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«Es un milagro, porque tenía que estar muerta», dice Ana Delgado, víctima de violencia machista

Hace casi un año, le llegaron a dar por muerta después de que su pareja le propinara una brutal paliza con una barra de hierro en Azagra. Aunque con terribles secuelas, Ana Delgado consiguió sobrevivir y ahora reclama justicia «con hechos», porque, en caso contrario, «no salimos de aquí».

Ana Delgado muesta las heridas sufridas en uno de sus brazos durante la brutal paliza que le propinó su pareja.
Ana Delgado muesta las heridas sufridas en uno de sus brazos durante la brutal paliza que le propinó su pareja. (EITB)

«Soy una superviviente. Esto es un milagro, porque yo tenía que estar muerta». Así de contundente se muestra en unas declaraciones para EITB Ana Delgado, que hace prácticamente un año recibió una brutal paliza de su pareja en la localidad de Azagra.

El 20 de febrero de 2021, un hombre de 63 años se presentó en la comisaría de la Policía Foral en Lizarra asegurando que había matado a su pareja.

Según explica la propia Delgado, ese sábado de hace casi un año, su pareja le dijo: «Te voy a matar, porque no aguanto más». Llevaban nueve años juntos, pero ella quería poner fin a esa relación porque la maltrataba psicológicamente, pero él rechazaba esa posibilidad.

Y cumplió su amenaza, ya que le golpeó con brutalidad con una barra de hierro hasta que se convenció de que la había matado. «Cuando me había dado con la barra en ambas partes, yo había perdido el conocimiento. Ya estaba prácticamente muerta», explica Delgado.

A continuación, «él se duchó y se marchó al Juzgado de Estella a declarar a la Policía y dijo que había matado a su pareja», añade la víctima.

Ante las palabras de ese varón, una patrulla del citado cuerpo se desplazó hasta Azagra, donde encontró a Ana Delgado, de 54 años, golpeada con«gran violencia», pero viva.

Consciente, la víctima fue trasladada al Complejo Hospitalario de Nafarroa, donde su estado fue calificado como «crítico».

Su agresor fue detenido, mientras la rabia y la indignación se iban extendiendo por Azagra, donde al día siguiente se celebró una concentración de repulsa a convocatoria del Ayuntamiento de la localidad. En la misma estuvieron presentes, además de numerosos vecinos, varios representantes institucionales, como el vicepresidente del Gobierno navarro Javier Remírez, o el presidente del Parlamento de Nafarroa, Unai Hualde.

También en la localidad riojana de Quel, donde Delgado trabajaba como enfermera, tuvo lugar una concentración de condena de los hechos y de apoyo a la mujer agredida.

Dos jornadas después, la titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 de Lizarra decretaba el ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza del detenido.

Posteriormente, el Gobierno de Nafarroa acordó personarse como acusación particular en la causa. Lo hacía en virtud de la Ley para actuar contra la violencia hacia las mujeres y en vista de la «extrema gravedad» del caso de Azagra.

Mientras, Ana Delgado seguía luchando por su vida en el hospital tras la brutal agresión recibida. El parte médico era lo suficientemente elocuente, ya que especificaba que la víctima tenía los ojos hinchados «con hematoma importante que le impide abrirlos, herida inciso contusa a nivel parieto-occipital de la  cabeza, llegando al hueso craneal con sangrado profuso, fractura de brazo izquierdo, disminución del nivel de consciencia, agitación y desorientación, y sangrado  continuado por fosa nasal izquierda». 

La situación era tan crítica, que los médicos llegaron a decir a su familia que tenía que pasar un milagro para que sobreviviera, mientras hacían todo lo posible para que así fuera. Delgado despertó después de tres meses en la UCI.

Reconstuir una parte del cráneo

Los médicos le implantaron una placa y le hicieron dos operaciones, al tiempo que atendían las lesiones que tenía por todo el cuerpo.

Tras salir del hospital, en estos momentos acude a rehabilitación tres días a la semana, además de recibir atención de neurología, psicología y fisioterapia, «porque quedé con muchas taras».

Todavía tiene pendiente una delicada intervención en la cabeza, ya que le falta una parte del cráneo y van a intentar reconstruírsela.

Por todo ello, probablemente no podrá volver a trabajar como enfermera, no puede conducir y necesita ayuda para muchas cuestiones. Pero se muestra orgullosa de ser «una superviviente. Esto es un milagro, porque yo tenía que estar muerta», señala a EITB.

El hombre que le agredió sigue en la cárcel a la espera de juicio, para el que todavía no se ha fijado fecha. De cara a ese momento, Delgado dice que lo que espera es «recuperar justicia, que no salga ninguna mujer más dañada».

Y pide con contundencia «hechos. No sirve ponerse un lacito y salir a reivindicar y ya está. Tiene que haber hechos. Como no haya, no salimos de aquí».