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China no vira el suicida rumbo climático mundial e insiste en el carbón

El mensaje es claro: al desear un buen nuevo año a sus compatriotas desde una región minera, el presidente chino, Xi Jinping, advertía de que China no está dispuesta a renunciar al carbón pese a sus promesas climáticas.

Mina de carbón de Datong, en la provincia de Shanxi.
Mina de carbón de Datong, en la provincia de Shanxi. (Noel CELIS | AFP)

En 2020, el líder chino, Xi Jinping, anunció que el gigante asiático comenzaría a reducir sus emisiones de CO2 antes de 2030 con el objetivo de alcanzar la neutralidad de carbono 30 años más tarde. Pero a fines del año pasado, la tinta del acuerdo climático de Glasgow aún estaba seca cuando Pekín ordenó a sus minas que produjeran «la mayor cantidad de carbón posible» en respuesta a la escasez de electricidad.

Resultado: el consumo de carbón en la segunda economía más grande del mundo aumentó un 4,9% en 2021.

La esperanza en que China fije un techo a las emisiones «se ha ido al traste», lamenta Li Shuo, de la organización ecologista Greenpeace en Pekín, quien alerta de una marcha atrás del poder chino que podría hacer imposible el cumplimiento de sus promesas.

Justo antes del Año Nuevo chino, Xi visitó a finales de enero la región minera de Shanxi (norte), uno de los principales centros de producción de carbón en China. «No estamos apuntando a la neutralidad de carbono porque otros nos obliguen a hacerlo, es simplemente porque tenemos que hacerlo», señaló, para matizar que «no debemos apresurarnos».

«No podemos ralentizar la marcha, pero debemos encontrar un buen ritmo», insistió el secretario general del PCCh.

Sin sacrificar «la vida normal»

Días antes, señalaba en una reunión con cuadros del partido  que los objetivos climáticos no se pueden lograr sacrificando la «vida normal».

China depende en un 56% del carbón para hacer funcionar su economía y el gigante asiático por sí solo produce el 29% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, el doble que EEUU y el triple que la Unión Europea.

No obstante, tiene más de cuatro veces más población que EEUU, por lo que proporcionalmente contamina menos que el gigante americano.

El año pasado, China dio luz verde a la puesta en marcha de nuevas centrales eléctricas a carbón con una capacidad total de 33 gigavatios. Emitirán tanto CO2 cada año como todo el estado estadounidense de Florida, según datos del Global Energy Monitor.

En 2021, la producción nacional china de carbón comenzó a aumentar nuevamente, alcanzando los 4.000 millones de toneladas, su nivel más alto en 10 años.

Pekín se ha comprometido a reducir su consumo de carbón a partir de 2025, pero eso no impide que aumente su capacidad hasta entonces, con plantas que podrán operar durante 40 años de media.

Promesas al viento

Durante las negociaciones de la COP-26 en Glasgow el pasado noviembre, China, al igual que otros países, se comprometió a adoptar un plan de acción presentando a lo largo de la década sus reducciones de emisiones de CO2 por región y sector de actividad.

Objetivo global: limitar el calentamiento a 2 grados para finales de siglo, idealmente a 1,5 grados. Pero para ello sería necesario reducir a la mitad las emisiones contaminantes.

Las promesas chinas brillan por su vaguedad y falta de ambición, como el objetivo de reducir la participación de las energías renovables a solo una cuarta parte de la producción de electricidad para 2030.

Triplicar las renovables

A principios de febrero, Beijing pospuso cinco años, hasta 2030, la fecha límite para reducir las emisiones de la industria metalúrgica. Cuando «los sectores del acero y el cemento tendrían que alcanzar sus picos de emisiones antes para que China cumpla sus objetivos», subraya Lauri Myllyvirta, del Centro de Investigación sobre Energía y Aire Limpio.

China se ha comprometido a triplicar durante la década actual, su capacidad solar y eólica a 1200 gigavatios. Pero ese objetivo ha retrocedido debido al aumento de los precios de las materias primas y la interrupción de las cadenas de suministro mundiales. El precio del polisilicio, utilizado en la fabricación de paneles solares, casi se triplicó el año pasado.

Hasta cuando alcance ese objetivo, el principal contaminador del mundo seguirá quemando hidrocarburos. «Las señales políticas son mucho más cautelosas, lo que significa que la transición será lenta y que el carbón seguirá siendo el pilar del balance energético de China durante mucho tiempo», augura Myllyvirta.