Familiares y vecinos del barrio iruindarra de Donibane han recordado esta mañana a Ángel Berrueta, que murió el 13 de marzo de 2004 a manos de un Policía español y su hijo, tras negarse a colocar en la panadería que regentaba un cartel que vinculaba a ETA con los atentados del 11-M en Madrid.
Tras dos años en los que no se han podido celebrar actos multitudinarios, el homenaje ha vuelto a las calles de Donibane. «Angel, Kontxi (En referencia a Kontxi Sanchiz, fallecida tras una carga policial en una protesta por lo sucedido en Iruñea). No nos veiamos aquí desde hace tres años. Resulta que un virus letal ha cogido por sorpresa a todo el planeta, y hemos tenido que dejar de juntarnos en grupos grandes como antes, para evitar demasiados contagios. Para evitar colapsar los hospitales, y salvar así el mayor número de vidas posibles. Afortunadamente, estamos empezando a dejar atrás aquel confinamiento impuesto que, de una manera u otra, acabamos interiorizando, ya que, se supone que se trataba de eso, ¿no? de salvar vidas…», han apuntado.
Han querido transmitir a Berrueta y Sanchiz lo vivido estos últimos dos años, subrayando que «nos ha cambiado un poco», «con más sumisión de la que estamos acostumbrados». Sin embargo, han criticado que «nos hemos dejado informar más de lo acostumbrado, por los medios de comunicación».
En ese sentido han señalado que «da igual que nos hablen de una pandemia, de los presos políticos, de Angel y Kontxi, de la subida de la inflación o de la invasión a Ucrania. Las sensaciones con todo lo que se oye son las mismas» y que «siempre tenemos algún intermediario interesado en ganar algo con la información».
Han recordado que, en los últimos 18 años, la plataforma ha vivido estos intereses en primera persona. «Aquí nos hemos acostumbrado a este torbellino de falsificaciones, y nos hemos peleado, año tras año en la calle, en las instituciones, en las jefaturas de policía, en los medios… Nos costó 12 años, conseguir un reconocimiento institucional para con nuestro vecino y amigo. Y han sido 12 años con la verdad como estandarte».
Estos dos años de pandemia, el no poder convocar actos o protestas, ha traído consigo «mermar las ganas de pelear, de gritar y de aportar experiencias» y han traído unas palabras de Wilde, que señaldó que «lo único que necesita el mal para triunfar, es que las personas buenas, no hagan nada».
«Nos tumbaron, pero no pudieron ocultarlo»
Sin embargo, y a pesar de todo ello, han subrayado que «no hay maquinaria suficiente para parar la verdad». «Hemos visto cómo acaban cayendo los telones opacos que nos ponen para tapar sus vergüenzas. Y que es la verdad, la que germina siempre y crece, obstinada y persistente, como un roble, diminuto en su niñez y arraigado e imponente cuando se vuelve adulto. Porque somos nosotros, la gente, los que tenemos la primera y la última oportunidad de palabra. Y no el sistema», han destacado.
Por ello, han apuntado que «pueden intentar ocultar a Ángel, a Kontxi, a Antxo o las vergüenzas de las guerras, pero somos las personas las que vivimos y las que experimentamos y comunicamos las verdades».
«Aquel 13 de marzo nos tumbaron, pero no pudieron ocultarlo, ni impedir que volvamos a levantarnos, porque somos gente. Gente de cuadrilla, de barrio, gente empática y asertiva. Y resulta que así ganamos. Siendo lo que somos, y haciendo lo que hacemos. Hoy, aunque llueva, hay que salir y juntarnos, y hablar, y estar, y comer, y beber y llorar, y reir», han finalizado.