Entrevue
Alfonso Etxegarai Altxirika
Exdeportado vasco

«Plasmo el cambio histórico, político y jurídico respecto al santuario vasco»

Tras 34 años en el exilio, en los dos que lleva viviendo en Euskal Herria Alfonso Etxegarai ha llevado a cabo un trabajo de memoria y reflexión, sobre su vida y del país, que ha plasmado en un libro que se presentará en Durangoko Azoka: “La Muga”.

Alfonso Etxegarai. (Guillaume FAVEAU)
Alfonso Etxegarai. (Guillaume FAVEAU)

La de “La Muga” no es la primera incursión en el mundo de las letras para Etxegarai –durante su deportación publicó “Regresar a Sara” en 1995 y “La guerra del 58” en 2017–, pero sí se trata del primer libro que escribe desde que regresó de Sao Tomé en 2019. Su trayectoria también está recogida en imágenes y sonidos que llevan al espectador a la isla africana, primero con el documental “Sagarren denbora” y después a través del “Caminho longe” de su vuelta a casa, que ha podido verse en las salas de cine este 2021.

Ahora, dos años después de su vuelta a casa, el plentziarra residente en Zuberoa dedica una mirada a la historia personal lejana y cercana y lo transmite en las páginas de este último libro, que consisten para él un «deber de memoria sobre lo ocurrido en Euskal Herria».

¿Por qué decidió escribir este libro, que presentará en la Azoka de Durango?

Escribir el libro es como una necesidad después del aislamiento al que llevaba la deportación para con Euskal Herria, los movimientos políticos, los amigos… En los dos primeros libros he ido contando un poco mi vida, mi forma de ser y mi forma de estar en este movimiento, además de la deportación; este movimiento que tenemos en Euskal Herria para liberarnos.

¿Qué historia quiere transmitir a través del libro?

Es el resultado de un viaje militante, en el que hay muchas mugas físicas, como fronteras; muchas mugas síquicas, como las de dar pasos decisivos en situaciones extremas; mugas sentimentales, como cuando dejas algo a lo que te has apegado...

Hago un repaso a momentos cruciales, acabo dando un salto para reencontrarme en la calle, como si 34 años fuera ayer. Este episodio se ve también en el documental “Caminho longe”. Este es un libro escrito en caliente; por un lado, plasmo el final del santuario vasco y, por otro, plasmo la deportación en diferentes episodios, además de todas las calamidades que van pasando periódicamente. También las aventuras, mientras Kristiane [Etxaluz] y yo vamos acordando las cuerdas para finalizar la serenata de Sao Tomé, como le llamo yo. Esos acordes con amor y con dificultades que vamos superando.

En este viaje al pasado que propone en el libro, ¿qué diferencias encontramos entre “Regresar a Sara” y “La Muga”?

La diferencia fundamental es que en “Regresar a Sara” hablaba un poco del fin del santuario vasco, o lo que los españoles llaman el «santuario francés». Es una especie de refugio de resistentes, donde encontramos el apoyo de gente. En este último libro hablo de ello para contextualizar la deportación, y explico que hay un cambio de actitud, con algunos datos del Estado francés. El cambio de actitud político-jurídico francés, que se puede considerar histórico. Se sustenta en el mal clima que crea el GAL en Ipar Euskal Herria y en el supuesto chantaje que hace el Reino de España al Estado francés, con algunas opiniones y posturas, que no estaban de acuerdo con este cambio, entre autoridades y personajes de la política francesa.

Son datos que provienen de policías franceses, y declaraciones de unos y otros. Plasmo el cambio histórico, político y jurídico respecto al santuario vasco.

Hay que tener en cuenta que la situación ha cambiado desde que escribió ese primer libro hace más de 25 años.

Al no haberse dado la ruptura democrática en el Estado español, volvemos a vernos en un modelo de relaciones entre ese Estado y Euskal Herria que tiene que cambiar, porque lleva constantemente a una situación injusta. Ese modelo se sustenta, sobre todo, en el derecho que siente España que tiene para conquistarnos o neocolonizarnos, pero en la democracia vasca ese derecho no puede existir.

Hoy se ve que se va hacia otro modelo de relaciones, aunque en algunas instituciones del Reino de España, como tribunales y fuerzas armadas, sigue dominando la ideología franquista. Al dar una vuelta en el tiempo a lo que ocurrió hace 34 años, lo que está tras el libro es la necesidad de cambiar a otros modelos de relación.

Escribe en él que «es un conflicto donde se confunde actualmente un proceso de paz con una desmovilización de la resistencia armada».

Es lo que yo opino, me puedo equivocar. Lo que llamamos el movimiento independentista, y sobre todo ETA, ha visto que había llegado al final de un ciclo y que tenía que dar la oportunidad a otras formas de lucha, porque en todo este tiempo se ha asentado esta posibilidad. Yo no he tenido muchas informaciones sobre ese proceso, pero lo que sí veo es que ha sido una decisión unilateral pensando en el pueblo vasco y en que esta resistencia armada no tenía sentido, en cuanto había otras posibilidades de seguir la lucha.

Dice que esta obra es un deber de memoria, y «una responsabilidad que reivindico para todos los vascos que, a lo largo del viaje, han hecho y hacen el camino por la libertad de su pueblo».

Creo que sí. Como decía Sarrionandia en el prólogo del otro libro que escribí, la historia la cuentan siempre ellos y nos dicen lo que tenemos que decir, en un contexto en el que está prohibido decir otras cosas. Parece que si lo dices en el mismo sentido del pensamiento que podía tener ETA, se vuelve terrorismo. Nos coaccionan, y no podemos decir gran cosa.

Hemos pasado por esa experiencia y tenemos que aprovecharla para contar las cosas malas, los malos momentos, y las cosas buenas, los buenos momentos, y todo lo que pueda ser aprovechable para cambiar la relación que existe entre el Reino de España y Euskal Herria. Es un deber de todos los que podemos contarlo. No estoy en el contexto de la lucha de relatos.

También relata el viaje de regreso a Euskal Herria.

Sí, es lo que se ve en “Caminho longe”, la última semana en Sao Tomé. La película se hizo sin guion, de urgencia y con una especie de suspense. Hay muchas cosas que no están en la película, que son un poco difíciles, y sí están en el libro. En la película sí se ve que hay una especie de espada de Damocles que está en los pasos de la muga, con ese suspense de que a la llegada a París nos pasaría algo que cambiaría otra vez el camino.

En el libro asegura que es un «gudari maltrecho que ha perdido una guerra pero que sigue creyendo en la causa por la que aceptó y compartió un compromiso». ¿Cómo ve ese gudari la Euskal Herria con la que se ha encontrado?

Todavía sigo reconstruyendo mi vida junto a mi compañera, y eso se lleva una parte importante de mi tiempo. Veo que ha habido un cambio enorme. Por ejemplo, aquí en Iparralde, respecto a la lucha de los agricultores. La situación del feminismo, del ecologismo, un montón de cosas que para mí han sido un cambio enorme respecto a concienciación, a reivindicación, a movilización. El euskara, por ejemplo: a veces me sigo asombrando por la cantidad de gente de diferentes ámbitos que habla en euskara.

Veo que hay que buscar un modelo diferente también respecto al mundo en general porque, frente a la crisis mundial que está creando el neoliberalismo capitalista, se ve cada vez más que es necesario un modelo alternativo.

En Euskal Herria estamos haciendo mucho para este modelo alternativo, creo que hemos dado un salto enorme. Yo lo veo porque vengo desde una época anterior, desde una isla africana donde la pobreza es enorme, y me encuentro con toda esta movilización de solidaridad. Hemos avanzado mucho, y nos debemos de orientar hacia un camino en el que podamos seguir avanzando todavía más.

Hace ya dos años que volvió. ¿Cómo ve ahora esos años que pasó en el exilio?

Tengo algunos trazos, pero me voy olvidando de la imagen. En los acordes de esa última serenata del punto final en Sao Tomé, hemos metido algunas cosas, lo que hace que no sean una prioridad en mi memoria. El hecho de escribir me libera de seguir memorizando esas cosas, ya está plasmado en esos libros.

Tengo cosas fuertes que me han dejado secuelas, como el secuestro y las torturas en Quito, o el viaje que hice entre Quito y Sao Tomé. También el paso que dio Sao Tomé de ser un estado aliado de los países del Este a ser un Sao Tomé liberal y capitalista; un paso donde ha ido cambiando mi propia imagen: de revolucionario a terrorista, a ser un hombre de “negocios” y luego, al final, llegar a ser allí una especie de militante de alguna causa social justa.

En la entrevista que concedió a GARA en relación al estreno de “Caminho Longe”, dijo que «siempre hay una luz al otro lado de la muga».

Sí, yo siempre lo he vivido así. En todo este camino que he hecho, y supongo que en el camino de todas las personas que tienen la experiencia de pasar una muga, donde buscas soluciones alternativas a lo que estás viviendo, siempre ves una luz. Creo que, cuando llegan los momentos difíciles, esta noción no hay que perderla nunca.