reforma?

Como mucho le queda este mes de noviembre, estamos ya en la fase resolutiva de la negociación, hay materias muy maduras, todo lo que tiene que ver con los reequilibrios y la negociación colectiva por ejemplo, y hay todavía materias a las que quedan más márgenes de negociación como la contratación. A la negociación le quedan tres semanas y ver si será acuerdo a dos bandas o a tres. El Gobierno tendrá que decidir.

¿Qué cree que sucederá?

Ya no es cuestión de tiempo. A final de año España tiene que enviar proyecto de reforma laboral en el marco de los compromisos que tiene con la Comisión Europea, así que mucho más tiempo no hay. Cuando habla de que ojalá tuviera derecho a veto, Garamendi se instala en el discurso de la necesidad de un acuerdo tripartito….y creo que es mejor que lo haya a que no porque las reformas así son mas estables, pero que sea preferible es una cosa y que sea condición ‘sine qua non’ es otra. Los objetivos tiene que estar claros, que son reequilibrar la posición de los trabajadores en la negociación colectiva y luchar contra la precariedad. Si la CEOE no está en ese acuerdo, pues listo, no se le puede conceder ningún derecho de veto.

¿Cuál ha sido el mayor daño hecho por la reforma laboral?

Creo que fue una reforma que atacó a las tres patas donde se establecen las relaciones laborales. Precarizó el empleo, facilitó el despido y dio mucho mas poder a los empresarios para decidir las condiciones. Hemos tenido más temporalidad, más contratación precaria, se han quitado trabas a los despidos colectivos y se dio más capacidad de los empresarios para bajar los salarios. Todos elementos de daño en los derechos laborales de la gente.

Se habla mucho de la reforma del PP pero poco de la del PSOE. ¿La de Zapatero dejó su huella también y hace falta derogarla?

Sí claro, la de 2010 es la que introduce por primera vez la posible pérdida de ultractividad de los convenios, la sitúa en dos años en vez de en uno. Es verdad que la de Rajoy agrava todo, pero la de Zapatero es la que incluye la posibilidad de que las condiciones de trabajo se negocien en la empresa con comisiones elegidas allí y no con los representantes sindicales, lo que fue un avance de los empresarios sobre los derechos. Todas ellas medidas que debilitaron la posibilidad de negociación porque el riesgo de que por no haber acuerdo se caiga un convenio colectivo afecta a la negociación. Se ha dado mucho poder al poder autoritario del empresario para hacer de la empresa un cortijo y marcar las condiciones de trabajo.

¿Hay que derogar todo, derogar parte o legislar de nuevo?

Es un debate un tanto nominalista. Hay que derogar pero no para ir a la legislación laboral del 2007, que en España había 32% de temporalidad. Hay que derogar pensando en un modelo laboral más democrático y participativo, equilibrado y que intente de una vez reducir drásticamente la temporalidad. Poner limites a la utilización del despido y buscar, como en otros países de Europa, la adaptación de la jornada de trabajo ante situaciones determinadas para que el despido sea la última opción.

¿Qué modelo europeo sugiere, cuál se puede copiar?

Nada es trasladable pero puede verse el modelo de sustituir el despido adaptando la jornada laboral que se hizo en Alemania, que en 2009 apenas destruyó empleo con una perdida de PIB mayor que la de España. Lo que se hizo fue adecuar el tiempo de trabajo, reducirlo, en vez de despedir. Tampoco creo que haya ningún modelo directamente transportable de un país a otro. Ahora la derecha política y la CEOE tratan de trasladar la idea que hay una especie de veto de Bruselas, poniendo como condición para la recepción de los fondos que no haya reforma. Esto directamente es mentira; lo que está la CE está diciendo a España es que reduzca el paro juvenil y reduzca temporalidad.

Esta semana desde la CEOE se ha filtrado medios afines ideológicamente que su mayor preocupación no son tanto los cambios en la negociación colectiva sino que se limite la contratación temporal. ¿Cree que es así y qué opina?

Bueno, me parece una excelente noticia porque si es así intuyo que la CEOE empezó a dar por sentado que el reequilibrio de la negociación colectiva va a salir adelante. Hace unos días nos decían que no, había una oposición a ello. Es señal de que poco a poco esta batalla se va decantando a favor. Y sobre lo otro, sucede que la capacidad de tener contratos precarios y recursos al despido da enorme poder autoritario al empresariado. No hay mayor temor para la clase trabajadora que perder el puesto de trabajo. Por mas que por corrección política digan que hay que tender a la estabilidad del empleo, da mucho poder al empresario tener un tercio de su plantilla temporal.

¿Y cree que también se podrán derogar los aspectos de la subcontratación?

Creo que sí, se va a avanzar. Dentro del paquete que es condición «sine qua non» para nosotros no solo está la ultractividad y lo del convenio, sino la regulación correcta de la subcontratación. Hay que hacer que las empresas produzcan bienes y servicios de mejor y más calidad, la especialización productiva. Si tengo un taller es lógico que si lo voy a pintar subcontrate, pero en España se ha impuesto ese modelo de contratación para abaratar costes y esto es lo que creo que hay que ponerle coto. En esto se explica buena parte de los bajos salarios y de la siniestralidad laboral.

¿Contempla la posibilidad que haya acuerdo a dos bandas pero con la CEOE y sin los sindicatos?

No veo esta posibilidad. Si el Gobierno optara por poner en cuestión las medidas que son condición para nosotros, ese es un escenario que no descarto. Y quien dé por sentado que hay acuerdo del Gobierno con los sindicatos se está equivocando. Pero creo que este escenario está casi descartado después de la reunión de esta semana. En los cuatro ejes estamos bastante cerca. De hecho estas cuestiones se negociaron con la ministra Valerio antes de la pandemia.


ELA y LAB llevan semanas adelantando una huelga general en Euskal Herria, ¿cómo ve el planteamiento y cómo se va a situar CCOO si se materializa?

Pues es un planteamiento que no acabo de entender muy bien en este momento, en que se ha derogado la reforma de pensiones y se está negociando derogar las partes mas duras de la reforma laboral. En este momento de construcción de este espacio que requiere una mayoría progresista a nivel del Estado español, en que hay que contar con el concurso tambien de ERC, PNV y EH Bildu, no solo del PSOE y UP… no sé cómo encaja. Es momento de recomponer, me he perdido un poco la pista de esta lógica. Cada uno tiene libertad y si creen que hay que convocarla, que la convoquen y ya explicarán a los trabajadores qué sentido tiene.

Unai Sordo, en una manifestación en Donostia, en 2019. (Andoni CANELLADA/FOKU)


¿Ha seguido el conflicto de Tubacex y su desenlace? ¿Hay responsabilidades en el declive industrial vasco, más allá de coyunturas y conflictos concretos?

Sí, hay algunas empresas industriales en Euskadi y fuera de Euskadi que han tratado de aprovechar los momentos de crisis para tomar medidas de carácter estructural que por suerte han contado con fuerte reacción de la clase trabajadora, a través de huelgas y posiciones duras. Los sindicatos vascos estamos ganando estas batallas para mantener el tejido industrial en Euskadi.

Acaban de cumplirse diez años de Aiete y el fin de los atentados de ETA. ¿Cómo valoran el camino hasta aquí y cuáles son las prioridades?

Afortunadamente se ha vivido un fuerte proceso de normalización política, ETA forma parte ya de un mal sueño de la historia. Ahora hay que fortalecer la normalización de la convivencia, que no solo coexistencia, y un reconocimiento a la violencia sufrida por las víctimas. Hay que destacar la lectura crítica hecha por la izquierda abertzale, partir del reconocimiento de todas las víctimas –y cuando digo víctimas no hago disquisiciones, hablo de todo el que sufrió vulneración de sus derechos, que merece reparación–, y buscar un proceso de inclusión de la convivencia que creo que lleva ya una secuencia muy favorable.

Cuando comenzaba a ser sindicalista en su juventud, ¿se imaginaba alguna vez que iba a ser reelegido como líder de CCOO y que se daría una escena como lo que sucedió en el congreso de su organización con el abrazo con la ministra Díaz?

(Sonríe) De lo que me ha pasado en estos años no me imaginaba nada. Ni el abrazo con la ministra ni ser reelegido con el 94%. Soy un chaval de Uribarri (Bilbo), me enrolé en CCOO de muy joven y nada de lo ocurrido me lo podía imaginar ni remotamente, cuando salía por mi barrio y trabajaba en una empresa de la madera. Lo que ha pasado en el congreso de CCOO lo veo como un elemento de cohesión interna dentro del sindicato y de la relevancia que tiene en España a la hora de determinar las políticas laborales.

Ahora pensando a futuro cercano… ¿Se imagina a Yolanda Díaz presidenta del Gobierno?

Es muy pronto para hablar de esos escenarios. Quedan dos años para las elecciones. Vivimos un momento de enorme liquidez política. No haría grandes especulaciones y si el Gobierno me pide un consejo les diría que no pierdan mucho tiempo en pergeñar el escenario electoral y que dediquen todo el día a una agenda social para que la mayoría social perciba que se le mejora la vida. Eso es lo que va a determinar el futuro electoral. Como corran más de la cuenta y precipiten acontecimientos, se van a equivocar.