Mikel Insausti
Crítico cinematográfico

Un futuro que se acerca al presente

MATRIX RESURRECTIONS
EEUU. 2021. 148’ Dtora.:
Lana Wachowski. Guion: Lana Wachowski, Dvid Mitchell y Aleksandar Hemon. Prod.: Lana Wachowski, Grant Hill y James McTeigue. Int.: Keanu Reeves, Carrie -Anne Moss, Yahya Abdul-Mateen II, Neil Patrick Harris, Lambert Wilson, Jada Pinkett Smith.

La imagen distorsionada de Keanu Reeves y Carrie-Anne Moss. (NAIZ)
La imagen distorsionada de Keanu Reeves y Carrie-Anne Moss. (NAIZ)

Puede que la separación de las hermanas Wachowski, con Lana sola al frente del nuevo proyecto, haya influido en la división con que crítica y público han recibido los primeros pases internacionales de ‘Matrix Resurrections’ (2021). Una cuarta entrega que se añade a la trilogía formada por ‘Matrix’ (1999), ‘Matrix Reloaded’ (2003) y ‘Matrix Revolutions’ (2003).

En su momento, el impacto de las tres películas fue de suma influencia para el género de ciencia-ficción, tanto en la parte técnica como en la temática. En lo conceptual, como quiera que las Wachowski se adelantaron a su tiempo, dejaban espacio suficiente para volver sobre este entonces novedoso esquema que mezclaba filosofía y artes marciales, creando un nuevo cine de acción intelectual.

El apartado tecnológico genera más dudas, porque si bien es cierto que en veinte años los efectos digitales han avanzado a gran velocidad, se pierde la capacidad de sorpresa que generó el ‘bullet time’, que en realidad era una versión moderna del antiguo experimento fotográfico de Muybridge llamado ‘Caballo en movimiento’ (1887), ya que aunque las hermanas Wachowski y Warner tienen la patente, ha sido imitado hasta la saciedad.

Las primeras impresiones apuntan a que ‘Matrix Resurrections’ (2021) ha querido hacer una alegoría del presente, como si el futuro inicialmente proyectado estuviera cada vez más cerca de materializarse. La reunión, dos décadas más tarde, entre Neo (Keanu Reeves) y Trinity (Carrie-Anne Moss) se debe a una búsqueda de la verdad oculta en la ‘matriz’. Por eso hay que volver a los orígenes, cuando las máquinas desarrollaron la simulación de la realidad a partir del cerebro humano. Se trataría ahora de lograr la paz entre maquinismo y humanidad, pero nada en este mundo paralelo resulta tan sencillo, por la complejidad de tanta identidad múltiple.