Jaime Iglesias

Amplia presencia vasca en la edición 40+1 de ARCO

Las galerías de Euskal Herria recuperan pulso este año en la Feria de Arte Contemporáneo. A la ya tradicional presencia de la bilbotarra CarrerasMugica se suma la donostiarra Cibrián Gallery dentro del programa Opening para espacios con menos de siete años.

El galerista donostiarra Gregorio Cibrián.
El galerista donostiarra Gregorio Cibrián. (J.DANAE | FOKU)

Tras una edición de pequeño formato, fuera de sus fechas habituales, ARCO ha vuelto a abrir sus puertas al arte contemporáneo a finales de febrero con la sensación de que, poco a poco, el mercado del arte está volviendo a la normalidad. Una sensación que vale para lo que se refiere a las galerías vascas que, tras una década de sobrerrepresentación, comenzaron a ver menguada su presencia en la Feria en la medida en que el negocio del arte se fue centralizando.

Hoy, la tendencia es la inversa si hemos de hacer caso a Gregorio Cibrián. El joven galerista donostiarra se presenta por segunda vez en ARCO con la convicción de que «cada vez hay más atención por parte de los coleccionistas hacia aquellos espacios que estamos fuera de las grandes capitales ya que el hecho de no tener tanta competencia en tu entorno inmediato te da más visibilidad». En el stand de Cibrián se expone la obra de dos creadoras como son la pucelana Esther Gatón y la neoyorquina Susan Cianciolo, que ejemplifican esa apuesta de la galería donostiarra por «un proyecto que partiendo de lo local esté centrado en lo internacional».

En el plano opuesto se sitúa la galería bilbotarra CarrerasMugica en cuyo espacio expositivo, un año más, vuelve a tener protagonismo el arte vasco con nombres como los de Xabier Salaberria, Raúl Domínguez, Pello Irazu o June Crespo. El nombre de esta última es invocado con especial orgullo por el galerista Ignacio Mugica atendiendo a que «este año ha sido seleccionada para la exposición internacional de la Bienal de Venecia y el próximo expondrá en el Guggenheim de Bilbo. Eso como galerista te da prestigio y te confirma que tuviste buen ojo al apostar por una artista como ella hace diez años cuando apenas estaba empezando».

El otro nombre sobre el que Ignacio Mugica quiere llamar la atención es el de Rafael Ruiz Balerdi del que han traído a ARCO su obra ‘Composición’, de 1985. «Es un artista contemporáneo de Chillida o Saura cuya obra quedó un poco en la sombra. Hoy, sin embargo, la sensibilidad del coleccionista y la de las instituciones está más abierta a reconocer a ese tipo de artistas y estamos comprobando que su obra no solo aguanta bien el paso de los años sino que llama mucho la atención».

Diálogo intergeneracional

Esa misma necesidad por visibilizar la obra de artistas que no han tenido el reconocimiento pleno que merecían ha sido la que ha llevado a la galería madrileña José de la Mano a dedicar un Solo Project a la obra de la bilbotarra Inés Medina, una de las pioneras del arte geométrico. En ARCO pueden verse varias piezas, realizadas entre 1980 y 1981, pertenecientes a la serie Bi-Tridimensional donde, según la artista, «quise explorar donde termina la bidimensionalidad y comienza la tridimensionalidad».

En declaraciones a NAIZ, Medina, ha reconocido que en aquellos años «las mujeres que nos dedicábamos al arte no fuimos reconocidas en igualdad» y pese a lo prolijo de su obra posterior, la artista reconocía que la obra que expone este año en ARCO la representa plenamente: «Mi trabajo es todo un proceso, los resultados artísticos de cada época son diferentes pero luego hay un fondo que yo siento que ya está en estos trabajos que hice cuando estaba en tercero de carrera».

Junto a los trabajos de Inés Medina, la galería José de la Mano ha traído este año a la Feria obras de otros muchos artistas vascos como Agustín Ibarrola. Nestor Basterretxea, Remigio Mendiburu o el recientemente fallecido Ramón Bilbao con su serie de lienzos donde se retratan los estertores del franquismo.

Justo enfrente de este stand se sitúa el de la galería milanesa Maab Gallery donde el también bilbotarra Alain Urrutia expone algunas de sus últimas obras en diálogo con las de todo un mito de la pintura italiana como el boloñés Giorgio Morandi: «Fue un encargo que me hicieron y aunque a Morandi se le suele considerar un pintor de bodegones, yo opté por hacer un análisis de su obra asumiendo que se trata de un creador de paisajes dado que lo relevante de sus cuadros es como dispone los objetos sobre el horizonte».

Esa aparente quietud que siempre se le ha echado en cara al pintor boloñés, conocido por haber permanecido recluido en un área de 34 kilómetros alrededor de su estudio, es cuestionada por Urrutia: «Los objetos no representan una naturaleza muerta sino viva ya que también son capaces de evocar un paisaje».

Pertenecientes a dos generaciones distintas, Inés Medina y Alain Urrutia son solo un ejemplo de la pluralidad de sensibilidades que atesoran los artistas vascos presentes en esta edición de ARCO donde Tabakalera ha resuelto apoyar la presencia de creadores vinculados, de una manera u otra, al centro, como Nora Aurrekoetxea, Gala Knörr, Juan Pérez Agirregoikoa o Nadia Barkate cuyas obras pieden verse en la Feria.