Confirmaciones, esperanzas y urgencias

La Segunda División llega a su ecuador con el Eibar en la segunda plaza y Amorebieta y Sanse en puestos de descenso. Los azulgranas se han hecho fuertes en Ipurua; el equipo vizcaino ha ido de menos a más y el filial txuriurdin llega al parón en su peor momento.

Imagen del derbi entre Amorebieta y Eibar que finalizó con empate a uno. (Aritz LOIOLA/FOKU)
Imagen del derbi entre Amorebieta y Eibar que finalizó con empate a uno. (Aritz LOIOLA/FOKU)

A falta de un partido –se ha aplazado el Almería-Lugo que debía disputarse hoy por la avalancha de positivos en el equipo gallego–, se ha completado la primera vuelta de Segunda. La fotografía de la clasificación, con el Eibar en ascenso directo y Amorebieta y Sanse en descenso, no puede calificarse de sorprendente porque su procedencia y sus objetivos ya apuntaban a la zona por la que podían moverse los tres equipos vascos. Pero tampoco refleja con exactitud su recorrido desde que arrancara la Liga, el pasado 13 de agosto.

El mejor ejemplo es que el telón lo levantó, precisamente, un duelo entre dos descendidos y, por tanto, principales candidatos al ascenso. Pero mientras el ganador, Huesca ha penado desde entonces con una trayectoria errática que incluso le costó el puesto a Nacho Ambriz, el Eibar se repuso de los tropiezos iniciales para alcanzar el ecuador liguero en ascenso directo, que ha ocupado en nueve de las 21 jornadas, aunque nunca ha llegado a pisar el primer puesto.

Renovado de la cabeza a los pies –nuevo Director Deportivo, nuevo cuerpo técnico y catorce fichajes a los que más adelante se unió Fernando Llorente–, el Eibar empezó la temporada de su regreso a Segunda encadenando dos derrotas en las que ni siquiera pudo marcar un gol, pese a que entre sus fichajes anotaron 63 el pasado curso en la categoría (43 entre Corpas, Stoichkov, Sielva y Fran Sol). Gaizka Garitano apelaba al tiempo y la paciencia para armar un nuevo proyecto y, realmente, no le hizo falta demasiado. Su equipo ganó al Burgos en la tercera jornada y desde entonces apenas ha encajado un par de derrotas. Sus números en Ipurua son especialmente llamativos: sólo ha caído ante la Ponferradina, en el debut ante el público armero, y ha llegado a encadenar siete victorias, una racha rota con el empate ante el Málaga de la última semana. La trayectoria de los eibarreses es más irregular a domicilio, aunque también se sitúe entre los mejores. No es tanto una cuestión de resultados, como sobre todo de imagen. No son pocos los encuentros que ha resuelto el Eibar exclusivamente por la pólvora de sus atacantes.

A las dudas que deja el juego de los guipuzcoanos, al menos, aunque no exclusivamente, en sus desplazamientos, se le une el rendimiento defensivo del equipo. Ha encajado 24 goles, casi tantos en 21 jornadas como los que encajaron en toda la temporada pasada Espanyol y Mallorca (28), y sólo ha dejado su puerta a cero en seis ocasiones. Lo bueno es que el balance sigue siendo positivo, gracias a la buena puntería de sus futbolistas, sobre todo de un Stoichkov que ya lleva once, y de la capacidad creativa de Edu Expósito, el mejor futbolista de la plantilla en esta primera vuelta.

El Amorebieta, en su mejor momento

Tampoco va mal de goles el Amorebieta, el mejor en ese aspecto de los equipos de cola, aunque de momento no le sirva para salir del descenso. Tal y como se preveía, tratándose del debut en el fútbol profesional del equipo más modesto de Segunda, los zonotzarras están sufriendo con la exigencia de la competición aunque llegan al ecuador liguero en su mejor momento.

En su salto a Segunda, el equipo vizcaino ha mantenido su proyecto deportivo, encabezado por Iñigo Vélez de Mendizabal y su cuerpo técnico en el vestuario y Asier Goiria en el despacho,  así como la columna vertebral de la plantilla que logró el ascenso. Se le unió una decena de refuerzos, con los que buscó calidad y experiencia en la categoría, que en gran parte se ha hecho hueco en las alineaciones del entrenador. Sobre todo el zornotzarra Oier Luengo, que regresaba del Bilbao Athletic y es el futbolista con más minutos de la plantilla, y los dos jugadores que le escoltan en ese podio: Markel Lozano, de vuelta tras su paso por Vigo, y Gaizka Larrazabal, uno de los últimos en incorporarse tras acordarse su cesión con el Zaragoza y que, probablemente, se está convirtiendo en el futbolista más determinante del equipo y uno de los mejores asistentes de la categoría.

No empezó bien la temporada para el Amorebieta, que cayó en Girona y Miranda. Pero en su primer partido en «casa», derrotó nada menos que al Almería, con remontada incluida. Apuntaba ese triunfo lo que se ha ido viendo con el paso de las semanas: a los azules se les dan bien los rivales más fuertes. Eibar y, en su mejor momento, Ibiza, Sporting, Zaragoza y Las Palmas no pudieron pasar del empate, el Valladolid cayó goleado en Lezama y el Málaga perdió su primer partido de la temporada en La Rosaleda ante el Amorebieta. Casualmente también fue la primera victoria a domicilio de los vizcainos, hasta entonces el visitante más asequible de Segunda.

Los problemas no han estado sólo lejos de Lezama. En muchos partidos, al Amorebieta le han fallado los detalles, la concentración en momentos determinados y, lo más importante –también lo más difícil de solucionar para los equipos humildes–, el acierto en las áreas. Tampoco ha tenido mucha suerte con los árbitros, otra de las pegas que se encuentran habitualmente los clubes con menos nombre. 

Pero los zornotzarras nunca han dejado de creer ni de trabajar y esa combinación empieza a dar sus frutos. Aunque han sido muchos los partidos en los que ha ofrecido una buena imagen, estas últimas semanas ha sabido reflejarla en los marcadores de forma más regular. Desde que perdió en Oviedo hace un mes, el Amorebieta ha enlazado tres empates y una victoria que no le permiten llegar al parón fuera del descenso –sólo en la tercera jornada estuvo fuera– pero sí a cuatro puntos de la 18ª plaza y con la flechita apuntando hacia arriba.

El Sanse, en caída libre

Todo lo contrario sucede con el Sanse, que ha cogido carrerilla en su descenso a los infiernos. Ocho derrotas en nueve jornadas, las cinco últimas consecutivas, han hundido al filial donostiarra, que regresaba a Segunda seis décadas después, en el fondo de la clasificación. Sólo el Alcorcón, en descenso desde la primera jornada, tiene menos puntos.

Curiosamente, el de Xabi Alonso fue el único de los equipos vascos que empezó la temporada ganando. Al Leganés en el Reale Arena y con un buen partido. Lamentablemente, lo que ha venido después no ha tenido mucho que ver. Sí el juego, que ha sido bueno en muchas ocasiones, pero no el resultado y menos aún en su estadio: los donostiarras sólo han celebrado tres victorias más en estas 21 jornadas, ninguna de ellas en el Reale Arena.

El jugador txuri-urdin Roberto López lamenta un gol encajado. (Gorka RUBIO/FOKU)

No es casualidad que sus números sean tan flojos –siete derrotas, las cinco últimas consecutivas, en once partidos, en los que sólo ha marcado seis goles– donde más cómodo debería sentirse, en teoría, el equipo. Los abonados han tenido que rascarse el bolsillo para presenciar los partidos del filial, lo que, con el empujoncito del mal tiempo y los horarios, ha provocado que el Reale Arena haya registrado entradas paupérrimas y la afición visitante haya sido casi tan numerosa como la local en más de una ocasión. 

En cualquier caso, el principal escollo para los blanquiazules ha venido de las necesidades del primer equipo que, con tres competiciones y muchas ausencias en determinados momentos, ha echado mano continuamente del filial. Xabi Alonso sólo ha podido contar con Pacheco en dos ocasiones, con Navarro y Turrientes otras tres y con Lobete en una decena. En menor medida pero Ayesa, Olasagasti, Djouahra, Karrikaburu, González de Zarate, Pokorny, Varela… también se han perdido unos cuantos partidos entre las llamadas del primer equipo y de las selecciones. Con el añadido de las lesiones, el técnico donostiarra se ha tenido que especializar en el encaje de bolillos, reinventando el once, en nombres y dibujo, cada semana y con la zaga como línea más castigada.

Pese a todo, el equipo se deja ver con agrado casi siempre y tampoco le falta entrega, aunque falla en un factor clave para ser realmente competitivo: el tino en las áreas. Arriba, el Sanse genera pero no marca –sólo el Fuenlabrada ha marcado menos goles que los 16 del equipo txuri-urdin– y en defensa concede facilidades, en ocasiones con errores groseros.

Todo ello ha convertido al equipo donostiarra en el segundo peor de la categoría. Y la situación y la tendencia añaden presión y ansiedad al cocktail, complicando la reacción de un grupo que deberá aprovechar el parón para desconectar y confiar en que en la segunda vuelta no le fallen, al menos, los factores externos.

Un líder intratable y seis entrenadores en paro

Mal de otros no consuela pero son muchos los equipos que llegan apurados al ecuador liguero. Sin duda Alcorcón y Fuenlabrada, que acompañan a Amorebieta y Sanse en descenso. Pero también Mirandés y Lugo, que no acaban de despegarse, un Huesca muy alejado todavía de su objetivo, o Ibiza y Sporting, que han entrado en barrena. Los baleares, que se estrenaron en la categoría sorprendiendo por su buen rendimiento, se asoman al descenso tras haber conseguido una sola victoria en siete jornadas. El equipo rojiblanco, que llegó a liderar la clasificación en el primer tramo de la temporada, enlazó después siete jornadas en las que sólo sumó un punto, a las que no acaba de dar la vuelta, lo que le tiene más cerca del descenso que del play-off.

Con semejante caída, José Alberto López pende de un hilo desde hace semanas. Su último match-ball lo ha salvado derrotando al Ibiza, lo que, precisamente, le ha costado la destitución a Juan Carlos Carcedo, el técnico que ascendió al equipo balear a Segunda.

Otros cinco técnicos corrieron la misma suerte antes. El Alcorcón fue el primero y ya lleva dos entrenadores destituidos, José Antonio Anquela en septiembre y Jorge Romero mes y medio después. Nacho Ambriz en el Huesca y Asier Garitano en el Leganés cayeron la última semana de octubre. Y el Fuenlabrada cesó a José Luis Oltra la semana pasada, curiosamente tras sellar la clasificación del equipo madrileño para dieciseisavos de final de Copa.

En el otro extremo de la clasificación brilla, intratable, el Almería. El equipo andaluz tiene los mismos 45 puntos que había conseguido a estas alturas de la temporada un Espanyol que ascendió de calle. Una cifra que sólo iguala, la supera por un punto, en los últimos años un Levante que en la 16/17 acabó subiendo con 14 puntos de ventaja sobre el Girona y 16 de colchón sobre el play-off. Mucho descalabro tendría que sufrir para no conseguirlo un Almería que deslumbra en todos los apartados: con un partido menos, tiene seis puntos más que el segundo, es el equipo que más victorias ha logrado (14, frente a las once de Eibar, Tenerife y Valladolid), el que menos derrotas ha sufrido, el que más goles ha marcado y el que menos ha encajado, apenas trece. También es suya la racha más espectacular: siete victorias consecutivas dentro de una más amplia, en la que ha logrado nueve triunfos y tres empates en doce jornadas. 

El Eibar acompañaría ahora mismo al equipo rojiblanco en el camino a Primera pero su segunda plaza está mucho más disputada. A uno y dos puntos de los armeros se sitúan un clásico de la zona alta como el Tenerife, otro recién descendido como el Valladolid y la revelación de la temporada, la Ponferradina de Jon Pérez Bolo; ahora cuarta, pero que ha liderado la categoría durante cuatro jornadas y desde la segunda, cuando ganó en Ipurua, ha estado siempre en puestos de play-off o ascenso directo.