Miles de personas se vuelcan a Sol contra el juego homófobo de Ayuso y Vox
Manifestantes y organizaciones LGBTI han protestado esta noche de miércoles frente al Gobierno madrileño ante la posibilidad que el PP permita este jueves el trámite de una ley que derogaría las de diversidad sexual e identidad trans.
Una vez más, la céntrica Puerta del Sol madrileña ha sido escenario de una manifestación por los derechos del colectivo LGBTI. Pero esta vez no era para celebrar la aprobación de un derecho o pedirlo, sino una reacción basada en el miedo. El miedo a que lo que empieza a sonar en el ruido político de la Asamblea de Madrid pueda convertirse en cierto.
Este jueves se tratará un proyecto llamado de “Igualdad y no discriminación”, que incluye la derogación de la LGTBI y las leyes trans, presentado por Vox hace tres meses y que ha intentado reactivar. La Asamblea decidirá si se admite a trámite parlamentario, algo que depende del PP, por estar cerca de la mayoría absoluta (le faltan cuatro escaños, que suele aportarle la ultraderecha).
Este hecho, alertado por la oposición progresista de Más Madrid, PSOE y Unidas Podemos, ha provocado que en la noche de este miércoles miles de personas se manifiesten en Sol (también había convocatorias en algunas otras capitales provinciales del Estado en solidaridad). La campaña para movilizarse ha sido muy activa en redes sociales y era difícil hoy ser un joven madrileño y no ver alguna “story” de Instagram que convocase a marchar.
«Dejad de jugar con nuestros derechos», decía uno de los carteles alrededor del árbol de Navidad gigante centrado en la plaza emblemática de Madrid. «¿Dónde está la libertad?», preguntaba otro, en irónica referencia a la campaña para las autonómicas de mayo pasado, en la que Isabel Díaz Ayuso utilizó esa palabra hasta el hartazgo.
Mientras se escucha «¡Aquí están los antifascistas!» entre aplausos, Miguel, de 27 años, expresa lo que muchos de los manifestantes sienten: «No quiero dejar de caminar con la libertad que lo hacía por Madrid. Soy malagueño y vivo aquí hace muchos años y soy feliz de poder caminar por la calle de la mano de un chico sin temor. Pero con todo esto tengo miedo de perder esa libertad», señala a NAIZ.
El ascenso de Vox y su acercamiento a una Ayuso empoderada provocó un shock político y emocional en el sector mayoritario del colectivo LGBTI (también hay muchos gays que han votado a Ayuso y a Vox y lo dicen abiertamente, que esto es Madrid al fin y al cabo). Ahora, sobre fin de año, comienza a verse una incipiente materialización en la práctica de ese resultado electoral, como nunca antes desde la creación de la autonomía.
Si bien Ayuso dijo en la última sesión de control que no va a derogar ninguna de las leyes LGBTI, el portavoz de su grupo, Alfonso Serrano, ha apuntado que «cuando llegue el momento» el PP «tomará una decisión» sobre la admisión a trámite de la proposición de Vox. Y recuerda que la mayoría conservadora de la Cámara tiene derecho a modificar algunos aspectos de leyes, incluidas las de diversidad sexual. Un ziz-zag conceptual que deja la puerta abierta a los pedidos de la ultraderecha.
Impulsada la conquista de derechos LGBTI incluso por la derecha (Gallardón especialmente) y con aprobación de leyes progresistas al respecto incluso con Esperanza Aguirre estando en la Real Casa de Correos, este nuevo discurso sorprende y despierta temores que no se recordaban hace tiempo. Como recordaba hoy el presidente del grupo de Más Madrid en la Asamblea, Eduardo Rubiño, en caso de avanzar la proposición de Vox o de aceptaser derogaciones parciales sería el primer retroceso en derechos de diversidad sexual desde la muerte del dictador Franco y la Transición.
La carta de ILGA
De hecho, la poderosa organización ILGA en su delegación europea (la asociación LGBT más grande del mundo, presente en 54 países y con 600 organizaciones asociadas en ella) ha enviado este miércoles una carta que ha hecho pública al presidente del PP, Pablo Casado, y a la presidenta Ayuso, pidiendo expresamente al PP que rechace la tramitación de la proposición de Vox. Una carta que hubiera sido impensable hace un año en la Madrid del marketing gayfriendly.
¿Qué hay detrás de este juego que agita el discurso homófobo y revisionista? Pues que Ayuso y Vox se están usando mutuamente para enviar mensajes a sus electorados. En pos de la estabilidad parlamentaria y de la construcción simbólica de una lideresa sin complejos y con desparpajo, Ayuso se anima a abrir la puerta a dialogar con Vox en temas políticamente incorrectos, que exaltan el odio de la progresía pero contentan al electorado más ultraconservador. Va en contra de lo que dicta Génova -el PP estatal se cuida de no cruzar límites como la colisión con derechos LGBTI y la eurofobia- y no parece importarle. Ella se planta como distinta, atrevida y thatcherista. Y en las encuestas, sigue arrasando.
Desde el bando de la extrema derech, buscan enviar señales a sus votantes. Con un techo fuerte en Madrid por el fenómeno Ayuso, los de Vox necesitan mostrar que se están moviendo y consiguen cosas. Si bien la posibilidad de derogación de leyes es casi nula y la admisión a trámite de su propuesta no significa aprobación, el electorado no entiende de triquiñuelas legislativas y se satisface con que al menos algo se aguijoneé a la izquierda.
Un juego con fuego que, en estos tiempos y como la historia muestra, puede crear un incendio no siempre bajo control.