Aritz Intxusta
Redactor de actualidad

Revacunar entre 40 y 59 años implica casi otro millón de dosis

Vacunar una tercera dosis –y que sea eficaz con ómicron– parece la única forma de contener una situación difícil a corto plazo. Hasta ahora, solo se protegía a quienes concentran los ingresos (de 60 años en adelante) y el ritmo era aceptable. Pero si la meta es otra, se queda corto.

La vacunación sin cita continúa activa en el Forem. (Idoia ZABALETA/FOKU)
La vacunación sin cita continúa activa en el Forem. (Idoia ZABALETA/FOKU)

La clave, el recurso escaso, es el tiempo. Una tercera dosis –y quizás una eventual atenuación del virus– hará que las posibilidades que cada uno tenemos de ingreso hospitalario desciendan aun en caso de contagio. Por ahí sí se avanza. Ahora bien, si como se está viendo meridianamente en Londres, ómicron dispara la velocidad de contagio, habrá más personas simultáneamente enfermas (y más sanitarios simultáneamente enfermos) lo que puede generar situaciones de tensión no vistas desde hace muchos meses y, en consecuencia, restricciones.

Nafarroa comenzó a vacunar a la franja 60-69 años el jueves día 2, a la par que que cerraba la vacunación de los mayores de 70 y los vacunados con Janssen. En dos semanas –dato de ayer a última hora de la tarde– había puesto la tercera vacuna a un 63,71% de la franja 60-69.

Prácticamente para la navidad, tendrá a este grupo cerrado. La CAV lleva un retraso de 11 puntos, lo cual no no parece ser tanto, cuatro o cinco días a lo sumo.

Visto así, parece que la velocidad de vacunación es buena, que hay algo de tiempo. Sin embargo, la pirámide poblacional no es homogénea. Y las dos franjas de edad que entran ahora como grupo diana son más populosas. El grupo a vacunar suma otras 906.806 personas. Y esto implica que, o se ponen más recursos, o la velocidad de vacunación va a ralentizarse. Y, como se ha dicho, el tiempo es el bien más escaso.

De este modo, en Hego Euskal Herria, hay 353.969 personas entre 60 y 69 años. Frente a ello, la población entre 50 y 59 años asciende a 436.671. Y la que se encuentra entre 40 y 49 años suma otros 470.135 personas. 

De mantenerse el ritmo actual de vacunaciones –asumiendo, por tanto, que la velocidad no se va a ver afectada ni por la vacunación infantil ni por los recursos que puede consumir una situación de emergencia hospitalaria– completar cada franja de edad llevaría un mes o más de un mes. A lo que hay que añadir los 15 días necesarios para que, desde que se produce la vacunación, el cuerpo responda con anticuerpos. 

Con suerte, a este ritmo de vacunación no se alcanza la meta fijada hasta el mes de marzo. Demasiado tarde, por tanto, para bajar el nivel de incidencia de las semanas críticas donde se sabe que los virus respiratorios se propagan más. Contener la onda con terceras dosis se adivina muy complicado. 

Otra cosa es que, efectivamente, las terceras dosis tengan efecto suficiente como para que la proporción de ingresos caiga drásticamente y haga soportables tasas de incidencia elevadísimas, mayores que las actuales. 

En este sentido, cabe estimar que el grueso de la población vulnerable, en torno a un 90% de los mayores de 60 años, se encontrará correctamente vacunado (habrán pasado 15 días desde la tercera dosis) para la segunda semana de enero. Aun así, puede que ni siquiera entonces se sepa si la tercera dosis está funcionando como se espera. Pues, mientras esto sucede, la variante dominante del virus pasará de delta a ómicron, cuyas características son distintas y cambia, precisamente, el efecto de las vacunas.

En cualquier caso, a mayor velocidad de vacunación, menor impacto hospitalario y menor expansión del virus. Y si la población a vacunar ha pasado a ser más del doble, lo oportuno es que el dispositivo de vacunación se acompase a la meta.