Los resultados de las elecciones anticipadas en Castilla y León han traído menos sorpresas de las que auguraba el CIS y el único que catapultó su cantidad de escaños ha sido Vox, quien tendrá ahora la llave para investir un nuevo gobierno, ya que la suma con el PP da 44 procuradores, tres más de la mayoría necesaria.
El PP ha obtenido 31 escaños, solo dos más que en 2019, y con las expectativas que había puestas en esos comicios, el resultado puede ser un poco de humillación para la estrategia de Génova de impulsar la disolución de la coalición con Ciudadanos, socio minoritario que se vio reducido a un solo escaño; el del exvicepresidente Francisco Igea.
Sin dudas, la negociación con Cs hubiera sido menos áspera que lo que se anticipa con la derecha radical. De hecho, en declaraciones ante los medios, el presidente de Vox, Santiago Abascal, ha confirmado las filtraciones del viernes pasado y que NAIZ confirmó: el partido iba a pedir entrar al gobierno, en un giro estratégico de magnitud con respecto a lo que venía haciendo desde 2018.
Abascal ha pedido ya para su partido la vicepresidencia de Castilla y León, con todo lo que eso conlleva para los socios conservadores del PP en Europa y para el votante de centroderecha moderado al que le espanta una alianza con Vox. Se vislumbra una estrategia de asfixia para Casado, forzarlo a la deriva a la derecha y ahuyentarle votos de centro. Todo con la mira puesta en conseguir el sorpasso. Se viene comprando elección tras elección que el discurso más radicalizado de Casado sólo lo estanca al PP y favorece al radical original (Vox).
El líder de la formación ultraconservadora ha dejado claro al hablar este domingo noche en León que pedirá entrar en el Gobierno haciendo valor su resultado: «Ni más ni menos», ha recalcado para enfatizar luego: «Vox tiene el derecho y el deber de formar gobierno». Un giro copernicano en la estrategia.
(Celebración del resultado de Vox en Valladolid. Foto: Pablo Requejo-Photogenic/ClaudioAlba/Europa Press)
Maroto: «Pesadilla abortada»
Desde Génova la primera reacción la ha dado el exalcalde de Gasteiz y número tres del PP estatal, Javier Maroto: «Los castellanos y leoneses pueden dormir tranquilos. Hemos librado a la comunidad de un gobierno de izquierdas. Pesadilla abortada». También ha afirmado que «el objetivo de convocar elecciones fue atender una amenaza real» de moción de censura conjunta entre PSOE y Cs, como ocurrió en Murcia. Delante de micrófono al menos no hay preocupación por el ascenso de Vox.
También comenzaban los rumores sobre filtraciones del PP recordando que «hay más formas» de conformar gobierno que no sea regalarle a Vox el mayor puesto institucional de su historia y liquidar todo centrismo. Hay dos escaños, el de la escisión «popular» de Por Avila y el de Cs, que podrían ayudar invistiendo. Y quizás, una abstención «patriótica» del PSOE. Las negociaciones no serán fáciles y como siempre se constatará su clima cuando se constituyan las Cortes autonómicas (y sus autoridades), en un mes.
Bajadas de PSOE y de Unidas Podemos
Por el lado de la izquierda, el PSOE pasa de 35 a 28 escaños y es junto con Cs el que más retrocede. Su candidato, Luis Tudanca, visiblemente acongojado, ha dejado entrever que dimitirá: «Tened claro que otros vendrán que harán que el cambio llegue a esta tierra».
La participación de votantes ha sido de las más bajas de la historia desde la aprobación del estatuto de autonomía, y esa falta de movilización no ha ayudado a los socialistas, cuya ilusión de sumar una mayoría con todo el variopinto parlamentario que no fuera PP y Vox ha quedado truncada.
Tampoco buenas noticias ha tenido Unidas Podemos, a quien las encuestas le auguraban una mejora de al menos uno o dos escaños y de hecho ha perdido uno, quedándose en un solo procurador. Los morados tenían esperanza porque habían comenzado la precampaña con buena instalación en los medios de su candidato a partir de la polémica de las macrogranjas pero la baja participación ha jugado en contra.
SoriaYa, éxito pero excepción
Eso y que hubo opciones nuevas que también puede haber restado votos al resto, como España Vaciada, cuya marca SoriaYA ha arrasado en esa provincia con casi el 43 por ciento de los votos y se queda con tres escaños. Sin embargo, ese éxito de una plataforma con dos décadas de anclaje social no ha podido contagiar de entusiasmo al resto de las provincias en las que España Vaciada no ha logrado ningún escaño. Aspiraban a sumar al menos cinco pero no ha sido el caso.
Otro triunfador de la noche es el soberanismo moderado de Unión del Pueblo Leonés, que pasará de uno a tres escaños en su representación. En una estrategia inusual del PP de sortear a Vox tal vez se podrían ver beneficiados para colar sus demandas.
Esta jornada electoral ha tenido un hecho diferencial, que es que ha sido la primera realizada en invierno de todas las autonómicas y la primera además en no realizarse al mismo tiempo que las municipales. Es posible que eso haya afectado a la movilización. Y también, como siempre, la subestimación de la fuerza de Vox, que una vez más supera los augurios de los sondeos y especialmente del CIS. Alguna vez habría que ver cómo reaccionaría el electorado si se previera con exactitud la fuerza de la ultraderecha.
La tentativa del PP de exhibir músculo y relanzarse como partido ganador en 2022 finalmente queda truncada, pero el peor de los escenarios, que era perder por la mínima la Junta que gobierna hace tres décadas, no se les ha dado. Un sinsabor que tendrá consecuencias futuras impredecibles.