El Athletic ha encadenado su séptima jornada consecutiva sin ganar, sumando un nuevo empate en el Coliseum Alfonso Pérez –el cuarto en sus últimas cinco visitas–, lo que le deja con un sabor agridulce. Lo cierto es que ha podido ser peor, de no haber mediado las intervenciones de un Unai Simón que ha sido el mejor de los suyos y que ha obrado una gran parada para evitar el 1-0 cuando el envite ya estaba en sus últimos estertores. Ahora, al cuadro vasco le aguarda un calendario complicado hasta fin de año.
Con un tocado Muniain aguardando en el banquillo, pero al que Marcelino ha reservado por precaución, la escuadra rojiblanca ha comenzado un choque cuyos primeros compases han sido igualados y marcados por priorizar las precauciones sobre los riesgos. Se ha peleado cada balón y segunda jugada como si fuese la última del partido, evitando cualquier error que pudiese costar caro.
Con semejante panorama, lo lógico ha sido que el mayor peligro llegase en lances de estrategia. Una peinada de Iñigo Martínez a saque de falta lateral –entrada muy brusca de Djené sobre Nico Williams que le ha costado la amarilla– ha pasado muy cercana al poste, mientras que Zarraga, de nuevo titular, la ha intenado colar en una portería desguarnecida por la salida de puños de David Soria, pero la velocidad de ejecución ha impedido que el toque fuera preciso y encontrase los tres palos.
Poco a poco, los pupilos de Marcelino se han ido zafando del dominio del esférico azulón y se han convertido ellos en los poseedores de la pelota, recuperando muy arriba en el último tramo de la primera parte y llevando las ocasiones de mayor peligro. Un empalme de Vencedor que no ha encontrado meta y, sobre todo, una contra llevada por los Williams, que Iñaki ha acabado culminando con un recorte y un posterior disparo con la zurda, aunque centrado y flojo.
Sandro amaga, pero falla
La segunda parte se ha despertado con la necesidad de que Unai Simón metiese su manopla a un disparo con rosca y toda la intención del mundo de Aleñà por superar por arriba al guardameta y una falta a Raúl García –no se ha pitado– que, por centímetros, no ha sido dentro del área, con lo que hubiera entrado el VAR. Además, ha habido errores mutuos en defensa que, sin embargo, no han sido aprovechados de cara a inaugurar el marcador, por lentitud y las ayudas en las zagas.
No han acabado ahí los sustos para un Athletic que ha vuelto a disponer del cuero, pero cuyos acercamientos no han encontrado definición. La que también le ha faltado a Sandro para colocar en el segundo palo un balón roscado que ya había superado a Unai Simón y un posterior lance con los mismos protagonistas, en el que el cancerbero vasco le ha ganado la partida en el mano a mano al delantero canario, con una defensa rojiblanca más nerviosa e imprecisa de lo que era obligado a esas alturas de duelo.
Y ello ha obligado a que el de Murgia tuviera que realizar una parada antológica para evitar el 1-0. Ha sido a solo cuatro minutos para el final cuando un corner que no ha ganado por arriba la zaga vizcaina ha acabado con el esférico en el segundo palo para rematar Olivera y sacar Unai Simón una manopla prodigiosa. El Athletic ha seguido sufriendo en el juego aéreo y varias pérdidas, pero ha dispuesto de dos lances en el tiempo añadido, el mejor un remate de Berenguer dentro del área que ha tropezado en un defensor.
Con el pitido final, el técnico local, Quique Sánchez Flores, se ha vuelto loco en sus quejas hacia la labor arbitral y Figueroa Vázquez le ha mostrado la roja directa en una tumultuosa conclusión, poco acorde a como ha transcurrido el encuentro.